Internacional

Rusia y las elecciones europeas de 2017: desinformación y ciberataques

Tras la injerencia de Rusia en las elecciones norteamericanas, Europa se mantiene en alerta máxima ante las maniobras desestabilizadoras del Kremlin en los comicios de Holanda, Francia y Alemania. 

Lo sucedido en la campaña electoral estadounidense ha marcado un precedente. Después de la injerencia rusa para favorecer a Donald Trump frente a Hillary Clinton con la filtración de correos electrónicos internos del Partido Demócrata, los servicios europeos de inteligencia permanecen en alerta máxima ante el temor de que Moscú se entrometa de nuevo en los grandes procesos electorales que tendrán lugar a lo largo y ancho del continente europeo durante este 2017: Holanda en marzo, Francia en abril y Alemania en septiembre.

Los analistas internacionales y los altos cargos de Bruselas lo tienen claro: el objetivo de la Rusia de Putin es dinamitar los cimientos del proyecto europeo y derrocar el orden occidental fruto de la Guerra Fría. Y para ello dispara sus misiles contra la línea de flotación de un buque comunitario que navega a la deriva. El comisario de Asuntos Económicos, Pierre Moscovici, reconocía este mismo miércoles que “la opción de deshacer Europa está sobre la mesa y debe ser evaluada”.

Sin embargo, más que fulminar al enemigo, la estrategia geopolítica de Vladimir Putin pasa por sembrar el desconcierto entre la opinión pública de los diferentes estados para hacer que los pilares del edificio europeo se vengan abajo por sí solos. Y para llevar a cabo esta especie de autodestrucción, Rusia emplea tres herramientas de polarización: la desinformación, los ciberataques y la financiación camuflada de partidos políticos extranjeros favorables a sus intereses; la mayoría de ellos eurófobos y antisistema.

La fábrica de conspiraciones

Para erosionar las sociedades occidentales, los medios de la órbita del Kremlin fabrican rumores, medias verdades o noticias directamente falsas y tergiversadas que atacan los puntos débiles de las democracias occidentales. Con este afán desestabilizador, Moscú intenta desacreditar y debilitar al conjunto de la Unión Europea y de la OTAN. Aunque la estrategia no es nueva, sino que forma parte de la tradición soviética. “En Occidente no se acaba de entender la importancia que el régimen ruso atribuye al control de los medios y la narrativa. No quieren la hegemonía política en occidente; quieren crear confusión”, señala Francisco de Borja Lasheras, director de la Oficina en Madrid del Consejo Europeo de Relaciones Exteriores (ECFR).

Pero los medios de comunicación y las redes sociales plantean un paradigma de nueva generación muy difícil de controlar. De hecho, la propia Unión Europea, consciente de esta estrategia de desinformación, decidió poner en marcha en otoño de 2015 un grupo conocido como East Stratcom que se dedica a rastrear las noticias falsas procedentes de Rusia e intenta contrarrestarlas. La UE ha tratado de aumentar el presupuesto de este equipo compuesto por tan solo once personas que dependen del Servicio Europeo de Acción Exterior. Pero la tarea se convierte en una especie de lucha de David contra Goliat.

Su exiguo presupuesto contrasta con los millones de euros que destina Moscú a la propaganda o a medios de comunicación. Según datos del Kremlin, al canal de televisión Russia Today (RT) y la agencia de noticias Sputnik le cuestan más de 900 millones de euros y gasta cerca de 1.400 en propaganda para diseminar su narrativa antioccidental y anti OTAN. Es una incógnita, sin embargo, cuánto dinero invierte en los ‘trolls’ que se dedican a amplificar el impacto de las noticias falsas y de los rumores que corren por la red. “Se infiltran en algo tan voluble como la opinión pública occidental en tiempos de crisis para crear un estado de opinión, a veces de simpatía a la posición del Kremlin y, en algunos, casos de escepticismo. Es el cinismo elevado al sistema”, explica De Borja Lasheras.

Sin embargo, Victor Colmenarejo, ex corresponsal del diario La Razón en Moscú y autor del blog Crónicas Rusas, cree que en nuestra sociedad “existe un cierto mito” en cuanto a la efectividad real de estos métodos. En Rusia los programas de la televisión se centran en política exterior y se habla poco de los problemas nacionales.

El canal RT, que comenzó solamente en inglés, emite ya en diferentes lenguas como el árabe y el español. Aunque su punto fuerte está en Internet donde sus teorías de la conspiración llegan a una gran audiencia y tienen gran impacto a través de las redes sociales. Desde la cadena con sede en Moscú elaboran contenidos diferentes con enfoques adaptados al público objetivo al que se dirigen en los países de emisión. En español tienen gran penetración sobre todo en los países de Latinoamérica.

