En el Norte de África, una de las regiones más afectadas por la invasión de Rusia en Ucrania, intentan paliar con subsidios públicos y ayudas internacionales al grano la incesante subida de precios para evitar el malestar social entre una de las poblaciones más vulnerables por su dependencia a la importación de cereal ruso y ucraniano.
Estas subidas no paran de encarecer los costes de importación en estos países, provocando un repunte de la inflación (4,5 % en Marruecos, 12 % en Libia y 14,9 % en Egipto) y mayor peso para las arcas gubernamentales (en Túnez se prevé un déficit público del 9,7 %).
Egipto, el pan es paz social
Al igual que la mayoría de los países norteafricanos, el pan en Egipto es garante de la paz social y un producto intocable en las políticas públicas. El pan o "aish" (que significa vida en dialecto egipcio) desató en el pasado varias revueltas ante cualquier intento o incluso rumor para subirlo.
Egipto -mayor importador de trigo en el mundo, un 80% procedente de Rusia y Ucrania- dedica 58.000 millones (2.920 millones de euros) a subvencionar el pan, que se vende a cinco céntimos de libra egipcia (0,0025 euros) por cada pieza de "aish baladí" (pan de pita).
El país afronta actualmente una grave amenaza de desabastecimiento de este cereal y, según expertos consultados por Efe, se prevé una cosecha de alrededor de 6 millones toneladas de trigo, muy lejos de satisfacer la demanda interna (Egipto consume casi un millón de toneladas de trigo al mes).
Marruecos: guerra y sequía
Además del impacto de la crisis ucraniana, Marruecos afronta este año la peor sequía de las últimas cuatro décadas, que ha comprometido la producción del cereal (3,2 millones de toneladas previstas en 2022 con un descenso del 69% respecto a 2021), en un país donde un marroquí consume una media de 200 kilos de trigo al año, tres veces la media mundial.
Su dependencia del cereal de Rusia y Ucrania es menor que la de otros vecinos del Norte de África, ya que alrededor del 30% de sus importaciones llegan de esos países. Esta menor sujeción al cereal ruso y ucraniano y una serie de medidas de urgencia y subsidios al trigo (cuyo coste llegará este año a 7.300 millones de dirhams o 694 millones de euros), han logrado garantizar el almacenaje de granos en los próximos cuatro meses.
El gobierno marroquí ha eliminado además el impuesto de importación de semillas oleosas y aceites de mesa y subvenciona el combustible a 180.000 vehículos de transportistas, pero advierte que no puede hacer lo mismo con los particulares.
Túnez: barcos europeos de trigo
Túnez es uno de los países norteafricanos más afectados por la escasez de cereales. El eurodiputado español Javier Nart reveló tras una visita al país el pasado abril que la Unión Europea ha tenido que financiar dos barcos de trigo "porque (en Túnez) no había ni cereales ni fondos para pagarlos".
El país magrebí, donde en 2011 se iniciaron las revueltas de las primaveras árabes por el malestar social en plena crisis económica, negocia con el Fondo Monetario Internacional (FMI) un nuevo crédito mientras la organización financiera condiciona esta ayuda a recortar la masa salarial y retirar las subvenciones a productos de primera necesidad.
Una condición que la poderosa central sindical tunecina UGTT rechaza de forma categórica, advirtiendo de una posible "explosión social" y convocando una huelga para el próximo 16 de junio.
Argelia: proteger el producto nacional
En Argelia, el cultivo de trigo está condicionado a los escasos recursos hídricos del país, que registró en 2021 una de las peores temporadas por la prolongada sequía, aunque el país espera que se recupere tras meses de lluvia para amortiguar la escasez de suministro de cereales.
Dependiente en un 40% de las importaciones de los mercados ruso y ucraniano, Argel mantiene desde marzo la prohibición de exportación de productos derivados del trigo, mientras anunció que comprará cereales y cebada a los agricultores a precios elevados para estimular la producción local.
Libia: el petróleo no compensa
En Libia, el bloqueo petrolero desde abril por la crisis política hace al país particularmente vulnerable e incapaz de beneficiarse del aumento global de los precios del petróleo, su principal y casi única fuente de ingresos.
El Gobierno prevé que productos como el pan, la pasta, el arroz y el cuscús aumenten un 30% este año, en un país donde se estima que 1,3 millones de libios, de una población de 1,6, necesita asistencia humanitaria y casi 700.000 sufren inseguridad alimentaria.
Libia importa el 90% del trigo blando del extranjero (el 43% de Ucrania además de leche en polvo y aceites vegetales) y prometió subvenciones de 300 dinares (58 euros) por habitante que aún no ha pagado. Los precios de los cereales han aumentado, especialmente la harina de panadería, a tasas que oscilan entre el 10 % y el 15 %
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