"Entraban casa por casa a matar y secuestrar a quién estuviera, niños y ancianos, sin piedad. Ha sido una masacre". Así habla Ariel, un superviviente del terrible bombardeo de Hamás, que acabó con la vida de, al menos, 600 personas. "Aunque serán muchas más, seguro", lamenta Ariel. Es argentino de nacimiento, pero lleva viviendo 21 años en un kibutz (una especie de ciudad cerrada), a tres kilómetros a la frontera. Muy cerca, en la misma zona que él y su mujer, viven sus tres hijos y sus tres nietos. Todos presenciaron la tragedia.
Adi, casualmente también argentino, vivió, como Ariel, "el terror" de cerca. Con su mujer viven desde hace 43 años exactamente a dos kilómetros y 400 metros de la mismísima frontera. "Nunca voy a olvidar esa distancia", asegura. En la misma zona viven sus cuatro hijos y sus ocho nietos. En su caso, todavía no es consciente de lo que están viviendo; pero aunque no lo ha procesado aún, las imágenes son nítidas en su cabeza. Recuerda cada detalle de cómo entraron en los kibutz, cómo arrasaron a las casas, cómo violaron a las mujeres y cómo secuestraron a los niños y los mayores. "Como si estuviera volviendo a vivir en una pesadilla. Es una angustia. Pero en este momento no estoy preparado para enfrentarlo".
Ambos recuerdan con detalle cómo fue todo. "Todo empezó a las seis y veinte de la mañana. Nos dieron la alerta de ataques de cohetes y nos metimos como siempre en el bunker de seguridad que tenemos en casa; al principio no nos asustamos, porque estamos acostumbrados, ya que es frecuente en la zona. Normalmente son solo un par de cohetes, que no suelen causar grandes daños. Pero esta vez fue distinto. No fueron un par, fueron 2000. Y llegaron los mercenarios a acabar con todo", recuerdan, todavía en shock, ambos.
"El viernes tenía el doble de amigos de los que tengo hoy"
No se les ha olvidado, "ni se les va a olvidar", lo que vieron: una marabunta de personas, "matando, masacrando y abriendo fuego contra todo lo que se moviera". "Vimos cómo quemaban nuestras casas, como raptaban a nuestros niños y a nuestros mayores, sin ningún remordimiento ni discriminación, y vimos cómo mataban a nuestros vecinos", cuenta Ariel. "El viernes tenía el doble de amigos de los que tengo hoy", añade Adi. Y los dos lo tienen claro: "Fue un ataque terrorista; los eufemismos no valen".
El dolor para ellos y los suyos es "inconmensurable". "La sensación que uno tiene en estos momentos es de una profunda tristeza; no te imaginas la de conocidos que han sido asesinados. La zona es chica, nos conocemos entre todos. Estamos rotos. Cuánto dolor y cuánta injusticia...", lamenta Ariel. Y sobre los que sufrieron el rapto tienen clara una cosa: "A lo mejor vuelven, pero no volverán siendo personas, porque los están humillando, los están violando, les están haciendo barbaridades. Creo que lo mejor que le puede pasar a esta gente, aunque cueste decirlo, es que de alguna manera se termine el calvario que están pasando".
"Conozco a los asesinos"
Hay una cosa que les duele más que las muertes: conocer a los asesinos. "Esa gente, si se le puede llamar así, sabía exactamente a dónde venían, puesto que hace ya años que trabajan en nuestros establecimientos, que viven con nosotros. Sabían exactamente donde había gente y donde no, sabían a dónde dirigirse, sabían a quién buscar. Y el odio inculcado les llevó a hacer este holocausto, porque no tiene otra palabra", desarrolla Adi.
Mataron a quien les estaba construyendo un futuro"
De hecho, él lo vivió en primera persona. El intendente de su región fue uno de los primeros que cayeron defendiendo su casa y su familia. En los últimos cinco años, Adi estuvo trabajando con él codo a codo para crear un espacio totalmente estéril, que sería la franja en el paso de frontera de Eres. Ya estaban los planos y los permisos, estaba todo listo para hacer un hospital, una universidad y un centro comercial, todos internacionales, para la gente de Gaza, para que ellos tuvieran un futuro. "O sea, fíjate tú a quién han matado. Mataron a quien les estaba construyendo un futuro... pero no odio a los árabes. Odio lo que nos hacen los árabes".
"Todavía no ha terminado; viene algo más grande"
El futuro que viene no les gusta. Saben que no ha terminado, que todavía se siguen librando ataques. Y que el Gobierno de Israel les devolverá el daño que han hecho. "Va a haber algún que otro acontecimiento militar. Y no chico; a lo grande", cree Ariel.
"Va a haber algún que otro acontecimiento militar. Y no chico; a lo grande"
"Por ahora, el país está parado. No podemos hacer nada, nuestra vida no ha vuelto a la normalidad". No saben qué van a hacer hoy, ni mañana. Y no saben qué futuro les espera. Pero saben una cosa: es el momento de ser fuertes. Tienen que defender a su familia, su hogar, lo suyo. "Y cuando todo esto pase nos daremos cuenta y lloraremos por los que no están", sentencia Adi.
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