La madrugada del 24 de febrero, Vladimir Putin lanzó la invasión a gran escala de Ucrania. Misiles de crucero, ataques aéreos y artillería golpearon los aeródromos y bases militares mientras las tropas rusas entraban en territorio ucraniano por siete frentes. La ofensiva se detuvo a unos 30 kilómetros de la capital, Kiev, mientras comenzaba el éxodo de civiles que huían hacia Polonia, Rumanía, Eslovaquia o Hungría -un éxodo que no tardaría en convertirse en la mayor crisis de refugiados en territorio europeo desde la II Guerra Mundial-. Los errores tácticos y logísticos impidieron que Putin lograse su objetivo de sitiar Kiev y derrocar al Gobierno de Volodimir Zelenski en los primeros días de guerra. Aunque Moscú amenazó con una respuesta "nunca vista" en caso de interferencia desde el exterior -un claro mensaje para EEUU y la OTAN-, la reacción de buena parte de la comunidad internacional fue casi inmediata: países de la UE y la Alianza Atlántica comenzaron a enviar armamento ofensivo a Ucrania (España lo haría el 2 de marzo 48 horas después de negarse). La guerra iniciada por el Kremlin cumple hoy un mes en medio de ataques cada vez más cruentos contra la población civil. Estas son las fotografías que definen cuatro semanas de invasión.
En la imagen, el cuerpo de un combatiente yace ante un vehículo lanzacohetes ruso destruido en las afueras de Jarkov el 25 de febrero.
Civiles
“Ucrania ha entrado en un escenario de defensa total. Cualquiera que (…) sea capaz de sostener un arma puede unirse a las Unidades de Defensa Territorial en su región”. Con este mensaje, difundido en las redes sociales solo unas horas después de que Putin lanzase la invasión, Kiev llamó a filas a todos los civiles capaces de combatir. Para obtener un arma, los ucranianos solo debían presentarse en las sedes de las brigadas regionales de las Unidades de Defensa Territorial. Así, miles de civiles, muchos sin ningún tipo de entrenamiento militar, recibieron armas y se unieron a los diversos grupos formados por voluntarios. Los brazaletes amarillos distinguen a estos combatientes.
En la imagen, Lesya (C), una combatiente de las Unidades de Defensa Territorial, durante su boda en un puesto de control cerca de Kiev.
Jarkov
A medida que la ofensiva rusa fracasaba en su objetivo de tomar las grandes ciudades de Ucrania en los primeros días de invasión, Putin intensificó los bombardeos contra las urbes. Moscú también recrudeció su ofensiva en el Sur del país: mientras el Kremlin anunciaba a principios de marzo la caída de Jersón –la primera ciudad importante conquistada por los rusos, situada en el río Dniéper y a orillas del Mar Negro- los defensores resistían ante un enemigo muy superior. Comenzaba el cruento asalto a Mariúpol mientras la ofensiva también era cada vez más violenta en Jarkov, la segunda ciudad más importante de Ucrania.
En la imagen, los efectos de los bombardeos rusos en el centro de Jarkov. Los misiles de crucero alcanzaron el Ayuntamiento, ubicado en el Palacio del Trabajo, o los edificios más altos de la ciudad. También la principal comisaría y un edificio universitario.
Refugiados
La mayoría de los refugiados han llegado a países que comparten frontera con Ucrania: cerca de 2,1 millones de ellos han huido a Polonia, 543.000 a Rumanía y 367.000 a Moldavia. La ola de solidaridad de los europeos con quienes huyen de la guerra no impide que la situación de los ucranianos sea cada vez más grave y precaria. "Lo peor está por llegar", advierte Acción contra el Hambre. “Ahora vemos gente que viene directamente de las zonas de conflicto y que está muy necesitada por su sufrimiento físico y psíquico. Son refugiados que han huido con lo puesto” asegura Olivier Longué, director general de Acción contra el Hambre sobre los refugiados ucranianos, que ACNUR cifra ya en más de 3,5 millones.
Sólo un día después del comienzo de la invasión, el Gobierno ucraniano prohibía salir del país a todos los hombres de entre 18 y 60 años. En la imagen, una pareja se despide en la estación de tren de Kiev.
Evacuaciones
Mientras en la primera semana de marzo comenzaba la evacuación de civiles de ciudades sitiadas por las tropas rusas como Sumy, Mariupol o Irpin, al oeste de Kiev, se sucedían las denuncias de ataques de artillería contra las rutas de evacuación. Moscú anunciaba el 8 de marzo la apertura de nuevos corredores humanitarios tras el fracaso de los tres intentos anteriores y entre acusaciones de ruptura de las treguas temporales porque los bombardeos impedían las evacuaciones. El 6 de marzo, las fuerzas rusas bombardearon durante varias horas un cruce de carreteras que utilizaban cientos de civiles de Sumy para huir del avance de las tropas en su ofensiva hacia la capital, Kiev, según denuncia Human Rights Watch. Asimismo, la ruta de evacuación de Mariupol (ciudad del sureste cuya conquista es clave para las aspiraciones de Putin de unir Crimea con los territorios rebeldes del Donbás) fue objetivo de las bombas rusas.
