Donald Trump debe algo a muy pocos. Su victoria es ante todo eso, suya, porque la ha logrado enfrentándose a las élites políticas, económicas y mediáticas de Estados Unidos y del mundo entero, con muchos menos recursos que su rival y el rechazo explícito de gran parte de su propio partido. Mientras Hillary Clinton se rodeaba en los mítines de celebridades y de pesos pesados del Partido Demócrata, él seguía en solitario con su quijotesca empresa.
En sus actos no había expresidentes, cantantes ni actores, circunstancia de la que presumió. “Aquí estoy yo solo”, proclamó en el final de su campaña en Pensilvania. “Solo yo, sin guitarra, sin piano, sin nada”, dijo antes de lanzarse a cantar a capela, en uno de sus característicos arrebatos. “Yo no tengo que traer a Jay Z ni a J-Lo para llenar”, añadió en referencia a Clinton, cuya campaña han apoyado las grandes celebrities de EEUU como los dos aludidos. El actor y director Clint Eastwood, que avaló al candidato republicano en agosto, fue una de los pocos que se salió de ese guión.
La futura Primera Dama, Melania Trump, y el vicepresidente electo, Mike Pence, han sido los grandes apoyos del magnate
El mayor apoyo de Trump en su carrera presidencial ha sido su esposa, Melania. La futura Primera Dama, exmodelo de origen esloveno, ha defendido a su marido en todas las polémicas que ha protagonizado y le ha acompañado en los principales actos de campaña. Copó los medios tras su intervención en la Convención Republicana, donde pronunció un discurso calcado a otro de Michelle Obama y recibió por ello un aluvión de críticas. Desde enero comenzará a jugar un papel político importante, puesto que en Estados Unidos la First Lady tiene agenda propia. Así fue como Hillary empezó a marcar perfil y también como Michelle se ha ganado el respeto y admiración de amplias capas sociales en los últimos años.
El vicepresidente electo, Mike Pence, es la otra gran pata sobre la que se ha apoyado Trump. Proveniente del sector más conservador del Partido Republicano, Pence ha ejercido de contrapeso al terremoto continuo que provocaba el cabeza de cartel. Gobernador de Indiana desde 2013 y congresista de 2001 a 2013, el número dos del ticket republicano desempeñó un buen papel en el debate entre candidatos a vicepresidente y supo desmarcarse de las declaraciones más controvertidas de Trump sin mostrar deslealtad.
Tras conocerse el resultado electoral, declaró que será “un honor” trabajar junto a él en la Casa Blanca. El papel del vicepresidente es crucial en el sistema estadounidense, pues ejerce de presidente del Senado y es a menudo el gran arquitecto de las mayorías parlamentarias que requiere el máximo mandatario para sacar adelante sus planes. Con buena parte del Congreso distanciado o enfrentado a Trump, Pence jugará un rol decisivo los próximos cuatro años.
Equipo de campaña
El candidato republicano no tuvo fácil la construcción de un equipo en torno a su figura. En junio despidió a Corey Lewandowsky, su gerente de campaña, y se puso en manos del consultor Paul Manafort para encarar la recta final hacia las elecciones. A las pocas semanas introdujo un nuevo ajuste con la incorporación de Kellyanne Conway y de Stephen Bannon, a quienes nombró respectivamente gerente y jefe de campaña. El fichaje de Bannon, exbanquero de Goldman Sachs y cabecilla del conglomerado mediático Breitbart News, se leyó como la apuesta definitiva de Trump por la deriva populista y radical. Manafort dimitió a pocos días después de estos nombramientos, tras verse señalado en un escándalo de pagos ilegales del Gobierno ucraniano de Yanukovich.
Trump puso al frente de sus cuentas al banquero Steven Mnuchin, que ya trabajó para Romney en 2012
En cuanto al gabinete económico, Trump ha tenido al banquero Steven Mnuchin como director de Finanzas y también ha sido asesorado, tal y como informó Politico, por el petrolero Harold Hamm, el hotelero John Paulson y el presidente de Vector Group, Howard Lober. El primero de ellos, Mnuchin, ya trabajó para el Mitt Romney en la campaña republicana de 2012 y suena ahora como futuro secretario del Tesoro.
La soledad que ha marcado la carrera presidencial del magnate se presenta como un problema a corto plazo. Trump debe elegir quiénes ocuparán puestos de responsabilidad en su Gabinete y no le sobran candidatos. El gobernador de Nueva Jersey, Chris Christie, que se enfrentó a él en las primarias, ha sido uno de los pocos popes del republicanismo en brindarle apoyo incondicional. Otros han sido el exalcalde de Nueva York, Rudolph Giuliani, y el expresidente de la Cámara de Representantes, Newt Gingrich. El presidente electo ha prometido gobernar para "todos" pero antes de buscar la aceptación de más sectores sociales deberá buscar la paz dentro de sus propias filas.
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