Ver la guerra desde lejos es casi tan duro como sufrir un conflicto en primera persona. Cuando piensas en la posibilidad de que las bombas destruyan toda tu vida sin que puedas hacer nada "solo queda rezar", dicen. Los más valientes se atreven a coger un avión para defender lo propio. Así es como están viviendo estos días los ucranianos residentes en la capital: preocupados por el futuro incierto de su país.
Según el INE, en Madrid hay 23.352 ucranianos. 23.352 personas que están viendo con miedo y desolación la invasión de su país. Este mismo jueves, después de que Rusia comenzara los ataques sobre Ucrania, cientos de ciudadanos del país residentes en Madrid, han protestado frente a la embajada rusa. Allí, se encuentra Yuriy Chopyk, presidente de la Comunidad Ucraniana en España. «Estamos muy preocupados por nuestra familia y por nuestro país», asegura cuando comienza a sonar el himno nacional. «Mira, justo está sonando el himno de Ucrania», dice emocionado mientras se separa el teléfono de la oreja para que pueda escuchar mejor.
“¡Rusia agresor!" y "¡Putin fascista!" eran, además del himno, los gritos que llenaban la calle Velázquez. “Estábamos moralmente preparados después de ocho años de muertes, torturas y miedos. Pero eso no significa que no estemos preocupados”, repite entre gritos Chopyk.
En esa misma manifestación, hay otro miembro de la Asociación, que corrobora esta declaración: "La gente en mi país está preparada. Sabemos que es nuestra batalla y lucharemos nosotros, lo único que pedimos es la ayuda de Europa para armarnos apropiadamente".
Los que tienen familia allí tienen más pesar todavía. Igor estudia en Madrid y hasta hace poco vivía aquí con sus padres. Cuando la crisis comenzó, ellos se marcharon a Ucrania. Él se quedó aquí. Ahora solo puede hablar con ellos por teléfono y le cuentan que esta noche todo temblaba y que el miedo llenaba las casas.
Se fueron para intentar vender la casa que tienen en propiedad en el país: el miedo a quedarse sin nada superó al terror a la guerra: “Como perdamos lo poco que tenemos por un bombazo, nos destruyen la vida”, asegura Igor. Porque la guerra no entiende de justicia, y destroza todo sin importar de quién.
“Si estuviera allí me tocaría luchar”
Ahora mismo ser varón joven en Ucrania, como Igor, es casi una maldición: “Están reclutando a toda la gente que pueden: primos, hermanos, tíos… a todo el que puedan pillar se lo llevan”. Estar lejos de casa se ha convertido para él en una esperanza: "Sé que si estuviera allí, me tocaría luchar".
Hay algunos que, sorprendentemente, han perdido el miedo. Eso al menos es lo que explica el presidente de la Comunidad Ucraniana en España, porque la situación ha llegado a tal punto que "la gente está preparada para luchar. Hay jóvenes que están volviendo a Ucrania para defender al país".
Sus familiares les cuentan que el escenario de guerra ha llegado: "Ya se están viendo tanques por la calles y vehículos militares cargando personas y suministros. Y sin ir más lejos, mis padres han tenido que comprar alimentos a refugiados y gente que estaba yéndose a la línea de combate, porque los cajeros no van para nada: ni para sacar ni para dinero".
Natalia, que vive con su familia en España desde hace mucho tiempo, también sabe que van a reclutar a sus sobrinos. De hecho, uno de ellos desapareció hace ocho años, cuando toda la tensión comenzó. "Es un dolor y una tristeza muy grande. En mi cabeza solo hay una palabra: guerra, guerra, guerra", asegura entre lágrimas. Y cuando piensa en su padre, que "va a tener que vivir dos guerras" se queda sin palabras.
"Estamos rezando muchísimo para que Dios nos ayude, porque nadie más puede hacerlo. Es lo único que podemos hacer para ayudar a los nuestros".
Una huida difícil
El caos reinante en Ucrania ha desencadenado un movimiento masivo de civiles. Pero la salida no es tan fácil. Al peligro por los ataques aéreos, con misiles de crucero y con artillería, que dificultan y recrudecen la huida de los ucranianos, se le unen las colas de gente, los cortes intermitentes de luz y un servicio de telefonía pésimo, que si "antes era malo, ahora es pésimo".
Yuriy Chopyk no sabe si van a llegar muchos ucranianos a España, porque no sabe todavía cuantos van a conseguir salir. "Es demasiado complicado. Además, hay muchos jóvenes que quieren pelear", señala una vez más. Lo que sí está claro es que si por ellos fuera, traerían a todos sus familiares de vuelta.
Por el momento, los organismos de gestión del transporte han anunciado que habrá aviones y trenes para evacuar a la población de Lugansk, Donetsk y Odesa, consideradas las tres regiones que más peligro corren. Pero los ucranianos no tienen tan claro que la salida vaya a ser tan sencilla: "No sé cómo va a salir ahora mi familia de allí, porque el aeropuerto está cerrado. Supongo que irán a la frontera a ver qué hacen", teme Igor.
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