Serhii Lutsev, un ucraniano de 39 años, tiene tatuado a Sergio Ramos en el pecho y un gato en casa llamado Karim. Se aficionó al Real Madrid en 1997 viendo sus partidos por televisión. "Fue un amor repentino", recuerda. El hooligan ha visto varias veces al equipo blanco desde las gradas. La última, en noviembre, frente al exótico Sheriff de Tiraspol. Los ataques rusos no han llegado aún a Pidgorodne, la pequeña ciudad del centro-este de Ucrania donde Serhii vive junto a su esposa. La guerra, sin embargo, ha cambiado la rutina de este madridista, que reza por la salud de sus amigos. "Tengo mucho miedo por ellos. Sobre todo por mi amigo Maxim, de Mariupol. No puedo localizarlo desde el 2 de marzo. No hay información sobre él", lamenta.
Serhii vive en Pidgorodne, junto a la ciudad industrial de Dnipró, que fue atacada por la fuerza aérea rusa la semana pasada
El ciudadano ucraniano habla con Vozpópuli a través de Telegram, con la ayuda de un conocido en común que traduce sus respuestas del ucraniano al inglés. A Pidgorodne no han llegado las tropas rusas y la administración de la localidad está bajo control ucraniano. El toque de queda, según explica, les obliga a quedarse en casa entre las 8 de la tarde y las 6 de la mañana. La semana pasada sonaron los megáfonos pidiendo a los ciudadanos que se refugiaran en los búnkeres, añade. La localidad está situada a poco más de 15 kilómetros de la industrial Dnipró, la cuarta ciudad más grande del país, que fue atacada la semana pasada por la fuerza aérea rusa.
Pese a que Pidgorodne sigue intacto, el conflicto ha dejado a Serhii sin su trabajo de obrero porque los proyectos se han "congelado". Ahora, pasa los días junto a su mujer y se dedica al hogar, al jardín y a cuidar de sus siete gatos y tres perros. La localidad tiene "problemas con el suministro de alimentos". Para conseguir comida, Lutsev recorre dos kilómetros para comprar en un súper.
El "miedo" que siente Serhii por la guerra le ha hecho darse cuenta del "significado de las palabras" de su abuelo, "que pasó la Segunda Guerra Mundial": "Él solía decir: 'Ruega a Dios por la paz y el no a la guerra'". En concreto, le preocupa especialmente la situación de su amigo Max de Mariupol, también aficionado del Real Madrid, y la de su madre, que vive a sólo 30 kilómetros de la planta nuclear de Zaporiyia, ocupada por los rusos. Su hijo de 16 años vive con su exmujer y su marido en la parte occidental del país y "están a salvo".
El aficionado madridista teme la guerra y reza por la vida de sus amigos, pero es optimista: "Ucrania ganará, nos uniremos a la UE y seremos parte de la familia europea"
Las malas noticias no borran el optimismo de Serhii, que cree que Ucrania ganará e ingresará en la Unión Europea. "Todos juntos reconstruiremos nuestros pueblos y ciudades, la economía se recuperará, todos los refugiados volverán a nuestra patria y Ucrania brillará y tendrá un futuro brillante", señala.
25 años de devoción por el Real Madrid
La relación de Serhii con el Real Madrid es intensa desde aquel primer flechazo en 1997, pero no sabe explicar por qué siente ese "amor" por un club extranjero en un país donde la mayoría son aficionados al Dynamo de Kiev. Se enamoró del club madrileño viendo sus partidos de la Champions League por televisión y todavía hoy suele verlos en casa, aunque a veces acude a un bar para las grandes ocasiones.
El fanatismo de Serhii también lo demuestra en su cuenta de Instagram, que dedica casi al completo al equipo madrileño. En muchas fotografías aparece él posando con aspecto serio, con su barba rubia y vestido con alguna prenda del club. En otras publicaciones alaba a algunos de sus ídolos, como Benzema o Ramos, e incluso sale en un vídeo sin camiseta jaleando a aficionados blancos en un estadio. También idolatra a futbolistas como Hierro, Ronaldo y Guti y a leyendas del club como Puskás, Juanito y Di Stefano.
Serhii se aficionó al Real Madrid en 1997. Tiene tatuado a Sergio Ramos y un gato llamado Karim. En los últimos años, ha visto a su equipo desde el estadio frente al Shakhtar Donetsk o el Sheriff de Tiraspol. En 2020, presenció un clásico desde las gradas del Santiago Bernabéu
Serhii se las ha ingeniado para ver desde el estadio los partidos del Real Madrid contra equipos del este. Hace un tiempo se unió a la Peña madridista Baku, de Azerbaiyán, que le ha permitido conseguir algunas entradas. "Todos estamos contentos de tenerlo a bordo, ya que ha sido un gran ejemplo de cómo debe ser un madridista acérrimo", confirma Parviz Najafov, presidente de la organización. El hooligan ha visto jugar en directo a los blancos frente al Shakhtar Donetsk y frente al Dynamo de Kiev. También estuvo en el Santiago Bernabéu en la victoria del Real Madrid frente al FC Barcelona el 1 de marzo de 2020 (2-0).
Su última aventura fue en el estadio del Sheriff de Tiraspol, capital de la autoproclamada República de Transnistria, un territorio prorruso dentro de Moldavia. "Fue un viaje muy raro y exótico. Me sorprendió ver que todos los madridistas venían de todo el mundo. Estábamos orgullosos de nuestro fondo sur del estadio porque nos escuchaba la audiencia de la televisión", rememora.
En la primera década del 2000 existía una peña madridista en la ucraniana Odesa que llegó a alcanzar el millar de socios, según el diario As. Pero se fue disolviendo. En 2015, un español afincado en Lviv intento impulsar una peña y también fracasó. Tampoco tuvo suerte Serhii, que lamenta que en su país no salga adelante esta iniciativa. El aficionado afirma que en 2018 ayudó a formar la peña 'Dnipro Blancos', pero la abandonó el año pasado por diferencias sobre el futuro de la organización. Ahora, él es el único miembro de su propia organización madridista, que ha bautizado como grupo 'Sergio Caballero Blanco'.
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