Internacional

Repunta la llegada de especies invasoras a la Antártida por el calentamiento y el hombre

Una de las especies detectadas, el mosquito sin alas Eretmoptera murphyi, alcanza densidades de más de cientos de miles por metro cuadrado

El calentamiento global y la actividad humana debilitan las barreras que permiten el aislamiento de la Antártida, donde investigadores españoles han detectado ya varias especies de mosquitos invasores, según ha informado el Consejo Superior de Investigaciones Científicas.

De hecho, pese a las condiciones extremas en la Antártida, una de las especies alcanza densidades de más de cientos de miles por metro cuadrado es el mosquito sin alas Eretmoptera murphyi, que fue introducido en la base inglesa de Signy, en el archipiélago Orcadas del Sur y que lleva ya casi 60 años adaptándose al medio antártico para colonizarlo progresivamente y su número crece año a año y está convirtiéndose, según la investigación en una "máquina transformadora del medio".

Difícil erradicación

Además, añade que precisamente por su pequeño tamaño es muy difícil cualquier acción de erradicación, por lo que las medidas actuales de protección ambiental se limitan a evitar su expansión a nuevos enclaves.

La investigación forma parte de un grupo multidisciplinar de investigadores españoles de la Universidad Complutense de Madrid, el Nacional de Ciencias Naturales MNCN-CSIC (proyecto NICHEAPPS) y la Universidad Rey Juan Carlos (proyecto ANTECO) junto con colaboradores ingleses y australianos.

"El estudio de la ecofisiología del organismo nos permite realizar modelos predictivos de su posible expansión geográfica con el fin de establecer medidas de cuarentena así como predecir futuros procesos de invasión", apuntan los investigadores.

Las previsiones de cambio climático auguran mayor facilidad para el establecimiento de ésta y otras especies no nativas que, si no son frenadas, dañaran irremediablemente la vida autóctona.

En la próxima campaña antártica española, investigadores del grupo se desplazarán a la Isla Rey Jorge para estudiar en colaboración con el programa polar uruguayo la reciente presencia de otro mosquito invasor, Trichocera maculipennis, que amenaza a los frágiles ecosistemas terrestres antárticos.

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