Internacional

Vértigo e incertidumbre en Francia: un Macron herido cambia la Historia del país

Emmanuel Macron pretendía aislar a los extremos y ha propiciado una polarización que todo hace suponer va a enfrentar a las fuerzas más alejadas de su “bloque central y progresista”

Emmanuel Macron
Emmanuel Macron, en una imagen reciente ep

“Más vale escribir la Historia que sufrirla”. Así justificó Emmanuel Macron su decisión de disolver la Asamblea tras su espectacular derrota ante el partido de Marine Le Pen en las elecciones europeas de hace una semana. Apretar lo que en Francia llaman “el botón nuclear” para cerrar la cámara baja puede que le lleve, sin embargo, a pasar a la Historia como el presidente que propició la llegada al poder de lo que él considera “extrema derecha”.

En el caso de que el partido de Marine Le Pen, “Reagrupamiento Nacional” (RN), obtenga la mayoría en las legislativas, Macron deberá proponer el puesto de primer ministro a Jordan Bardella, el gran vencedor en las europeas, y dirigir el país en cohabitación con él.

“Bombero pirómano”, “Nerón”, “Narciso”. Los epítetos que el presidente está recibiendo desde hace siete días provienen especialmente de sus propios simpatizantes. Nada le obligaba a cerrar el Palacio Bourbon y dejar en la calle a 577 diputados, incluidos los suyos, en unas elecciones que sabía, como todos sus conciudadanos, sería interpretadas como un plebiscito sobre su gestión. 

A la apabullante victoria de RN, con el joven Jordan Bardella al frente, el jefe del Estado respondió con una reacción a la Oppenheimer que ha descompuesto las placas tectónicas de la escena política francesa y va a dejar cientos de cadáveres políticos achicharrados por una deflagración que también ha echado abajo - con la participación de los votantes -  

el dique de contención o “cordón sanitario” que sufría la formación de la dinastía Le Pen desde los años 70. 

La primera réplica de ese terremoto alcanzó a la sede del partido “Los Republicanos”, la derecha tradicional, mordida electoralmente por Macron en 2017 y 2022 y debilitada por encontrarse desde entonces en tierra ideológica de nadie, expuesto a los cantos de sirena macronistas y de la derecha radical. 

¿Unión de las derechas?

La disolución de la Asamblea provocó la implosión de la derecha “moderada”, tras el anuncio de alianza electoral con Marine Le Pen presentado por el líder de “Los Republicanos”, Eric Ciotti. En una iniciativa personal, y sin consultar a sus barones, el presidente de LR rompía un tabú que duraba décadas: proponer un acuerdo entre el partido que se reclama de Charles de Gaulle, Jacques Chirac o Nicolas Sarkozy, y la derecha nacional-soberanista que muchos dentro de LR siguen considerando “extrema derecha”. En definitiva, Ciotti anunciaba el inicio de la “unión de las derechas”, el sueño de toda una franja de políticos, militantes y votantes cansados de lo que en otras latitudes calificarían de “derechita cobarde”.

El bombazo lanzado por Eric Ciotti empujó a los principales barones del partido a exigirle la dimisión inmediata. Toda Francia presenció por televisión, en directo y en diferido, el vodevil de LR, con un presidente atrincherado en su despacho y sus compañeros insultándole y amenazando con sacarle a la fuerza de la sede del partido. El comité de dirección de LR decidió echarle, pero Ciotti llevó el caso a los tribunales, que le dieron la razón.

Para Ciotti - elegido presidente por sus militantes- LR es demasiado débil para alcanzar en solitario una mayoría en la cámara legislativa que se dirime el 7 de julio; su acuerdo con RN es, según él, la única manera de vencer a Macron y a la “alianza contra natura de la izquierda”; es, según él, formar un “bloque nacional para “salvar al país”. 

