1 de diciembre de 2018: Andrés Manuel López Obrador, acababa de tomar posesión como presidente de México. El primer jefe de Estado con el que se reúne, apenas unas horas después de la ceremonia de investidura, es el rey Felipe VI. Un gesto que mostraba la aparente solidez de la relación política, diplomática y económica entre España y México. Sin embargo, 18 meses después el mandatario mexicano ha convertido en amor y odio esa relación con España y con la monarquía.
El último episodio de esta relación de telenovela se produjo el pasado martes con un nuevo exabrupto hacia la Corona y hacia los medios de comunicación españoles. El presidente mexicano acusó a la prensa española de "ocultar" la "exoneración" del rey emérito Juan Carlos I, investigado por la justicia por las presuntas comisiones ilegales en el AVE a La Meca, y subrayó que el pueblo español no merece esa representación política.
"Atacar a España en este momento, igual que cuando mandó la carta a Felipe VI exigiendo una disculpa por la conquista, le sale gratis. No tiene ningún coste para él y, por el contrario, sí puede sacar algún rédito de cara a esa parte de su electorado que sigue viviendo la conquista como una afrenta", opina Carlos Malamud, investigador principal del Real Instituto Elcano.
Tapar sus fracasos
Un día después de atacar a la prensa española y a la monarquía, y sin aportar ningún tipo de prueba, acusó a Iberdrola de estar detrás una campaña orquestada contra su Gobierno por las regulaciones aprobadas en los últimos meses para limitar a las empresas españolas con proyectos en energías renovables en México.
"A López Obrador, dos años después de su victoria en las urnas y tras 18 meses, estas acusaciones le salen gratis y le sirven para ocultar el gran fracaso, del que es consciente, de su llamada Cuarta Transformación", indica Malamud.
En paralelo a sus acusaciones contra la monarquía y las empresas españolas, las víctimas oficiales por coronavirus rozan ya las 20.000 víctimas en ese país en México, país que el pasado año batió el récord de muertes violentas asociadas a la delincuencia y el crimen organizado
En paralelo a sus acusaciones contra empresas españolas, España se ha consolidado como el segundo máximo inversor en México (sólo por detrás de Estados Unidos), las víctimas oficiales por coronavirus rozan ya las 20.000 víctimas en ese país y el año pasado (el primero completo de López Obrador como presidente) México batió el récord de muertes violentas asociadas a la delincuencia y el crimen organizado: 35.000 casos de asesinato, uno cada cuatro horas.
"No ha podido tener logros objetivos con los que defender los resultados de su combate a la corrupción; tampoco ha conseguido reducir la delincuencia y el crimen organizado; no ha podido reflotar Pemex, que era uno de sus grandes objetivos; y, por si éramos pocos, su aproximación al coronavirus ha sido cuando menos cuestionable", señala el investigador del Real Instituto Elcano.
"Lo único que le faltó para estar a la misma altura que Bolsonaro en la gestión de la pandemia fue la cloroquina. Los dos han demostrado ser igual de Covid-populistas", añade.
Amor-Odio con España
Los ataques que dirige a España, a la monarquía y a las empresas españolas en clave interna contrastan los mensajes que envía a la hora de hablar de la relación bilateral. Con el Rey Felipe VI insistió en los grandes lazos que unen a ambos países y al presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, le recibió con honores a principios de 2019.
También se reunió en su despacho de Palacio Nacional el año pasado con la presidenta del Banco Santander, Ana Botín, y con el presidente de BBVA, Carlos Torres. Por el contrario, al presidente de Iberdrola (máximo generador de energía renovable en México), Ignacio Sánchez Galán, que acudió a anunciar 4.000 millones de inversión en ese país, sólo le dejó ir a Palacio Nacional para entrevistarse con su jefe de Gabinete, Alfonso Romo.
"Hay que diferenciar el discurso de López Obrador para consumo interno con la política real y la relación sólida entre España y México. Es llamativo que acuse a Iberdrola de monopilizar la electricidad cuando el peso de las renovables en México es bastante irrisorio todavía", concluye Malamud. "Todo es bastante ridículo y contradictorio", añade.
Apoya TU periodismo independiente y crítico
Ayúdanos a contribuir a la Defensa del Estado de Derecho Haz tu aportación