La primera ministra británica, Theresa May, intentará salvar su acuerdo del "brexit" este viernes sometiéndolo por tercera vez a votación en el Parlamento, aunque no tiene asegurada una mayoría que lo respalde. Los diputados votarán en esta ocasión únicamente el tratado de salida, que establece los términos del divorcio, pero no la declaración política sobre la futura relación bilateral que lleva asociado el pacto.
Esa estrategia permitiría a May ganar tiempo en caso de lograr el respaldo de los diputados. Si se aprueba el texto, el Reino Unido evitaría el fantasma de una ruptura abrupta el próximo 12 de abril y retrasaría la fecha de salida hasta el 22 de mayo, según el calendario que marcaron los líderes europeos en su última cumbre.
En ese tiempo agregado, el Reino Unido todavía debería ratificar el paquete completo de documentos que permitirían un "brexit" negociado, entre los que se incluye el texto que detalla las líneas básicas del modelo de relación que esperan forjar Londres y Bruselas tras la separación.
El tratado de salida
El tratado de salida que se votará hoy -29 de marzo, el día originalmente previsto para la ruptura- incluye en sus 595 páginas algunos de los aspectos más controvertidos de la negociación que ha llevado a cabo May en los últimos dos años.
Establece la factura de salida que debe abonar el Reino Unido (unos 45.000 millones de euros), detalla los futuros derechos de los ciudadanos de ambos lados del canal de la Mancha y, de manera especialmente relevante, enuncia el controvertido mecanismo de salvaguarda para evitar una frontera entre las dos Irlandas.
Esa cláusula es el principal motivo por el que el norirlandés Partido Democrático Unionista (DUP), cuyos diez diputados son clave para que May tenga mayoría en los Comunes, mantiene por ahora su rechazo al acuerdo.
La primera ministra se enfrenta además a la persistente oposición de un nutrido grupo de euroescépticos de su propia formación. El miércoles ofreció dimitir antes de que se inicie la segunda fase de las negociaciones con Bruselas a cambio de apoyos. La oferta seduce a los "tories" que aspiran a liderar esa negociación, dado que podrían hacerlo una vez superado el incómodo escollo de la aprobación del acuerdo.
El exministro de Exteriores Boris Johnson, uno de los candidatos a suceder a May y tomar las riendas de las futuras negociaciones, sugirió esta semana que podría valorar apoyar el acuerdo, a pesar de que ha lanzado feroces críticas sobre él durante meses. El diario "Evening Standard" enfrió hoy las perspectivas de que respalde el pacto al revelar que el antiguo alcalde de Londres sostiene en privado que el acuerdo está "muerto".
Los laboristas piden una unión aduanera
Dado que los números no cuadran por ahora para May, el Gobierno puede intentar persuadir a diputados de la oposición laborista comprometiéndose a reescribir en colaboración con el resto de partidos los términos de la futura relación comercial, que quedará abierta si este viernes se aprueba el pacto.
Una de las principales demandas del Partido Laborista es establecer una unión aduanera con la Unión Europea, una cuestión que se dirime en ese documento, no en el tratado de salida. La posición oficial laborista es sin embargo que no apoyará el "'brexit' a ciegas" que propone el Gobierno.
Aún así, en enero, 25 diputados de la formación, elegidos por circunscripciones favorables al "brexit", se rebelaron para votar en contra o abstenerse sobre una enmienda que pedía extender el "brexit" más allá del 29 de marzo, al no querer ser percibidos como responsables de frustrar la ruptura.
Al mismo tiempo, el "número dos" del partido, Tom Watson, aseguró durante la manifestación favorable a un referéndum del pasado sábado en Londres que estaría dispuesto a respaldar el pacto si el Gobierno se compromete a someterlo a la confirmación de los ciudadanos en un plebiscito.
La primera ministra ha asegurado en la Cámara de los Comunes que no permitirá que se produzca una ruptura abrupta con la UE sin el beneplácito del Parlamento, que ha votado en diversas ocasiones en contra de esa vía. La opción más probable si no se ratifica un acuerdo es, según May, que el Reino Unido pida una prórroga larga, lo que le obligaría a participar en las elecciones europeas de mayo.
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