A menos de tres meses para las elecciones presidenciales francesas y en pleno escándalo del candidato de la derecha, François Fillon, con un Partido Socialista en horas bajas, sopla viento de cola para el Frente Nacional tras la victoria de Donald Trump. Sin embargo, todos los sondeos dibujan al exministro de Economía, Emmanuel Macron, como el principal enemigo a batir para la líder ultraderechista Marine Le Pen en su carrera hacia el Elíseo.
Este exbanquero de Rothschild, que no se presenta bajo las siglas de ningún partido, comenzó su andadura como asesor económico a la sombra del presidente François Hollande. Dos años después, en agosto 2014, logró hacerse con la cartera de Economía con el propósito de recuperar la confianza en Francia y con la misión de dar un giro liberal a la política económica del hexágono. En su libro 'Révolution', publicado al inicio de la campaña se presenta como liberal de izquierdas.
Por entonces tenía tan sólo 36 años y sustituía en el cargo al díscolo Arnaud Montebourg, que abandonó el Ejecutivo por las discrepancias con la política de recortes impuesta por el ex primer ministro Manuel Valls. Este último cayó derrotado recientemente en las primarias socialistas por el también exministro Benoît Hamon, al que las encuestas sitúan ahora en cuarto lugar de cara a las presidenciales.
Un enarca que no se libra de los escándalos
El llamado a convertirse en el sucesor de Hollande es un 'enarca' -estudió en la Escuela Nacional de la Administración (ENA), cantera de altos cargos de la República francesa-. Por allí pasaron personalidades como Chirac, Juppé, Jospin, Ségolène Royal, Hollande, Moscovici, Trichet o Giscard d’Estaing. Pero el amor no lo encontró precisamente allí, sino mucho antes. Macron está casado con Brigitte Trogneux, su profesora de francés del instituto que le saca más de veinte años. Fruto de la anterior relación de la maestra, tienen tres hijos que han convertido a Macron en abuelo con tan solo 39 años.
Pero el candidato a la presidencia de Francia no se libra de los escándalos que están inundando las portadas de los diarios galos durante las últimas semanas. El candidato del movimiento En Marche! se encuentra en el punto de mira de Rusia. El que fue hombre de confianza de Hollande ha tenido que salir al paso de los rumores de una supuesta homosexualidad y de mantener una relación secreta con el director de la radio pública francesa, Mathieu Gallet. La injerencia de los medios cercanos al Kremlin no parece casual, pues tanto la candidata del FN como Fillon comparten una cierta simpatía por Rusia. La primera reconoció haber financiado su partido mediante bancos de ese país y el segundo no oculta su amistad personal con el mandatario Vladimir Putin.
Pero los ataques contra el candidato francés no se detendrán aquí. Al menos es dejó entrever el fundador de Wikileaks, Julian Assange, quien anuncia que en los próximos días saldrán a la luz documentos comprometedores para Macron, relacionados con los correos electrónicos de Hillary Clinton.
Sin programa hasta marzo
Macron está siendo criticado por no haber presentado aún un programa concreto de qué quiere hacer con el hexágono si gana las presidenciales. Sin embargo, en sus mítines ha empezado a desvelar algunas de claves de lo que serán las líneas generales de su proyecto. Macron pretende aumentar el gasto en Defensa, reclutar 10.000 policías y gendarmes o reforzar el laicismo. En materia económica propone aligerar las cargas patronales y llevar a cabo una política de inversión en economía digital o energía. También sugiere rebajar las cotizaciones de los trabajadores y fortalecer las fronteras europeas.
Macron intenta jugar la baza de candidato antisistema (nunca se ha presentado a unas elecciones), pues considera que el sistema político se ha convertido en el principal obstáculo para la transformar el país.
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