La ministra de Fomento Ana Pastor afirmó el jueves en Lloret de Mar que la alta velocidad española enganchará con Francia en enero de 2013, y que en abril del año que viene abrirá a los viajeros la línea de AVE Barcelona-Figueres-Perpiñán. Y ayer, la mayoría de medios abordaron el asunto como el principio de la moderna conexión ferroviaria hispano-francesa.
Sin embargo, más allá de Perpiñán, dirección París, Francia no ha desarrollado lo suficiente su red de TGV (Train de Grand Vitesse) como para garantizar en poco tiempo un tren rápido entre la capital gala y Barcelona, dos ciudades europeas fundamentales. Existe, pues, un espacio libre de TGV entre Marsella y Perpiñán que afecta al Levante español, sin alta velocidad y aguardando la evolución del Corredor Mediterráneo. Así que, con el tiempo, probablemente cobrará importancia la segunda conexión entre España y Francia por el País Vasco de ambos países, cuyas obras arrancarán en 2017 y cuya puesta en servicio se prevé para 2020.
Sin embargo, la tolerancia de la sociedad gala con el AVE no es la misma que en España. Desde hace tres años, miles de manifestantes se reúnen en urbes clave de la región de Pirineos Atlánticos (departamento de Aquitania) y marcadamente vascas como Hendaya o Bayona para protestar contra las futuras obras. Agrupados en el llamado Comité de Asociaciones en Defensa del Medio Ambiente (Cade), la última gran manifestación se produjo en Bayona, donde entre 8.000 y 20.000 asistentes –según policía o convocantes- gritaron el lema “no a la nueva línea ferroviaria, por la modernización de las vías actuales”.
Batasuna, que en el Hexágono es una marca legal y actúa como asociación cultural, participa activamente en las convocatorias contra el TGV, como puede leerse en blogs y webs afines al movimiento. No está sola, porque prácticamente un centenar de representantes políticos locales regionales o nacionales, así como militantes ecologistas o de partidos de izquierda se han sumado a las protestas. “Nadie desde la política teledirige las protestas. Los operadores ferroviarios de ambos países –Renfe y SNCF_ intentan imponernos un proyecto inútil cuando existen alternativas”, comentó a France Presse Alain Iriart, de Cade.
La línea se enmarca en un no tan lejano servicio Madrid-París, que a buen seguro tardará en ver la luz por la crisis, que golpea sobremanera a la inversión en infraestructuras. Francia necesita conectar Burdeos con el centro del país, y España terminar la “Y vasca”, que permitirá internarse en Francia no por el Mediterráneo, sino por el Atlántico. Curiosamente, la izquierda abertzale, como su homóloga gala, es la única que protesta en territorio español.
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