Internacional

La noche en la que las balas callaron a la música

Este 13 de noviembre se cumple un año de los atentados de París en los que fueron asesinadas 130 personas.  

Hoy se cumple un año de la noche más negra que recuerda Francia en los últimos años. Nos situamos en el exterior del Estadio de Francia. Son las 21:20 de la noche y en el coliseo del deporte la selección francesa recibe a Alemania en un amistoso que cuenta con la presencia de 80.000 personas. Empieza el partido y al mismo tiempo se oyen las notas desagradables de una función inefable. La que tienen preparada los terroristas del ISIS. Uno de ellos se inmola en las inmediaciones del estadio. Y otros dos compañeros seguirán sus pasos, unos minutos después. Se matan desesperados por su fracaso. Intentaron sin éxito entrar en el campo para que su macabro espectáculo tuviera mayor repercusión. 

La incertidumbre y el miedo se apoderan de los parisinos a medida que pasan los minutos. Y el caos se expande por París. De Saint Denís -donde se sitúa el estadio- al Distrito 10, en el centro de la ciudad. Disparos en terrazas y sueños destrozados. Balas en restaurantes y risas que se apagan. No hay piedad para nadie. Vecinos y visitantes son su objetivo.

130 muertos y más de 350 heridos serán el resultado de la angustia de aquel 13 de noviembre. El recordatorio de esa matanza ya ha empezado en este artículo, pero les anuncio que lo peor todavía está por llegar. ¿Se imaginan pasar de la euforia al pánico en un único segundo? ¿De la fiesta al llanto? ¿De la vida a la muerte? Así tuvo que ser la noche en la sala Bataclán. Cientos de personas cantan con The Eagles of Death Metal, hasta que la música deja de oírse. Las balas y las bombas retumban más fuerte en el interior de la sala. No hay tiempo para pensar. "Hay que huir". El drama que ya se ha vivido en el estadio y en las terrazas se repite con más crueldad en la sala. De nuevo, las balas y las bombas acallaron a las notas. 

El silencio se hizo aquella madrugada en la sala de conciertos. Nada ha sonado allí desde entonces. Hasta ayer. 365 días más tarde, Sting reinaguró Bataclán. Volvieron a oírse risas y bromas. La música ganó este sábado la batalla a las balas como siempre tuvo que haber sido. 

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