Internacional

La protesta contra el aumento de la edad de jubilación no colapsa Francia

Trenes, metro, autobuses, o aeropuertos se han visto afectados por la huelga, pero no lo suficiente como para detener la actividad del país ni para justificar una victoria nítida de los sindicatos

Francia al ralentí, pero no paralizada. Los sindicatos cantan victoria por el número de manifestantes en las calles, pero el país no se ha colapsado en la sexta jornada de protesta contra el aumento de la edad de jubilación de 62 a 64 años. 

Ni sindicatos ni gobierno se pondrán de acuerdo en las cifras de los manifestantes que han desfilado por las principales ciudades del país (700.000 solo en París, según la CGT), pero nadie podrá discutir que la protesta callejera ha satisfecho a los convocantes. De todos modos, el número de manifestantes no será tenido en cuenta por el presidente Emmanuel Macron como referencia para retirar su ley.

Dos millones de personas en las calles del país; es la cifra mágica que las organizaciones sindicales y los partidos de oposición se fijaban para cantar victoria y justificar la retirada de la reforma. El gobierno no había ofrecido a media tarde cifras, pero todo parece señalar que estarán lejos de las soñadas por las organizaciones sindicales.

El porcentaje de huelguistas ha aumentado en casi tres puntos en los principales sectores de la empresa pública. Cierto, trenes, metro, autobuses, o aeropuertos, se han visto afectados por la huelga y han dificultado el desplazamiento de trabajadores u otros ciudadanos no huelguistas, pero no lo suficiente como para detener la actividad del país ni para justificar una victoria nítida de los sindicatos.

Postura de los sindicatos

El secretario general de la CFDT (Confederación Francesa Democrática del Trabajo), Laurent Berger, anunciaba “una movilización histórica” antes del inicio de las martchas. La CFDT, sindicato moderado en relación a sus colegas y “enemigos” de la CGT, propugna el mantenimiento de las protestas hasta la retirada del proyecto macronista, pero no es partidario de la reconducción automática de la huelga y mucho menos de bloquear el país. Berger calificó la estrategia parlamentaria de la Francia Insumisa de Jean Luc Melenchon en la Asamblea Nacional como “indecente y vergonzosa”, pues impidió el debate sobre la reforma mediante una estrategia de filibusterismo sin límite.

Su homólogo de la CGT, Philippe Martínez, llamaba a poner a la economía francesa de rodillas” y en una declaración que sorprende a pocos afirma que “la legitimidad de la calle es superior a la del poder legislativo”. En esa actitud insurreccional coincide con el líder de la extrema izquierda, Jean-Luc Melenchón, a pesar de que el sindicalista ha criticado también duramente a “La Francia Insumisa” por su bloqueo de las discusiones en la cámara baja. 

Los intentos de Melenchón para instrumentalizar políticamente a su favor el movimiento de protesta ha alejado a los sindicatos de las fuerzas políticas de izquierda y, en especial, de la extrema izquierda.

 La batalla en Asamblea y Senado parece perdida para los contrarios a la reforma. "Los Republicanos", la formación de centroderecha, parece decidida a apoyar la iniciativa de Macron en el Senado, a pesar de que ello les valdrá el ser considerados como “la muleta” de Macron por el partido de Marien Lepen, que propugna, como “La Francia Insumisa” los 60 años como edad para obtener el derecho a la pensión.

"Reagrupamiento Nacional", el partido de Lepen, ha sido la formación política que menos plumas ha perdido en este debate. Se pueden permitir, incluso, acusar a la izquierda, “insumisos”, comunistas socialistas y verdes, de haber votado a Emmanuel Macron y – por tanto, a su reforma - en la segunda vuelta de las presidenciales, para frenar la llegada al Elíseo de Marine Lepen.

Votación en el Senado

Los senadores votarán el proyecto a finales de semana. Más tarde, una comisión mixta Asamblea-Senado estudiará el texto final. Los sindicatos tienen pues unos diez días para hacer caer la iniciativa gubernamental y las manifestaciones no serán argumentos suficientes para obligar a Macron a cambiar de opinión.

Para Emmanuel Macron la aprobación de la ley no podrá interpretarse como una victoria. Hace solo cinco años consideraba como estúpida la iniciativa que hoy defiende. Por otra parte, es consciente de que él mismo y su gabinete han sido incapaces de convencer a los franceses de la bondad de su reforma. Casi siete de cada diez ciudadanos se oponen a trabajar dos años más para tener derecho a la pensión.

Algunas voces, como la de Melenchón, subrayan que la única salida para Emmanuel sería la convocatoria de un referéndum, algo que Le Pen también propugna, o la disolución de las cámaras, en cuyo caso el partido de Le Pen tendría ventaja según los sondeos. Macron prefiere apostar por aguantar el chaparrón durante diez días y pasar a la siguiente reforma. Todo dependerá de su pulso con el fantasma del bloqueo de las refinerías, el principal temor de la Presidencia.. y de todos los franceses, huelguistas o no. 

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