El movimiento de Eric Ciotti refleja, sin embargo un deseo entre muchos de  los militantes de sus “juventudes” y de la de base de “Los Republicanos”, especialmente en la regiones del sur del país (como demuestran los resultados de las europeas), donde las reticencias de los caciques del partido cuentan menos que las coincidencias entre los dos formaciones en asuntos como la denuncia de la inmigración masiva y sin control, el aumento vertiginoso de la inseguridad y la violencia, o la exigencia de autoridad en todos los estamentos del Estado y, en particular, en la escuela pública. 

“Los Republicanos” y “Reagrupamiento Nacional” mantienen posturas divergentes sobre asuntos económicos y sociales, hasta el punto de que los “gaullistas” achacaban a Marine Le Pen defender postulados de izquierda en ese terreno. Pero, para Ciotti, es más lo que les une que lo que les separa. De hecho, en un sondeo celebrado el pasado año, uno de cada dos votantes de “Los Republicanos” apoyaba una alianza con RN. Tras las primeras consultas de opinión para las legislativas, al partido de Le Pen le bastarían con unos 20 apoyos fuera de sus filas para alcanzar la mayoría. 

Bardella “tuiteó” sin tardar: “Eric Ciotti ha elegido el interés de los franceses antes que el de nuestros partidos. Unamos nuestras fuerzas para luchar contra el caos migratorio, restablecer la autoridad, el orden, y apoyar el poder adquisitivo de los franceses. La unión hace la Francia»

La tercera fuerza de las derechas, el partido “Reconquista”, dirigido por Eric Zemmour y Marion Marechal, también mostró su satisfacción por el acercamiento entre LR y RN, pero la sobrina de Marine volvió a sacudir el escenario. Cabeza de lista en las europeas del partido “Reconquista”, anunció que votará por “Reagrupación Nacional”, la formación de su tía. El presidente de “Reconquista” manifestó sentirse engañado y acusó a Marion Marechal de haber abandonado a los miembros de su partido como a “perros”.  Zemmour dedidió excluirá a Marechal de su formación. Irónicamente, el aún jefe de “Reconquista” interpreta la actitud de Marion Marechal como una “reunifiación familiar”

Zemmour ha reivindicado ser el primero que propuso ya hace 25 años una “unión de las derechas”. Fuentes de RN reconocen en privado que Eric Zemmour representa para Le Pen una radicalidad que les dificultaría la legitimación y “desdiabolización” del partido. Zemmour en todo caso ha servido, por eso mismo, para “centrar” a la principal formación de las derechas.

Izquierdas: unidad, o morir con los principios puestos

Las dudas de las derechas contrastan con la renovada luna de miel preelectoral de las formaciones de izquierdas. En la noche del lunes vio la luz un “Nuevo Frente Popular” que reúne a “La Francia Insumisa” de Jean-Luc Melenchón con el Partido Socialista, el Partido Comunista, “Europa Ecología Los Verdes” y un día más tarde, a los ultraizquierdistas del Nuevo Partido Anticapitalista, una formación con menos de un 1% de apoyo en elecciones de todo signo, pero convertido en mascota por una parte del periodismo francés.  

En la noche del jueves, el “NFP” comunicaba eufórico la firma de un programa común para los cien primeros días de gobierno. De los insultos, bulos y ataques intercambiados en la campaña para las europeas se pasó al poliamor con la condición obligada de esconder bajo la alfombra las innumerables diferencias que les separan con un solo fin: impedir la victoria de lo que denominan “extrema derecha”; “el fascismo está a las puertas del poder”, advierte la jefa del sindicato izquierdista CGT.

 Los principios quedan en un segundo plano cuando la necesidad de contar con diputados en la próxima Asamblea es cuestión de supervivencia política y financiera para todos. El sistema electoral francés, mayoritario a dos vueltas, penaliza a quien no se presenta coaligado. Un candidato común ofrece muchas más posibilidades de éxito que presentarse por separado.

