El actual presidente de Francia, el socialista François Hollande, ha decidido dar un paso atrás y no presentarse a la reelección para las próximas presidenciales. El mandatario francés se convirtió en 2012 en la inesperada esperanza de la izquierda europea ante las políticas de austeridad dictadas por la canciller alemana Angela Merkel y tras la salida del derechista Nicolas Sarkozy. Su mandato, sin embargo, ha estado marcado por la declive constante de su popularidad y por la falta de carisma y liderazgo ante los retos que afronta el país galo. El anuncio se produce apenas una semana después del triunfo de François Fillon en la segunda vuelta de las primarias presidenciales de la derecha francesa.
A sus 62 años, Hollande ni siquiera ha sido capaz de aunar fuerzas entorno a su figura frente al problema del terrorismo yihadista que ha azotado Francia en los últimos años, con los atentados de Niza o París. En sus propias filas, la división ha sido palpable a lo largo de todo el quinquenio. Hollande se decantó por las posiciones más liberales del partido, de las que el primer ministro Manuel Valls y el ministro de Economía Emmanuel Macron han sido los principales baluartes. Pero las tornas cambiaron para el actual presidente, pues ambos compiten ahora por hacerse con el hueco de poder que dejará Hollande en la formación.
Los numerosos tropiezos del actual presidente que se han repetido a lo largo de todo el mandato han ido minando poco a poco su credibilidad. Y el envite de las propuestas populistas de la extrema derecha del Frente Nacional, liderado por Marine Le Pen, ha contribuido a hundir irremediablemente la figura del mandatario francés. En un guiño a las posiciones más radicales de la ultraderecha gala, Hollande llegó a proponer que la Constitución contemplase la posibilidad de retirar la nacionalidad a los terroristas. Pero la propuesta se encontró con la oposición frontal de toda la izquierda, lo que le obligó a dar marcha atrás en su maniobra. Lo que sí hizo fue reforzar la seguridad en el país y redoblar los bombardeos en Siria e Irak.
El principal problema de Hollande, según los analistas, fue distanciarse de las políticas iniciales con las que había hecho campaña, lo que terminó por alejarle de los votantes progresistas, pero sin hacerle ganar nuevos electores por la derecha, que consideraban sus medidas demasiado flojas. En sus intentos de generar empleo, redujo los impuestos a las grandes empresas, sin obtener resultados palpables, lo que llevó al electorado a percibir la medida como un verdadero regalo fiscal. La gota que colmó el vaso fue la aprobación de la reforma laboral, que encontró el rechazo tanto de los sindicatos como del parlamento y la propia izquierda.
En su intento de generar empleo, redujo los impuestos a las grandes empresas, sin obtener resultados palpables
Los escándalos de su vida personal también han marcado parte del mandato, como la ruptura con la periodista Valérie Trierweiler tras conocerse su romance con la actriz Julie Gayet. Hollande se convierte así en el primer presidente que renuncia a repetir mandato en la historia de la República Francesa, tras haber crecido al lado del primer presidente de la V República, François Mitterrand.
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