A los pocos minutos de comenzar el mitin del candidato republicano Donald Trump ante miles de seguidores en Butler (Pensilvania), una serie de disparos han comenzado a sonar a lo lejos del escenario. Un hombre de 20 años, oriundo del lugar, al que el FBI ha identificado como Thomas Mathiew Crooks, emprendía a tiros en la distancia contra la figura del que fuese presidente de Estados Unidos entre 2017 y 2021. Una de las balas impactaba en la oreja de Trump que, a sus 78 años, tuvo los reflejos suficientes para tirarse al suelo antes de que los agentes del Servicio Secreto que debían acudir a protegerlo hiciesen lo propio para salvarle la vida.
El presunto autor de este atentado, Crooks, se suma a la larga de lista de tiradores que han protagonizado alguno de los momentos más violentos de la historia del país norteamericano. El último de ellos y más recordado en los últimos tiempos es el magnicido del presidente John Fitzgerald Kennedy en 1963 en Dallas —Lee Harvey Oswald fue el nombre del asesino que acabó con sus vida, según la investigación—, pero no ha sido el único de la historia. En Estados Unidos otros presidentes han perdido la vida de forma violenta: el presidente Abraham Lincoln fue asesinado a manos de John Wilkes Booth en Washington en 1865 y James A. Garfield y William McKinley lo hicieron en 1881 y 1901.
Además de esos cuatro, otros doce presidentes de Estados Unidos sufrieron un intento de asesinato del que salieron con vida, siendo el último de ellos Barack Obama en 2011, cuando un hombre disparó varias veces contra la Casa Blanca. Un hombre llamado Richard Lawrence intentó disparar a Andrew Jackson en 1835, pero sus pistolas fallaron; en 1912, Theodore Roosevelt fue disparado por John Schrank durante su campaña como candidato del Partido Progresista. Franklin D. Roosevelt fue víctima de un disparo en 1933, pero el tirador, Giuseppe Zangara falló y mató al alcalde de Chicago, que se encontraba con él; y Harry S. Truman sufrió un intento de asesinato en 1950 en la Blair House.
En tiempos más recientes, muchos recordarán como Samuel Byck intentó secuestrar un avión con la intención de estrellarlo contra la Casa Blanca cuando Richard Nixon era presidente (1974) o como Gerald Ford se convirtió en 1975 en el primer presidente de EEUU que sufrió dos intentos de asesinato, uno por Lynette "Squeaky" Fromme y otro por Sara Jane Moore.
Raymond Lee Harvey fue arrestado con un arma cerca de un mitin de Jimmy Carter en 1979, Ronald Reagan fue disparado y gravemente herido en 1981 por John Hinckley Jr. en Washington D.C., y George H.W. Bush sufrió un complot de asesinarlo en Kuwait en 1993 del que se culpó a agentes iraquíes.
En los 90, el presidente Bill Clinton sufrió dos intentos: en 1994, Francisco Duran disparó contra la Casa Blanca, y en 1996, un avión ligero fue estrellado en la Casa Blanca. Clinton resultó ileso en ambas ocasiones. Por último, un hombre lanzó una granada contra George W. Bush en 2001 durante una visita a Georgia.
En calidad de candidatos presidenciales, como es Trump a día de hoy, otros dos políticos estadounidenses han sufrido intentos de asesinato: George Wallace fue disparado y paralizado en 1972 por Arthur Bremer y, en 1968, Robert F. Kennedy tuvo menos suerte que todos los anteriores al ser asesinado por Sirhan Sirhan en Los Ángeles durante su campaña para la nominación demócrata.
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