Este canal se convierte en un altavoz para noticias como el caso de Lisa, la adolescente de origen ruso que inventó haber sido secuestrada y violada por refugiados en Alemania a principios de 2016. El ministro de exteriores ruso, Sergei Lavrov, llegó incluso a acusar al Gobierno alemán de haber ocultado el caso, lo que tensó las relaciones entre ambos estados. En Francia, antes de la apertura de la campaña electoral, ya se ha producido el primer hito de la injerencia rusa. Tanto Sputnik como Russia Today se hicieron rápidamente eco de la supuesta homosexualidad del candidato independiente, Emmanuel Macron, que éste desmintió tajantemente en un mitin. Se acusaba al candidato socioliberal -el más europeísta y hostil hacia Putin-, de mantener una relación paralela a su matrimonio con Matthieu Gallet, el presidente del grupo público Radio France.

"Un enemigo nato"

El embajador ruso en España, Yuri P. Korchagin, lamenta la ‘rusofobia’ occidental. Lo hizo el pasado jueves en un acto sobre el futuro de Rusia organizado por el Real Instituto Elcano, donde expuso las que son, a su juicio, las dos visiones externas sobre su país: la primera se resume con las palabras del presidente Obama quien asegurba que Rusia es una potencia regional cuya economía está “hecha pedazos” y sin futuro. Y, la segunda, lo tacha de ser un “país omnipotente con un lado oscuro capaz y capaz de elegir a los presidentes de gobiernos de países tan poderosos como Estados Unidos”. Para el embajador ruso, ambas perspectivas tienen algo en común: “presentar a Rusia como un enemigo nato”.

En este sentido, Ulrich Speck, investigador de Elcano en Bruselas señalaba que el choque Rusia-UE es un choque de principios y alerta de que viviremos en un cierto estado de tensión permanente con Rusia, que más que una nueva Guerra Fría cree que se define como una Paz Fría. El presidente del Consejo Europeo, Donald Tusk, reconocía el pasado mes de octubre que “la estrategia de Rusia es debilitar a la UE”. Y no dudaba en asegurar que “Rusia realiza todo tipo de actividades, desde violaciones del espacio aéreo, campañas de desinformación y ciberataques hasta interferencias en los procesos políticos europeos”.

 De hecho, tres países aliados de la OTAN (Estados Unidos, Reino Unido y Alemania) aseguran haber sufrido ataques cibernéticos por parte de un "agente extranjero". Por eso, la Alianza Atlántica y la UE han establecido un pacto de cooperación con cuarenta medidas para sumar fuerzas. No se sabe a ciencia cierta qué ocurrirá en este año electoral, pero los precedentes están ahí.

En 2015, el Bundestag alemán sufrió un ciberataque del que se sospecha que Rusia estuvo detrás. En abril de ese mismo año, el canal de televisión TV5 Monde -la televisión francófona internacional- quedó bajo el control de piratas informáticos durante dos horas en las que aparecieron mensajes yihadistas. En el perfil de Facebook de la cadena se llegaron incluso a mostrar documentos de identidad de soldados franceses que habían luchado contra el Estado Islámico. Aunque los ciberatacantes se identificaron como yihadistas, la investigación policial reveló que se trataba de un grupo de conocidos hackers rusos.

Por lo pronto, en Holanda, donde el líder de extrema derecha Geert Wilders gana posiciones de cara a los comicios de marzo, ya han anunciado que contabilizaran los votos a mano ante el temor de que el sistema informático sea saboteado por hackers rusos. Aunque más allá de este tipo de intervenciones directas, el Kremlin lleva a cabo una estrategia soterrada de financiación de partidos que puedan favorecer sus intereses. Y estrecha lazos de amistad y colaboración con las formaciones eurófobas que se sienten atraídas por el discurso del putinismo.

La crisis de los refugiados que vive el continente contribuye a reforzar el mensaje xenófobo de estos partidos que están en auge en varios países del viejo continente. Hasta ahora, sólo se ha podido probar que el Frente Nacional francés ha recibido fondos provenientes de Rusia. En concreto, de 9 millones de euros del banco ruso First Czech Russian Bank, aunque la cifra podría ser mucho mayor.  Sin embargo, existen fundadas sospechas de que el Kremlin podría tener vínculos económicos con partidos como el griego Amanecer Dorado, la Liga Norte italiana, el húngaro Jobbik u otros de Eslovaquia y los países bálticos.

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