El presidente de Turquía, Recep Tayyip Erdogan, acusaba este domingo a Alemania de volver nada más y nada menos que al nazismo. La razón no era otra que la cancelación de varios actos electorales de ministros turcos en ciudades germanas para hacer campaña en favor del referéndum constitucional encaminado a promover un sistema presidencialista que otorgue plenos poderes al jefe del Estado."Alemania se ha salido del camino de la democracia. Sus prácticas actuales no tienen nada que ver con la democracia y son incluso comparables con las del régimen nazi", aseguraba el presidente turco. El Gobierno de Angela Merkel ha calificado las afirmaciones de “absolutamente inaceptables” y esgrime razones de seguridad para impedir el acceso a los actos. Pero las palabras incendiarias del mandatario turco no son el único punto de fricción entre ambos estados.El deterioro de la libertad de prensa ha tensado las relaciones entre Ankara y Berlín, ya que hace días fue detenido en Estambul el corresponsal del periódico alemán Die Welt. Pero este no es el único problema que afecta a los informadores. El periodista turco Yavuz Baydar cree que "el 95 por ciento de los medios" de su país están actualmente "en coma" o "enchufados a una máquina". Este profesional de la información vive exiliado en Europa desde 2013 cuando decidió abandonar su labor en territorio turco debido a la presión de las autoridades.Durante su intervención en el foro Turquía, un vecino lejano, organizado por el Parlamento Europeo en la sede de la Fundación Diario Madrid, ha explicado que tras la intentona golpista del 15 de julio de 2016, los informadores tuvieron que optar entre continuar con su labor en aquel país o exiliarse para garantizar su seguridad y evitar ser encarcelados. Baydar indica que desde las protestas en el parque Gezi de 2013, 9.000 periodistas ha sido despedidos y 120 han terminado entre rejas.El periodista, que ve similitudes entre la actual Turquía y la Alemania de los años treinta, asegura que el Gobierno recorta las libertades y derechos fundamentales, incrementa "el sectarismo religioso" y avanza en el viraje hacia un autoritarismo en el que acabará “mandando una sola persona”. Además denuncia que “los medios críticos con el régimen han desaparecido o han sido exterminados". "En 40 años de profesión como periodista nunca he visto tanta gente sin escrúpulos en el poder y la administración como actualmente", añade.En este sentido, Reporteros Sin Fronteras (RSF) califica a Turquía como “la mayor prisión del mundo para periodistas” y como el “principal protagonista del retroceso de la libertad de información en 2016”. Según sus datos, se ha producido la clausura de 150 medios de comunicación, se ha retirado el carné a cerca de 700 informadores y se ha encarcelado a 40.“La involución democrática turca debería preocuparnos porque no es un país pequeño. Como nexo de unión significo la oportunidad de ampliar la UE, pero ahora supone un desafío muy importante”, explica el eurodiputado del PSOE Jonás Fernández. “Turquía ha sabido jugar con las debilidades de la UE y la carencia de una política común ha dado a Turquía un poder importante que, de alguna manera, está condicionando la posición de la UE”, resume. ¿Pero qué papel ha jugado la UE en la deriva autoritaria de Erdogan? Para la investigadora Carmen Rodríguez López, más allá de una responsabilidad directa, se trata de una pérdida del peso que un día logró tener la UE en las relaciones con Ankara. “Es la UE misma la que ha perdido la influencia que tuvo en 2005. Le decía incluso a Turquía cómo modificar su código penal”, recuerda esta profesora del departamento de Estudios Árabes e Islámicos y especialista en Estudios Turcos Contemporáneos. Rodríguez alerta además de la deriva conservadora y nacionalista que está infundiendo el Partido Justicia y Desarrollo (AKP) en el sistema educativo: “En los colegios se trasmite la idea de enemigos internos y externos y una idea aislacionista en cuanto a la política exterior”.
Una adhesión frustrada
Después de doce años desde que Ankara aceptara iniciar las negociaciones de adhesión, las relaciones con el eterno candidato que un día fue modelo de modernización pasan por sus horas más bajas. “La UE está en un proceso de introspección o de inconfesado arrepentimiento por la ampliación de 2004”, reconoce el eurodiputado socialista Juan Fernando López Aguilar. “El mantenimiento de la retórica de la adhesión de Turquía es hoy una profunda hipocresía”, añade.Aunque el parlamentario canario se manifiesta públicamente contra la “regresión democrática” que sufre el país turco, recuerda que su misión como parlamentario no está en criticar la situación de Turquía. “Mi labor consiste en controlar a la Comisión Europea”, añade en referencia a la crisis de los refugiados, después de que la UE firmara el año pasado un acuerdo con Turquía para frenar el flujo de llegadas, ya que permite retornar a todas las personas migrantes que lleguen de manera irregular a las islas griegas desde Turquía.“No es un acuerdo en términos de derecho internacional. Es un acuerdo tomado por el Consejo entre bambalinas para que Turquía le quite de la vista a los solicitantes de asilo”, denuncia. En este sentido, la también eurodiputada de UPyD Maite Pagazaurtundúa, señala que “es un acuerdo no acuerdo”. “Los poderes europeos lo han dejado en stand by y los propios países sienten vergüenza de su aplicación”, comenta. En este sentido, López Aguilar acusa a UE de haber “subarrendado a Turquía la labor humanitaria para agilizar el proceso de adhesión en un momento en que la propia Turquía ha abandonado el escenario de la incorporación”. Pero "los 3.000 millones prometidos nunca han llegado y Turquía se ha soliviantado", resume.
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