El pasado miércoles el Presidente Obama puso fin a sus ocho años en el Despacho Oval. Desde ese momento, todas las miradas se pusieron en la toma de posesión del Presidente electo, Donald Trump, pero también es tiempo para hacer balance del legado de Obama. Una evaluación sobresaliente para unos, notable para otros e insuficiente para otros tantos.
Desde que Obama asumió el poder en enero de 2009, y lo hizo por segunda vez en enero de 2013, ha tenido que hacer frente a un escenario político mundial diferente al de sus antecesores en el que EEUU ha dejado de ser el principal protagonista. Ahora la hegemonía de las decisiones internacionales no sólo las toma un país, sino que es compartida con otras potencias como China y Rusia.
Tampoco la realidad política nacional ha sido la misma. Desde que juró el cargo de Presidente, Obama ha disputado además de su reelección dos elecciones de medio término (midterms de 2010 y de 2014) en las que el Partido Demócrata perdió la mayoría en el Senado y en la Cámara de Representantes. Además ha sufrido el auge de la escisión más conservadora del Partido Republicano, cuyos líderes han dificultado la acción de gobierno de la Administración Obama. Esta situación de enfrentamiento llegó a uno de sus puntos culmen en octubre de 2013 cuando se produjo el cierre del gobierno (shutdown) durante 17 días, ante el desacuerdo entre los demócratas y los republicanos por la financiación de la Ley de Protección al Paciente y Cuidado de Salud Asequible, más conocida como Obamacare, que impidió aprobar los Presupuestos Generales a tiempo.
Estos altibajos durante la gestión también se han reflejado en sus niveles de aprobación. De acuerdo a la medición diaria de Gallup, uno de los centros de investigación más prestigiosos de Estados Unidos, Obama empezó su gestión en enero de 2009 con un 68% de aprobación y un 12% de desaprobación, tocó fondo con un 56% de desaprobación en febrero de 2014 (frente a un 40% de aprobación) y se despide de la presidencia con un 57% de imagen positiva frente a un 39% de negativa, según los datos del día 17 de enero de 2017.
En ocho años de gestión de Obama ha dado tiempo para vivir algunos momentos históricos. El primero fue ver llegar por primera vez al puesto más alto de la Administración a un afroamericano. Le siguieron hitos como la captura de Osama bin Ladem, la aprobación en todo el país del matrimonio igualitario, el nombramiento de Sonia Sotomayor como la primera jueza hispana del Tribunal Supremo, el reconocimiento a la labor del Presidente con el Nobel de la Paz o el restablecimiento de las relaciones con Cuba.
Sin embargo, en estos años, y en particular en los cuatro últimos, se han desarrollado grandes mejoras y reformas pero también se han dejado en el tintero algunas de las promesas con las que Obama convenció al electorado en 2008 y en 2012.
La recuperación económica, una política exterior más abierta y la reforma sanitaria son los tres mayores logros que Barack Obama ha podido llevar adelante durante la segunda etapa de su gestión.
Por otro lado, el Presidente Obama no ha podido desarrollar tres promesas que abanderó durante su reelección en 2012: la reforma migratoria, el cierre de Guantánamo y el control de las armas.
Con este legado, el próximo reto de Barack Obama como ex Presidente de EEUU será ayudar al Partido Demócrata a recuperar el liderato de la escena política norteamericana e intervenir públicamente si las decisiones de Trump amenazan “los valores de EEUU”, tal y como reconoció ayer durante su última rueda de prensa en la Casa Blanca.
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