Michel Barnier, miembro de la derecha tradicional, excomisario europeo y conocido internacionalmente como negociador de la UE para el Brexit será el nuevo jefe de gobierno de Francia.
Emmanuel Macron se ha decidido, por fin, después de 51 días desde las elecciones legislativas anticipadas y tras haber rechazado a la candidata de la coalición de izquierdas, los cuatro partidos englobados en el Nuevo Frente Popular (NFP) (La Francia Insumisa de Jean- Luc-Melenchón, socialistas, comunistas y ecologistas). El NFP exigía la jefatura de gabinete por ser la alianza electoral con mayor número de diputados en una Asamblea donde ningún grupo tiene mayoría.
El rompecabezas que ha mantenido en vilo al país en las semanas posteriores a los Juegos Olímpicos se explica porque la nominación de un nuevo inquilino para el palacio de Matignon no dependía tanto del número de votos necesarios para pasar el voto de los parlamentarios (289 es la mayoría en una Asamblea con 577 escaños), sino de la seguridad para Macron de proponer a alguien que no fuera objeto de una censura legislativa.
Y es ahí donde el partido de Marine Le Pen se convierte en indispensable para el nombramiento de Barnier. Los últimos finalistas, Xavier Bertrand (centroderecha) y Bertrand Cazeneuve, socialdemócrata, fueron vetados tanto por la izquierda – incluida la línea oficial del PS-, como por la Reagrupación Nacional de Le Pen.
Para anunciar al nuevo dirigente, Macron habría recibido el nihil obstat de RN, que con sus 143 diputados (el primer partido de la Asamblea) tiene la llave para aceptar un premier considerado de la derecha moderada, pero con posiciones exigentes en apartados como la inmigración o la inseguridad. Le Pen había hecho saber que mientras Bertrand y Cazeneuve no recibirían sus votos, estaba dispuesta a esperar el discurso de investidura de Barnier.
Marine Le Pen también manifestó que una de las condiciones de su formación para aceptar a un nuevo primer ministro era el compromiso de cambiar el método electoral para convertirlo en proporcional, lo que le daría mayores posibilidades para tener la mayoría soñada en la Asamablea, quizá dentro de un año, cuando se puedan convocar nuevas elecciones.
La paradoja es que Macron se ha visto obligado a depender de RN cuando pactó con la izquierda y la extrema izquierda un “cordón republicano” para evitar una eventual mayoría absoluta de Le Pen en la cámara legislativa. Está por ver si el candidato pasa el examen del legislativo.
Michel Barnier, de 73 años, miembro histórico de Los Republicanos, hoy rebautizada Derecha Republicana, fue candidato frustrado a la presidencia como representante de la derecha tradicional. Varias veces ministro en gobiernos conservadores, es conocido en Europa por su trabajo como Comisario de Mercado Interior, y especialmente, como negociador del Brexit.
Manifestación de la izquierda
La izquierda clama ya contra Emmanuel Macron y anuncia para este sábado una manifestación por la negativa presidencia a nombrar a su candidata, Lucie Castets, una alta funcionaria cuyo programa se cimentada sobre una subida de impuestos y un aumento del gasto público.
Para la izquierda, especialmente los “melenchionistas”, se trata de una “traición” al voto de los franceses. La dirigente de los “verdes” le trataba en la mañana de este jueves de “perverso”.
Michel Barnier y Emmanuel Macron coinciden en sus remedios para reducir los espectaculares déficits que sufre Francia. Por ello, la izquierda habla también de una falsa “cohabitación”. Tradicionalmente, este concepto define una gestión entre dos políticos de distinto ideario político y económico.
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