El traqueteo se ha convertido en la banda sonora diaria de los sanitarios a bordo del tren médico que recorre Ucrania en guerra. Desde hace semanas, Emilie Fourrey y su equipo de Médicos Sin Fronteras recorren el país desde Leópolis hacia el este, a las zonas más castigadas por la invasión de Putin. Por sus vagones han pasado más de 1.400 pacientes y 78 niños huérfanos. El ir y venir de los enfermeros, las peticiones de los pacientes y el rechinar del viejo tren ucraniano dejan poco espacio al silencio, a veces roto por bombas rusas que caen cerca de las vías.
"Durante los viajes vemos caer las bombas. A veces incluso hemos tenido que frenar el tren porque hay un bombardeo ruso cerca", cuenta Fourrey a Vozpópuli. En el momento de la conversación telefónica, esta coordinadora de MSF se encuentra en Leópolis aprovechando las pocas horas de descanso que la separan de su próxima partida. "Aprovecho para andar y para comer comida de verdad. Estoy un poco cansada de los noodles del tren", bromea.
El tren está en marcha desde el 31 de marzo y ha sido galardonado por su labor en los Premios Sociales de Fundación Mapfre 2022. Fourrey se unió al equipo de a bordo hace un mes. "Al principio no era un tren medicalizado como tal, era uno de pasajeros donde se colocaba a los pacientes. Luego se puso en marcha un tren medicalizado y ahora utilizamos uno nuevo con camas de UCI". Los pacientes que embarcan en este tren suelen presentar heridas traumáticas en brazos o piernas. El equipo de a bordo está conformado por unas 9 personas, entre los que se incluye personal médico, de enfermería y psicológico capaz de atender a todos los pacientes durante todo el viaje.
Cada viaje dura alrededor de tres días entre ir, recoger a los pacientes y volver. "La mayoría se muestra muy agradecido de que los podamos recoger y atender. Atendemos a pacientes de zonas donde los hospitales no dan más abasto. Son sobre todo heridos de guerra y personas con estrés postraumático".
No es la primera crisis humanitaria a la que se enfrenta Fourrey. Esta francesa de 40 años y la mirada curtida en mil batallas ha estado presente en operaciones de MSF en Pakistán, en Liberia con la primera epidemia de ébola y en Nigeria enfrentando el cólera. También se curtió en los barrios marginales de París durante la peor parte de la pandemia de coronavirus, con los hospitales colapsados.
"Cuando uno trabaja en esto desarrolla mecanismos de defensa. Hay momentos difíciles, pero se sigue adelante al ver que eres útil, que tu trabajo tiene un verdadero valor para los demás", apunta. Una de las cosas que le ayuda en su día a día es hacer deporte, aunque reconoce que no es fácil viviendo en un tren.
Rescate de pacientes psiquiátricos en Járkov
Fourrey ha protagonizado hace poco una de las operaciones más complicadas desde que está al bordo del tren, la evacuación de 200 pacientes psiquiátricos de un hospital de Járkov totalmente colapsado.
"Algunos de ellos padecían psicosis aguda, incluida la esquizofrenia. Su cuidado había sido claramente descuidado en el pasado y muchos de ellos estaban en malas condiciones médicas, desnutridos y algunos padecían tuberculosis. Algunos se angustiaron y agitaron durante la evacuación. Nos acompañó un psiquiatra y enfermeras del hospital del Ministerio de Salud que estaban acostumbradas a este tipo de manejo", explica Fourrey.
Este tipo de pacientes muestran importantes carencias sanitarias por culpa de la guerra. Una enfermera llegó a señalar que, en sus muchos años de atención a pacientes en centros psiquiátricos, nunca habían visto a pacientes en tan mal estado mental y físico.
El hospital ferroviario por dentro
El tren sigue su marcha y cada vez hace más frío. El invierno en Ucrania es duro, y Fourrey reconoce que las bajas temperaturas obligarán a cambiar a un tren más cálido próximamente. La coordinación entre los técnicos del MSF y el Ministerio de Salud de Zelenski es clave para el buen funcionamiento del tren. Es el Ministerio el que confecciona la lista de pacientes a recoger por el tren.
El hospital ferroviario de MSF cuenta con un vagón para Cuidados Intensivos; dos vagones para hospitalización de personas en estados de salud menos graves; dos para pacientes que no requieran estar encamados y los acompañantes de todos los pacientes a bordo; un vagón con el equipamiento para la producción de oxígeno; otro con el generador de electricidad de más de dos toneladas de peso, y un último destinado al personal.
El espacio destinado para los cuidados intensivos tiene capacidad de cinco camas. Toda la UCI cuenta con monitores, desfibriladores, ventiladores y bombas de perfusión. Los dos vagones destinados a la hospitalización de pacientes dan cabida a 9 camas cada uno. "Hemos modificado el ancho de las puertas del tren para que puedan entrar camillas con los pacientes desde los andenes".
En pocas horas, Fourrey volverá a subirse al tren. Asegura que, cuando termine su misión, no volverá a viajar en ferrocarril en mucho tiempo. Su objetivo es permanecer allí hasta que la operación termine, así que, como mínimo, pasará en el tren lo que resta de año. Serán sus primeras Navidades sobre raíles.
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