Francia inicia esta noche una aventura desconocida. La segunda y definitiva vuelta de las elecciones legislativas puede deparar una Asamblea sin mayoría absoluta de ningún partido y un presidente debilitado y descreditado, que tendrá difícil salvar a su país del desgobierno en los tres años de mandato que le quedan.
La mayoría absoluta (289 diputados) a la que se acercaba el partido de Marine Le Pen, “Reagrupamiento Nacional” (RN), tras la primera vuelta, parece alejarse según todos los sondeos después de la maniobra de desistimiento que acordaron el bloque macronista y las izquierdas aliadas en el “Nuevo Frente Popular”, para retirar a sus candidatos en las 306 circunscripciones donde sus respectivos aspirantes pudieran hacerse competencia en las triangulares, lo que facilitaría a una victoria de los representantes de RN.
Como consecuencia de ello, nada menos que en 217 de las 501 circunscripciones en juego (en 76 del total de 577, RN y las izquierdas ya salieron vencedores hace una semana) la extraña alianza anti-LePen, que sus autores denominan “Frente Republicano”, puede frenar hoy la ola marinista.
Las últimas encuestas situaban a RN entre 170 y 210 diputados; una horquilla de 155 a 185 para las izquierdas; de 120 a 150 al bloque de Emmanuel Macron (su partido, “Ensemble”, “Horizons” y “Modem”), y de 50 a 65 a la derecha tradicional de “Los Republicanos”. (Sondeo Ifop-Fiducial).
Ni el bloque de izquierdas ni el bloque central serán capaces, según siempre las encuestas de opinión, de obtener ni siquiera una mayoría relativa, lo que ha transformado estos comicios en un referéndum por o contra una victoria de RN y un gobierno de Jordan Bardella, el delfín de Le Pen que condujo y ganó la batalla de las europeas con holgura, el 9 de junio.
Macron, “tonto útil de Melenchón”
En solo un mes, Emmanuel Macron ha obligado a sus partidarios y a la oposición a una frenética campaña relámpago que se saldó en una primera vuelta catastrófica para sus propias tropas. Tras considerar a la alianza de izquierdas liderada por Jean-Luc Melenchón como “contra natura”, “pro-inmigracionista” y “antisemita”, el todavía inquilino del Elíseo promovió una coalición de perdedores, con esas izquierdas como invitados estelares, para cerrar el paso a Marine Le Pen. "Macron se convirtió así en el tonto útil del melenchonismo”, según Arnaud Benedetti, profesor en la Sorbona y redactor jefe de la “Revue politique et parlementaire”.
La campaña para las legislativas se ha convertido en esta última semana en una histérica cruzada anti-Lepen alimentada por el oficialismo y sus aliados objetivos de las izquierdas, desde la más extrema - representada por “La Francia Insumisa” de Melenchón - hasta los socialdemócratas de “Plaza pública”, dirigidos por Rafael Glucskmann, pasando por comunistas (PCF), socialistas (PSF) y ecologistas de EELV (Europa Ecología Los Verdes).
La mayoría de los periodistas, los abajofirmantes habituales de la cultura ("más bien del espectáculo”) los mandarines de las universidades, los economistas de extrema izquierda a la salsa Piketti y los jueces del mismo signo, cientos de asociaciones “humanitarias” de todo tipo y algunos deportistas –como el fino analista Mbappé- han contribuido a ese plebiscito contra “el peligro de la extrema derecha” en el que se han convertido estos comicios legislativos.
Frente a ellos, un centenar de intelectuales ha llamado a levantar un dique contra el “Nuevo Frente Popular”, al que juzgan como “la principal amenaza para los judíos de Francia”. Son los que solo aparecen en “Le Monde” o “Libération” para ser criticados por sus opiniones o el contenido de sus libros, como Georges Bensoussan, Pierre-André Taguieff o Florence Bergeaud-Blackler, entre otros.
“Arco parlamentario”: desde comunistas a la derecha tradicional
Muchos electores confiesan andar algo perdidos por los mensajes contradictorios recibidos en tan corto plazo, especialmente de su presidente y de su todavía primer ministro, Gabriel Attal. Si el primero imagina tras este domingo la formación de “un arco parlamentario” que abarque de la derecha tradicional (LR) al Partido Comunista”, pero nunca a “La Francia Insumisa”, Attal no excluye a los melenchonistas en esa macedonia con condimentos incompatibles en fines y programas.
Macron dice que esa “gran coalición” puede salvar de la ingobernabilidad al país (y al ridículo a él mismo). Ni siquiera como añagaza electoralista puede funcionar, pero ya ha despertado las ambiciones de algunos por el puesto de jefe de gobierno en el caso de ausencia de mayoría absoluta. La jefa de los verdes, Marine Tondelier, un partido con 5.5% de votos en las elecciones europeas, se propone como primera ministra para cohabitar con Macron.
