El presidente de Argentina, Alberto Fernández, prometió este martes, en el inicio de su Gobierno, ordenar la golpeada economía del país, detener su "caída libre", sacarla de su "virtual" cese de pagos y revertir los "terroríficos" datos que hoy describen su crisis.
El nuevo dirigente peronista aseveró que el Gobierno de Macri deja al país "en una situación de virtual default" (cese de pagos) y con un nivel de endeudamiento "con un manto de inestabilidad que desecha cualquier posibilidad de desarrollo". "Resolver el problema de una deuda insostenible que hoy tiene Argentina no es una cuestión de ganarle una disputa a nadie. El país tiene la voluntad de pagar, pero carece de capacidad para hacerlo", afirmó.
Insistió en que, para pagar sus deudas, Argentina necesita volver a crecer y prometió buscar una "relación constructiva y cooperativa" con el Fondo Monetario Internacional y con los acreedores privados.
Aseguró que Argentina encarará una negociación con responsabilidad pero asegurando que "los más débiles dejen de padecer", una alusión a los sectores más vulnerables de la sociedad y a los que se refirió en varios tramos de su discurso.
"La Argentina que buscamos construir es una Argentina que crezca e incluya", afirmó Fernández en su discurso de investidura ante la Asamblea Legislativa.
El escenario económico
En un discurso de fuerte contenido económico, dedicó varios minutos a hacer un diagnóstico del escenario en el que asume, que, con una recesión iniciada en abril de 2018 y una caída del producto interior bruto (PIB) calculada para este año del 2,8 %, a su juicio no es ya de "estancamiento" sino de "caída libre".
Al precisar números que calificó de "terroríficos", recordó que la inflación, que cerraría este año en niveles cercanos al 55 %, es la más alta de los últimos 28 años, que la tasa de desempleo -10,6 % en el segundo trimestre- es la más elevada desde 2006 y la pobreza -35,4 % en el primer semestre- es la más alta desde 2008.
"Argentina no para de achicar su economía", advirtió el flamante mandatario, quien precisó que la caída del PIB ha hecho mella particularmente en la industria nacional y las pymes, configurando un escenario de "extrema fragilidad" para la economía y el tejido social.
En lo que constituyó uno de sus primeros anuncios, dijo que no dará tratamiento parlamentario al proyecto de Presupuesto 2020 remitido en septiembre por el Ejecutivo de Mauricio Macri tras alegar que sus "números no reflejan ni la realidad macroeconómica, ni las realidades sociales, ni los compromisos de deuda que realmente han sido asumidos".
Sostuvo que un presupuesto adecuado solo podrá ser proyectado una vez que Argentina haya completado la renegociación de su deuda, uno de los mayores y más urgentes desafíos que deberá afrontar el nuevo Gobierno.
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