Internacional

Thatcher: lecciones de liderazgo

 

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Como la España de abril del 2013, el Reino Unido de mayo del 1979 era un país con sensación de fracaso, un país con la sensación de estar abocado al declive continuo, dividido, enfurecido, sin esperanza. Las huelgas de la minería del carbón habían llevado al país a la semana de 3 días laborales, las casas iluminadas por las velas. Las bolsas de basura se amontonaban sin recoger en las calles, como los cadáveres se amontonaban sin enterrar en las funerarias. 

La llegada de Margaret Thatcher al poder supuso un antes y un después para el Reino Unido y para el mundo. Independientemente de la opinión que  a cada uno le puedan merecer sus políticas, parece imposible no reconocer su ejemplo de liderazgo providencial capaz de poner en pie a un país derrotado por si mismo.

La alternativa consistía en hacer a la gente responsable de su futuro

Primero, Margaret Thatcher, licenciada en Químicas por Oxford y abogado, tenía la capacidad intelectual  para entender los problemas a los que se enfrentaba  el Reino Unido y para ofrecer una  visión alternativa para su futuro. La alternativa no pasaba por vender una visión edulcorada de la realidad, en la que los problemas se resolverían solos, en las que el Estado rescataría a los que cometieran errores. Al contrario, la alternativa consistía en hacer a la gente responsable por su propio futuro, extender el ámbito de la libertad y de la iniciativa privada, el ámbito en el que el trabajo individual duro llevaría su recompensa. Y unía a esta inteligencia una enorme capacidad de trabajo, que le llevaba a levantarse antes que ninguno de sus ministros, a trabajar mucho más que cualquiera de ellos, y a dominar, mejor que ellos, los asuntos que se discutían en el Consejo.

Segundo, Thatcher tenía una capacidad extraordinaria para comunicar su visión a los votantes, de modo que estos entendieran lo que estaba pasando, cuáles eran los problemas, cómo se resolverían, a dónde les quería llevar con sus decisiones. Desde que en Oxford fue elegida presidenta de la asociación de estudiantes, su oratoria la permitió salir victoriosa contra corriente, la única mujer en un mundo de hombres, en el mundo más conservador y menos feminista.

Fue una líder capaz de sacar al Reino Unido del desastre de la posguerra

Tercero, Margaret Thatcher tuvo un enorme coraje físico y moral para superar las enormes dificultades y divisiones, en el país y en el gobierno, que su programa de reformas suponía. Los ministros conservadores de aquel primer gobierno eran poco dados a la ideología. Eran conservadores con c minúscula, de los que no quieren cambios, ni líos, ni grandes políticas,  porque ellos ya están bien. Los derrotó con paciencia, con decisión, y con mucho valor, como derrotó a los generales argentinos y a los mineros del carbón.

Inteligencia inusual, enorme capacidad de trabajo, capacidad de comunicación y valor. Esos fueron los ingredientes necesarios para una líder capaz de sacar al Reino Unido del desastre de la posguerra, de dar esperanza al país, de movilizar las energías creativas de los ingleses y enfocarlas, no a protestar o a manifestarse o esperar el subsidio, sino a crear prosperidad para ellos y sus hijos.

Más allá de sus polémicas decisiones en Europa, más allá de los errores altivos tras su tercera elección, la vida política de Thatcher es una lección de liderazgo. Y el Reino Unido tuvo la suerte de encontrar (o su sistema político la capacidad de generar) a un líder providencial como Margaret Thatcher exactamente en el momento adecuado.

* Luis Garicano es catedrático de Economía y Estrategia de la London School of Economics

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