Pero hablando de cohabitación, está por ver cómo esas formaciones de izquierdas que se han unido para afrontar las elecciones van a cohabitar entre ellas a partir del lunes. Ya antes de la segunda vuelta y, a pesar de los desistimientos ordenados por los aparatos de dirección, las descalificaciones entre sus diferentes líderes dejan prever un futuro no tan fraternal. Jean-Luc Melenchón concita el grueso de las descalificaciones. Así, por ejemplo, François Ruffin, un diputado de la izquierda no woke y con los pies todavía en el terreno social abandonado por la nueva izquierda identitaria y proHamás, califica a Melenchón de “losa” y “obstáculo para el voto de izquierda”.
El socialdemócrata Glucsksmann, también embarcado en el “todo salvo Le Pen”, considera a Melenchón “un problema inmenso”: “La constitución del Nuevo Frente Popular marca el fin de la hegemonía cultural, política e ideológica de Jean-Luc Melenchón sobre la izquierda francesa”, sentencia. Glucksmann fue víctima de insultos antijudíos de la extrema izquierda durante la campaña para las europeas, en las que salió victorioso entre todas las formaciones de izquierda.
¿Gobierno de técnicos?
Ningún especialista en sondeos se atreve a apostar por una mayoría de gobierno con la suma de todas las izquierdas anti-Melenchón, unidas a centristas y a la derecha tradicional. Así las cosas, el presidente también especula con un gobierno técnico, formado por especialistas sin adscripción ideológica, estilo Mario Draghi, como vivió Italia en su momento.
Tampoco nadie cree firmemente en esta posibilidad, pues en la Asamblea que se dibujará dentro de unas horas las fuerzas de los dos extremos podrían sumar para frenar cualquier opción que no cumpla sus exigencias tanto en economía y en otros terrenos delicados como la inmigración o la delincuencia. Las piezas del puzle que Macron quiere cuadrar para poder conformar un gobierno sin Le Pen ni Melenchón no parecen encajar.
Son precisamente Melenchón y Le pen los que no se han dado por vencidos. Desafiando a las encuestas, el líder islamoizquierdista considera que los seis millones de abstencionistas de la primera vuelta pueden cambiar las previsiones. Y, según él, si la nueva Asamblea no permite la formación de un gobierno, la culpa será de Macron y, en consecuencia, este debería dimitir. Para nadie es un secreto que el líder insumiso sigue soñando con ocupar el palacio del Elíseo, ya sea en 2027, o antes, si el actual jefe del Estado tira la toalla, algo que ha asegurado no piensa hacer, sea cual sea el resultado de las urnas.
Marine Le Pen basa también su esperanza en un aumento espectacular de la participación. El domingo pasado su partido sobrepasó los diez millones de adhesiones en las urnas. En las presidenciales de 2022 superó los doce millones. La campaña en su contra, por tierra, mar y aire, de todos sus rivales podría, según ella, tener un efecto contraproducente y jugar a su favor.
Violencia y temor
La polarización política, la tensión provocada por una campaña llevada al sprint y la incertidumbre sobre el futuro del país se ha traducido también en un aumento de la violencia contra los políticos. La portavoz del gobierno y dos de sus acompañantes fueron agredidos mientras pegaban carteles por conocidos jóvenes delincuentes que invocaron el Corán en un barrio que cierta prensa califica púdicamente de “sensible”.
Dos representantes del partido de Marine Le Pen acabaron la semana con heridas. Fuentes oficiales cifran en más de cincuenta las agresiones contra candidatos o militantes de diferente signo. A ese tipo de situaciones contribuyen actitudes como la de los raperos que participaron a su manera en la campaña con canciones donde se animaba a violar a la madre de Jordan Bardella y se trataba de “perras salidas” a Marine Le Pen y a su sobrina, Marion Marechal.
Más de 30.000 policías serán desplegados en la noche de la jornada electoral. Grupos de ultraizquierda han convocado manifestaciones contra el partido de Marine Le Pen bajo el lema, “Quedaos con las urnas, nosotros tenemos las calles. El centro de las ciudades francesas ofrece un aspecto insólito en plenas rebajas, con los comercios protegidos con maderas y otros materiales para protegerse de destrozos y pillajes.
Francia teme que el resultado de las urnas no sirva para calmar los ánimos. Los diputados elegidos esta noche no ocuparán sus escaños hasta el 18 de julio. Hasta entonces, el país estará muy pendiente de las decisiones de Macron y su minoría presidencial. Justificó la disolución de la Asamblea para “clarificar la situación política” y ahora se ve obligado a hacer todo lo posible para asegurar la gobernabilidad de un país que ha conducido al paroxismo.
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