Emmanuel Macron ha vencido a Marine Le Pen, renueva su mandato y nadie puede poner en duda su éxito. Pero el resultado de la noche del domingo envía al jefe del Estado un mensaje que no le permitirá alargar la fiesta nocturna.
Le Pen pierde su tercer intento de alcanzar el Elíseo y su única satisfacción puede ser el haber elevado su marca en relación a 2017: de un 34%, a un 42%. Provocó el vértigo del cambio hasta las últimas horas y agotó las reservas de tranquilizantes entre los partidarios de Macron y los alérgico al olor a azufre, pero, a pesar del buen resultado, Le Pen ha vuelto a fracasar en el cara a cara ante su rival.
En todo caso, su temprana reacción se convirtió en el primer mitin para las legislativas y aseguró que dirigirá “la batalla de junio”. Después de felicitar al vencedor, subrayó que los 13 millones de franceses que le han votado suponen un desafío en Francia y en Europa, y se convierten en un contrapoder para defenderla libertad y los servicios sociales. En su llamamiento al voto a la Asamblea, lanzó un guiño a todos los votantes “vengan de donde vengan", en un intento de seguir intentando captar a parte de votantes de izquierda y del centroderecha, tarea mucho más complicada en la lucha partidaria por los escaños de la Cámara Baja. En todo caso, Marine Le Pen ha recortado cinco millones de votos a los diez que le sacó Macron hace cinco años.
Le Pen y Melenchón preparan ya la “tercera vuelta”
El papel que Le Pen se arroga como jefa de la oposición deberá disputarlo con el otro extremo del escenario político francés. Jean-Luc Melenchón apareció justo después de la segunda clasificada para mostrar así que es él quien, no solo obtendrá la mayoría de izquierda en la Asamblea, sino que Emmanuel Macron será obligado a vivir una cohabitación con el jefe de “La Francia Insumisa” como primer ministro. Melenchón, como todos, ya en plena campaña por “la tercera vuelta electoral”, calificó a Macron como el “presidente peor elegido de la V República”, por haber sobrevivido en un “océano de abstención”.
Si Macron quiere dar otra imagen e introducir cambios en su gestión, tendrá poco más de un mes para demostrarlo ante la inminencia de los comicios legislativos"
La elevada tasa de rechazo a votar, un 27,8%, es la mayor de los comicios celebrados en la V República. Solo en 1969 el abandono de las urnas fue mayor, pero en esa ocasión el PCF había llamado a la abstención. Más de 17 millones de los 48 que tienen derecho al voto rechazaron la doble oferta electoral. Muchos de los simpatizantes de la izquierda radical y buena parte de la juventud optaron por el “ni, ni”. Está por ver si las elecciones del 12 y del 19 de junio despertarán más interés.
El que pretendió convertirse en el dinamizador de la primera vuelta, Éric Zemmour, también aprovecho su oportunidad para lanzar un llamamiento a la unidad nacional del campo nacional, a “la unidad de todas las derechas”. En su alocución, fue más crítico con la candidata frustrada, a quien recordó que es “la octava derrota del apellido Le Pen”. El llamamiento a la unidad del bloque nacional es más un intento de robar apoyos a Le Pen que a la líder de “Agrupación Nacional”. El jefe del partido “Reconquista” afirmó solmene que la victoria de Macron es una derrota para “los enamorados de Francia”.
Un país fracturado
Macron puede estar orgulloso de su victoria, pero es consciente de que hay muchos millones de franceses que no se sienten representados por él y, peor, que le detestan profundamente. Después de torear la crisis de los chalecos amarillos, la de la pandemia y de dedicar mucho tiempo diplomático a la guerra ruso-ucraniana, la reválida de las urnas le obligar a intentar cerrar las fracturas que vive su país. A la situación económica, que van a empeorar como en toda Europa, deberá añadir los puntos negros de su primer mandato, según sus rivales a la derecha: poder adquisitivo, inseguridad, inmigración incontrolada, freno al islam político y estado de la enseñanza; desde la izquierda más dura se le reprochará el aumento de la edad de la jubilación a los 65 años, “la destrucción del Estado” y “la venta del país a trozos”, Melenchón dixit. Una tercera vuelta “social”, en suma, para todos sus enemigos políticos.
Si Emmanuel Macron quiere dar otra imagen e introducir cambios en su gestión, tendrá poco más de un mes para demostrarlo ante la inminencia de los comicios legislativos. Para empezar, antes de dirigirse a sus partidarios en el Campo de Marte, en la base de la Torre Eiffel, volvió a hacer sonar, como en2017, el Himno de la Alegría como introducción a su discurso, para subrayar su compromiso europeísta, tan denostado por todos sus rivales. Pequeño soplamocos al campo nacionalista.
Sus primeras palabras fueron para la ecología, para los jóvenes, para los abstencionistas y, también para los electores de Le Pen que, según él, representan un enfado al que responderá, aseguró. Un discurso que no pasará a la Historia; no era el momento de dar pistas a menos de dos meses de otro combate electoral. El sistema mayoritario a dos vueltas y la dificultad añadida en las legislativas para obtener un escaño o un grupo político le dan ventaja ante sus competidores. La reforma para introducir una parte de proporcional en el sistema electoral sería aplaudida por muchos franceses que hoy se vuelcan hacia las opciones más extremas, poco representadas en la Asamblea Nacional.
Apoya TU periodismo independiente y crítico
Ayúdanos a contribuir a la Defensa del Estado de Derecho Haz tu aportación