Portugal entrará el 1 de diciembre en "estado de calamidad" lo que, entre otras medidas, implica el uso obligatorio de mascarilla en interiores, mayores controles fronterizos y certificado de vacunación para entrar en restaurantes, gimnasios, eventos con asientos marcados y hoteles. Además, se exigirán tests adicionales negativos para ingresar en el país -por tierra, mar o aire- acceder a bares y discotecas, visitar a enfermos en hospitales e ir a conciertos o eventos deportivos.
Entre el 2 y 9 de enero se implantará la "semana de contención", con teletrabajo obligatorio, cierre de discotecas y bares y retraso en el inicio del trimestre escolar -que pasa del 3 al 10 de enero-. Además, el Parlamento dio hoy luz verde al Gobierno para decretar el uso de mascarilla en la calle si lo considera necesario. Las restricciones se acompañarán de un refuerzo de los controles fronterizos pero no implican el cierre de la frontera terrestre con España, aseguró hoy el ministro luso de Administración Interna, Eduardo Cabrita.
"Cada quince días duplicamos el número de nuevos casos", afirmó hoy la ministra lusa de Sanidad, Marta Temido, convencida de que las restricciones anunciadas por el Gobierno pueden contener la transmisión del virus en el país, donde hoy se contabilizaron 3.205 nuevos contagios y ocho muertos.
Las restricciones, que entrarán en vigor el 1 de diciembre, son "proporcionales" e intentan afectar "lo menos posible a la vida y normalidad de todos", dijo la ministra. Portugal exige a partir de la próxima semana certificados de vacunación y tests negativos para entrar el país, recupera el teletrabajo y plantea una semana de "contención" tras las vacaciones navideñas.
El anuncio se produce cuando el país se prepara para las elecciones generales del próximo 30 de enero tras la crisis política que impidió la aprobación del proyecto de Presupuestos para 2022 defendido por el Gobierno del socialista António Costa.
Tests, un elemento clave
El test -bien de antígenos o PCR- "es un instrumento que permite a cada momento verificar si hay o no infección", afirmó la ministra. "Si estoy vacunado, ¿por qué debo hacer el test? Porque, aunque esté protegido de una enfermedad grave o de la muerte, puedo estar infectado", insistió Temido.
También el primer ministro portugués, António Costa, defendió hoy la necesidad de exigir test negativos, además del certificado de vacunación, de la misma forma, dijo, que pese a las vacunas se mantiene el uso de las mascarillas. La vacunación es "imprescindible", pero ninguna vacuna garantiza protección al 100%, recordó. El objetivo es frenar la incidencia del virus, que ahora llega a 280 casos por 100.000 habitantes a 14 días.
Las medidas no interfieren en el proceso político
La decisión del Gobierno, según el politólogo luso António Costa Pinto, no interfiere con el proceso político que vive el país. Las medidas, dijo el experto a EFE, "no afectarán o afectarán de forma positiva" a los socialistas porque la población entiende estas decisiones como una "protección de la sociedad civil" y por eso "el Gobierno de Portugal nunca fue penalizado".
Tampoco la participación en las legislativas del 30 de enero se verá afectada por la pandemia, como ya ocurrió en las elecciones presidenciales de enero pasado, opinó.
El turismo asegura que respetará las medidas
Las medidas afectan en especial a actividades como turismo, hostelería, restauración y ocio nocturno. Las patronales de estos sectores admiten que eran necesarias, aunque temen su impacto. Joao Fernandes, presidente de Turismo de Algarve -principal destino turístico de Portugal-, consideró hoy en declaraciones a EFE que las restricciones no se podían evitar porque "es la mejor opción para garantizar la seguridad" y "la seguridad es sinónimo de economía".
Fernandes ve la reactivación del sector para febrero y marzo tras un verano con "buenas tasas de ocupación y buenos niveles de demanda". La Asociación de Hotelería, Restauración y Similares de Portugal (AHRESP) pide mecanismos "robustos de apoyo y reparadores" para el sector ante el impacto de las nuevas restricciones.
El ocio nocturno es peor parado. Ricardo Tavares, presidente de la Asociación de bares y discotecas de Lisboa, denuncia que el sector vuelve a ser "el chivo expiatorio" y lamenta que "después de 19 meses cerrados no se nos pasó por la cabeza que nos pidieran un nuevo esfuerzo".
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