Dos incógnitas se ciernen sobre la cadena de ataques de Israel contra miembros de Hezbolá mediante la detonación de sus buscas: cómo introdujeron las cargas en los aparatos y qué nivel de información manejaban para perpetrar este golpe a gran escala. Un episodio que, según los dirigentes de la organización terrorista, marca un antes y un después en el frágil equilibrio que sostiene Oriente Medio, con la amenaza de estallar una guerra abierta entre Líbano e Israel.
El ingenio letal ha provocado reacciones en todo el mundo. Sin embargo, al margen de la magnitud del ataque, la mecánica del explosivo no resulta excepcionalmente compleja. De hecho, hay otras iniciativas en la industria militar o de la inteligencia que resultan igualmente letales, y que fácilmente podrían encajar en guiones cinematográficas o novelas.
"La revolución tecnológica civil ha transformado profundamente los conflictos modernos al permitir que innovaciones diseñadas inicialmente para usos pacíficos sean adaptadas como armas en el ámbito militar", sostiene en conversación con Vozpópuli Carlos Seisdedos, fundador y CEO de Magneto INTelligence, una empresa emergente especializada en ciberinteligencia, ciberseguridad y vigilancia digital.
La voz autorizada de Seisdedos ya se traduce en la confianza de importantes entidades, incluyendo el INCIBE, UNITAR, UNODC y una destacada energética del IBEX35. A su juicio, los acontecimientos que se están viviendo en Líbano y Siria atienen a "varios factores clave". Destaca la "disponibilidad, el bajo coste y la facilidad de modificación de estas tecnologías", con teléfonos móviles, drones y software comercial "ampliamente disponibles" y "relativamente económicos".
Satélites e impresoras
Seisdedos destaca como ejemplo el uso de drones comerciales en conflictos recientes en Siria e Irak por grupos como DAESH para realizar ataques aéreos improvisados. "Estos drones se han convertido en armas letales en manos de combatientes terroristas, al igual que las plataformas de redes sociales como Facebook, Twitter e Instagram, creadas para la comunicación y el entretenimiento, se han transformado en herramientas de propaganda, reclutamiento y desinformación".
También recuerda el empleo de la tecnología para imprimir en 3D, desarrollada para la producción de prototipos y herramientas en el sector civil, pero ya adaptada para crear armas y componentes militares; o las criptomonedas, concebidas originalmente para facilitar transacciones financieras descentralizadas, "ahora juegan un papel crucial en el financiamiento del terrorismo y actividades ilegales realizadas por el cibercrimen".
Asimismo, Seisdedos recuerda que innovaciones como la red de satélites Starlink de SpaceX, diseñada para conectar áreas remotas, ha demostrado ser esencial en conflictos como el de Ucrania. También habla del uso de tecnología de reconocimiento facial en drones, cruzando información obtenida con redes sociales para identificar objetivos, o los sistemas de navegación, como el GPS, también han sido manipulados en conflictos mediante técnicas de spoofing para desorientar al enemigo, falsificando señales GPS para desviar aeronaves, drones o misiles guiados hacia rutas erróneas o zonas seguras para el atacante.
Asimismo, destaca que el Internet de las Cosas (IoT), que permite la interconexión de objetos físicos a través de Internet, representa una amenaza emergente en conflictos bélicos. "Estos dispositivos recopilan, envían y reciben datos, lo que les confiere la capacidad de comunicarse y tomar decisiones basadas en la información".
Paraguas envenenado
Y, si se mira al pasado, hay otros ingenios letales empleados por sistemas de inteligencia o entes subrepticios con el fin de acabar con objetivos específicos o neutralizarlos. Uno de ellos es el llamado paraguas búlgaro, tal y como se conoce al arma ingeniada por los servicios secretos de este país. Como revela su nombre, se trata de una pistola de aire comprimido camuflada en el interior de un paraguas, capaz de disparar un pequeño proyectil cargado de veneno.
Algunos informes apuntan que este mecanismo podría haberse empleado en el asesinato del asesinato del escritor y disidente búlgaro Georgi Markov. También en el intento de asesinato del periodista Vladimir Kostov. En ambos casos se empleó la ricina.
Estados Unidos también tiró de ingenio para asesinar sin dejar rastro. Prueba de ello fue la conocida como pistola de paros cardíacos; un arma de fuego empleada por la CIA que disparaba proyectiles cargada de un compuesto que provocaba la paralización del corazón. El ingenio se llegó a presentar en el Senado de Estados Unidos en 1975.
Guantes o pintalabios-pistola
En la película Malditos Bastardos también figura un ingenio letal. ¿Recuerdan aquella escena en la que uno de los protagonistas, disfrazado de camarero, se equipa con un guante-pistola para matar a un dirigente nazi? El arma es real y atiende al nombre de Sedgley OSS.38. Se diseñó en Estados Unidos y se fabricaron entre 50 y 200 ejemplares. Según apuntan desde Washington, se llegó a destinar a unidades específicas de las tropas norteamericanas durante la Segunda Guerra Mundial.
El museo de la KGB en Nueva York contaba entre sus vitrinas con algunos elementos singulares, tecnología disimulada con el objetivo de asesinar. Uno de ellos era un pintalabios-pistola, intervenido supuestamente en la divisoria entre Alemania Occidental y Alemania Oriental. Los investigadores consideran que pudo formar parte del catálogo de recursos de alguna espía de la KGB, sin especificar si se llegó a emplear o con qué fines.
Como también puede resultar desconocido para la mayoría de los lectores -aunque no para aquellos acostumbrados a asuntos relacionados con la seguridad- el H&K MP5K oculto en un maletín; un arma de fuego capaz de disparar ráfagas a través de un discreto agujero especialmente habilitado en la cartera. El gatillo se ubicaría en el asa de la misma.
Armas letales; unas construidas hace décadas pero aún envueltas en misterio, y otras de presente o futuro basadas en tecnología convencional. Los buscapersonas explosivos empleados contra Hezbolá ya han pasado a la historia, no sólo por su mecanismo como por la dimensión masiva del ataque.
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