Una isla que está más próxima a África que a Italia, y que cuenta con una población de apenas 7.000 personas, con 20 kilómetros cuadrados de superficie. En los últimos días han llegado por mar, y en muy malas condiciones, más de 10.000 personas a la isla italiana de Lampedusa, casi el doble de la población que vive allí.
El centro de acogida que gestiona los desembarcos y las ONG no dan abasto. Tiene capacidad para 400 personas, y hay al menos 2.500. La primera ministra italiana, Georgia Meloni, ha pedido ayuda a Europa.
Muchos de ellos duermen en la calle, en las carreteras, y algunos vecinos les ayudan con lo que pueden, pero también reclaman medidas para que su isla pueda seguir viviendo del turismo.
Ante la llegada masiva de inmigrantes a Lampedusa, Bruselas asegura que se está movilizando. El pasado domingo Georgia Meloni invitó a la presidenta de la Comisión Europea, Úrsula von der Leyen, a comprobar la situación que se está viviendo en la isla mediterránea.
Von der Leyen y Meloni han emitido un comunicado en el que aseguran que activarán un plan europeo para controlar la inmigración ilegal. Unas medidas entre las que figuran un incremento de la vigilancia marítima y aérea, aumentar el apoyo de Frontex (Agencia Europea de Fronteras) con medios para garantizar una rápida aplicación de las devoluciones, o la más comentada, una ampliación a 18 meses -lo máximo que permite la ley- el periodo de internamiento de las personas que buscan repatriarse.
En lo que va de año han llegado unas 126.000 personas a Italia. El doble que en el mismo periodo del año pasado.
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