Canadá y su primer ministro, Justin Trudeau, están inmersos en una situación insólita en el país. Tras la entrada en vigor de la obligatoriedad del 'pasaporte de vacunación' contra la covid a los camioneros canadienses que cruzasen la frontera con EEUU, las protestas se han sucedido sin descanso, obligando al Gobierno a convocar al gabinete de crisis y declarar el estado de emergencia por primera vez en su historia.
El pasado 15 de enero, el Ejecutivo de Trudeu tomó la decisión de exigir el certificado para traspasar la frontera, algo que indignó a los camioneros que, desde el día 28, colapsan y cortan algunas de las principales arterias comerciales a modo de protesta.
Desde entonces, unos 400 camiones y varios centenares de manifestantes bloquean las calles que rodean el Parlamento, sin que las autoridades puedan desalojarles.
Entre otros lugares, los manifestantes han bloquedao el puente Ambassador, que conecta las ciudades de Windsor (Canadá) y Detroit (EEUU), así como al menos otros dos cruces fronterizos en el centro y oeste.
Tras las amenazas y la sensación de caos que se respiraba, el primer ministro y su familia fueron trasladados de su residencia oficial en la capital canadiense, Ottawa, a una lugar no revelado por temor a las protestas antivacunas.
Posteriormente, Trudeau -que aseguró estar en contacto continuo con Washington- reaparició para asegurar manifiestamente enfadado, que convocaría al gabinete de crisis del país, conformado por varios ministros y altos funcionarios, para discutir la situación provocada por "los bloqueos ilegales" que se estaban produciendo" en varias partes del país.
Ottawa ha sido una de las grandes afectadas por las protestas contra la obligatoriedad de la vacunación, declaró el estado de emergencia y este martes ha dimitido su jefe de Policía.
El grupo evaluó las necesidades y "el despliegue de todos los recursos federales necesarios" para ayudar a las autoridades locales a que la situación vuelva a "estar bajo control", recogió EFE.
Ottawa: protestas, emergencia y dimisiones
Ottawa ha sido una de las grandes afectadas por las protestas contra la obligatoriedad de la vacunación y, el pasado día 7 de febrero, declaró el estado de emergencia. "El estado de emergencia da a nuestro personal y a nuestra ciudad algunas herramientas adicionales para acelerar cosas como las adquisiciones", aseveró su alcalde, Jim Watson, en una entrevista con 'CBC News Network'.
A su juicio se encuentran "en medio de una emergencia grave, la más grave a la que se ha enfrentado nunca la ciudad". "Necesitamos reducir la burocracia para poner estos suministros a disposición de nuestros agentes de policía y de nuestro personal de obras públicas", aseguró entonces.
Según señalan algunas fuentes, la situación "límite" y "fuera de control" está provocando que no se pueda reducir la escalada de violencia.
Sin embargo, una de las trabas que se está encontrando el Ejecutivo es la gestión de las protestas. Según señalan algunas fuentes a Reuters, la situación "límite" y "fuera de control" está provocando que no se pueda cumplir el principal objetivo de la Policía de la capital: reducir la escalada de violencia.
Por ello, este mismo martes se ha conocido que el jefe del cuerpo en la ciudad, Peter Sloly, ha presentado su dimisión tras las graves críticas a su gestión, asegurando que "desde el inicio de la manifestación", ha "hecho todo lo posible para mantener segura la ciudad y poner fin a esta crisis sin precedentes e imprevisible".
Trudeau declara el estado de emergencia en Canadá
La tensión ha sido aún más notoria esta semana, cuando, este mismo lunes, el equipo de Trudeu ha optado por declarar el estado de emergencia en el país por primera vez en su historia.
A través de su perfil de Twitter, Trudeau explicó que esta medida será "limitada en el tiempo", su uso será "responsable y proporcionado" no se recurrirá al Ejército. Según el Ejecutivo, con el estado de emergencia, la Policía tendrá "más herramientas" para detener o multar a los manifestantes y proteger las infraestructuras del país.
"El alcance de estas medidas será limitado en el tiempo, geográficamente específico y proporcional a las amenazas que pretenden abordar. Se utilizará para fortalecer y apoyar a los organismos encargados de hacer cumplir la ley, en todos los niveles, donde sea necesario en todo el país", señaló.
En línea con lo señalado sobre la situación fuera de control, el líder canadiense afirmó que "es evidente" que las autoridades están teniendo problemas para hacer cumplir la ley y, de hecho, que las protestas contra las restricciones ya no serán consideradas protestas legales, sino "una ocupación ilegal".
"No podemos y no permitiremos que continúen las actividades ilegales y peligrosas", afirmó en una declaración televisada tras conocerse que se había detenido a once personas y que se habían requisado armas de fuego.
Rechazo de algunos dirigentes
La decisión de Trudeau de declarar el estado de emergencia no fue acogida de igual manera entre los distintos dirigentes. Algunos como el primer ministro de Quebec, François Legault, que no tardó en rechazar la aplicación de esta ley.
Según Legault, "podría echar más leña al fuego". "Hasta ahora no tenemos ningún problema en Quebec", defendió para añadir que si bien en Ottawa la ley podía ser útil, "no ayudará al clima social".
Asimismo, la 'premier' de la provincia de Manitoba, Heather Stefanson, espetó que la ley podría tener "efectos radicales". "Las acciones ilícitas no se pueden tolerar, pero la situación en cada provincia y territorio es muy diferente y no se puede abordar. con una sola medida", dijo.
El líder del soberanista Bloque Quebequés, Yves-François Blanchet, también se ha declarado en contra del uso de las Fuerzas Armadas en su territorio ni en el resto del país. "No necesitábamos la Ley de Medidas de Emergencia", afirma.
Fiesta ante el Parlamento y su oficina
Trudeau ahora está contra las cuerdas, no solo por la negativa de muchos territorios al estado de emergencia o el bloqueo de arterias necesarias para el buen desarrollo de la vida en el país, sino que, además, los manifestantes han develado otra debilidad en el Ejecutivo.
Pocas horas después de que el primer ministro moviese ficha, los manifestantes respondieron con una desafiante fiesta ante el Parlamento y bajo su oficina. A temperaturas intempestivas -propias del país-, bloquearon el acceso a la Cámara y situaron sus vehículos justo debajo de la oficina del primer ministro, instalando una 'discoteca'.
Bocinas, música, barbacoas, fogatas e, incluso, jacuzzis convirtieron las inmediaciones del Parlamento en una fiesta que retaba de manera evidente la estrategia de Trudeau.
Esta es la vía que debe solucionar el Gobierno canadiense, si es posible o no que los manifestantes traspasen la seguridad de la Cámara y, con ello, irrumpir en el Parlamento.