La Inteligencia de Reino Unido ha descartado que una explosión registrada el miércoles en una fábrica de misiles del centro de Rusia se debiese a un posible ataque y ha hablado en cambio de "errores humanos", asumiendo que este tipo de instalaciones están sometidas a "presiones políticas para producir armas a contrarreloj".
Desde el pasado mes de octubre, ha habido al menos "cinco explosiones sin explicar" en la industria militar rusa, la última de ellas en las inmediaciones de Izhevsk. La fábrica en cuestión se dedica a la producción de misiles balísticos, entre ellos el Iskander, susceptibles de ser utilizados en la ofensiva militar sobre Ucrania.
La información inicial apuntaba a "fallos de un trabajador", aunque la prensa oficial aludió posteriormente a "pruebas planeadas". Lo que sí consideran los expertos británicos es que "es improbable que las fuerzas ucranianas tuviesen algo que ver, entre otras cosas por la dificultad de atacar con drones instalaciones a 1.200 kilómetros de la frontera". En cambio, "hay una posibilidad realista de que la explosión se debiese a la manipulación o el almacenamiento negligentes de materiales muy volátiles, combustibles y explosivos", según el informe difundido este viernes por el Ministerio de Defensa de Reino Unido.
La Inteligencia británica considera que las "presiones de altos cargos que buscan aumentar el ritmo de producción en el sector de la Defensa, habida cuenta de las necesidades derivadas de la ofensiva que sigue abierta en Ucrania, son la causa de las explosiones en las fábricas de armas". Estas presiones, añaden, "probablemente han llevado a una producción a contrarreloj y a la fatiga del personal". Y pronostican: "El aumento de la demanda en el futuro probablemente derivará en un mayor número de accidentes industriales".
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