La necesidad obligó a todas las izquierdas a parir con fórceps un documento que, bajo la promesa de vender un paraíso social a los votantes, los melenchonistas aceptaban considerar como “masacres terroristas” el pogrom de Hamás del 7 de octubre y rechazar “el proyecto teocrático” de ese grupo terrorista palestino. Los socialdemócratas también renunciaron a sus convicciones a cambio de que el NFP incluyera en el texto la defensa de la soberanía y la libertad del pueblo ucraniano, así como la integridad de sus fronteras. Vladímir Putin, dice el documento, “deberá responder de sus crímenes ante la Justicia Internacional”.

La “palestinización” de la campaña por parte de LFI le ha dado buenos resultados allí donde ha centrado el foco: las “banlieues”, los barrios de los suburbios habitados en su mayoría por descendientes de emigrantes extraeuropeos y de confesión musulmana. Es el caladero que Melenchón trabaja con redes de arrastre para hacerse con los 400.000 votos que dice le faltan para llegar a la presidencia en 2027, su verdadero anhelo. Vencer la abstención en esas zonas es una de sus prioridades. Aunque esa campaña implique la afirmación de un antisemitismo que se traduce en declaraciones de algunos de sus camaradas, como Aymeric Caron: “quienes no critican a Israel no pertenecen a la especie humana”.

De momento, todo se esconde bajo el “histórico programa de ruptura” que en el apartado económico los especialistas menos partidistas consideran una carta a los reyes magos republicanos: aumento del salario mínimo a 2000 euros brutos (1600 netos); recuperación del impuesto a los “ricos”; abrogación de las reformas de las pensiones y del desempleo; aumento de los salarios en la empresa pública y ¡privada!; bloqueo de precios en la alimentación, la energía y los combustibles… Para el actual responsable de Finanzas en el gobierno de Macron, Bruno Lemaire, el plan de las izquierdas es “un delirio total” que hundiría las arcas públicas. Algunos le han recordado que durante sus 7 años de ministro Francia se ha endeudado en un billón de euros más, que se añaden a los 2 billones heredados. 

El expresidente socialista francés, François Hollande, que fue martirizado hasta la derrota final por el ala izquierda de su partido, también se ha subido al coro del “no pasarán”. Para él, “debemos hacer todo lo posible para que la extrema derecha no llegue al poder”. Hollande calienta también la campaña para presentarse a las presidenciales post-Macron, en 2027 – o quizá antes -. En ese empeño, no podía dejar pasar el tren de la nueva “Resistencia” que va a combatir a la “fachosfère”.

“Desmacronización” de la campaña macronista

Diferentes sondeos y proyecciones sobre estudios en las 577 circunscripciones en juego dan vencedor a Reagrupamiento Nacional que, con alrededor de 32% de los votos, rozaría la mayoría absoluta. Las izquierdas se situarían en un 25/28%; el bloque macronista llegaría al 19%, y el LR dividido no sobrepasaría el 9%. 

En este escenario de recomposición – o de descomposición -de la escena política francesa, Emmanuel Macron hace campaña para su grupo, a pesar de que las normas de la V República no lo permiten. Ve, hora tras hora, que su deseo de atraer a descontentos del socialismo y de lo que quede de “Los Republicanos” se esfuma a la misma velocidad que se diluye su credibilidad. Se desgañita para atacar a la “alianza indecente de la izquierda” y a la “contra natura de la derecha”. Solo un 25% de los sondeados le sigue mostrando confianza.

Algunos de sus allegados señalan su repentina hiperactividad. El presidente quiere continuar su omnipresencia en los medios de comunicación. Los exdiputados de su partido, que tienen que volver a pelear en pueblos y ciudades su escaño en la Asamblea, prefieren evitar la foto de Macron en sus folletos electorales.

Emmanuelle Macron pretendía aislar a los extremos y ha propiciado una polarización que todo hace suponer va a enfrentar a las fuerzas más alejadas de su “bloque central y progresista”. Si un milagro no lo remedia, una de estas dos Francias va a helarle el corazón.

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