En la imagen, un voluntario (i) y una mujer yacen en el suelo después del bombardeo del ejército ruso en el punto de evacuación de Irpin, cerca de Kiev.
Mariupol
Mariupol, en el sureste de Ucrania y bajo un asedio apocalíptico que tiene visos de prolongarse, ha sido escenario de algunos de los ataques más crueles de esta guerra, como los bombardeos contra un hospital materno infantil (en la imagen) o edificios en los que se refugiaban menores. Unas 400.000 personas han estado atrapadas en la ciudad durante más de dos semanas en medio de intensos ataques de artillería y sin electricidad, calefacción y agua. Tras las evacuaciones, se estima que quedan unas 100.000 en condiciones infrahumanas. Mariupol es un objetivo clave para Putin: separa la región de Crimea de la región del Donbás controlada por los separatistas prorrusos. Si el Ejército ruso acaba tomando la ciudad costera -en la que combaten milicianos chechenos contra el Batallón Azov, una unidad de voluntarios neonazis- habrá logrado establecer un puente terrestre y sin obstáculos entre Rusia y Crimea. Con la conquista de este enclave, Rusia también terminaría con el control total de más del 80% de la costa del Mar Negro de Ucrania, cortando su comercio marítimo y agravando el aislamiento.
En la imagen, una mujer embarazada es evacuada del hospital materno infantil tras el bombardeo ruso. La mujer murió poco después. De acuerdo al relato de los médicos citados por Associated Press, los sanitarios trataron de salvar la vida al bebé, que nació sin signos vitales tras una cesárea.
Bajas
La guerra también se libra en las cifras de bajas. El diario ruso 'Komsomolskaya Pravda', afín al Kremlin, publicó este martes que casi 10.000 soldados de Rusia han muerto en la invasión de Ucrania, pero poco después la información desapareció de la web del rotativo. Este martes, el periódico afirmó que la publicación fue producto de "un jaqueo que desde hace semanas" sufren varios medios de comunicación rusos. Rusia ha reconocido oficialmente la muerte de 498 militares en Ucrania en unas declaraciones realizadas el pasado 2 de marzo. Posteriormente, el Kremlin no ha ofrecido más cifras sobre bajas en sus filas. El Estado Mayor de las Fuerzas Armadas ucranianas, por su parte, cifra en unos 15.300 los soldados rusos muertos en casi un mes desde el comienzo de la invasión. Las evaluaciones sobre bajas rusas de la Inteligencia estadounidense y de los aliados de EEUU varían de forma notable, pero incluso los cálculos más prudentes hablan de miles de muertos. Una fuente de Inteligencia citada por 'The New Tork Times' cifra las bajas de militares rusos en casi 7.000. Otras estimaciones elevan el número hasta más de 10.000.
En la imagen, militares ucranianos durante el funeral de un combatiente caído en la defensa de Huta-Mezhyhirska, al norte de Kiev.
Azov
Putin ha justificado la invasión de Ucrania con el término "desnazificación". Los mensajes del Kremlin sobre el pretendido destino común de Ucrania y Rusia se han alternado con las afirmaciones de que Ucrania es un país dirigido por “neonazis” en el que "hay un genocidio” contra la población que habla ruso. Quienes defienden sus argumentos utilizan a menudo como ejemplo al Batallón Azov, una milicia de extrema derecha formada por voluntarios neonazis cuya sede está ubicada en Mariupol. Allí, el Batallón Azov logró detener el avance de las milicias prorrusas apoyadas por Moscú en la guerra de 2014.
En la imagen, un miembro del Batallón Azov durante los combates en Mariupol.
Kiev
A medida que los bombardeos se hacían más frecuentes, los habitantes de la capital se refugiaban en el metro y en sótanos para protegerse de los ataques. La capital entró dos días después del comienzo de la invasión en máxima alerta mientras se producía un éxodo masivo. La historia de un joven ucraniano de Kiev cuya familia ha huido del infierno de Bucha, a las afueras de la capital, que publicó este diario refleja las condiciones en las que se produce dicho éxodo. Los ataques indiscriminados contra zonas residenciales de la capital parecen dirigidos a forzar una rendición. Por ahora las tropas rusas no han logrado cerrar el cerco sobre la capital.
En la imagen, los restos de un centro comercial de Kiev bombardeado por Rusia. Ocho personas murieron en el ataque.
Odesa
Un mes después de haber lanzado la ofensiva, Rusia ve cómo el frente se ha estabilizado ante la feroz resistencia de los defensores. Aunque el Ejército ruso controla algunas ciudades como Berdiansk, Melitópol y Jersón, en las que se suceden las protestas contra las fuerzas ocupantes, su avance se ha detenido a las puertas de Kiev, Chernígov y Jarkov, a las que castiga con bombardeos de frecuencia creciente. Mientras, las tropas rusas intentan ganar terreno en dirección a Odesa, la presa más codiciada de Putin.
En la imagen, un soldado ucraniano de guardia en la costa de Odesa.
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