Se trata de una bebida fermentada, parecida al yogur que nos ayuda a mejorar nuestra salud de forma natural.
El kéfir es una bebida fermentada que tiene su origen en los países del Cáucaso y que tiene un aspecto similar al del yogur, pero ¿qué beneficios puede aportar a nuestra salud su consumo diario?
En primer lugar, hay que saber que se trata de un fermentado lácteo producto de la combinación de bacterias probióticas y levaduras, y que existen tres tipos de kéfir: de agua, de leche o de té.
Debido a su composición, entre sus múltiples ventajas está la de ayudar a reforzar las defensas del organismo, especialmente durante la recuperación de algunas enfermedades, como reumatismo, asma, estreñimiento, hipertensión arterial, artritis, mala digestión o enfermedades inflamatorias.
Además, uno de sus más conocidos beneficios es el poder desintoxicante, ya que ayuda a regenerar la flora intestinal benéfica y estimula las defensas naturales. Esta propiedad antioxidante, también se nota en la piel, pues mejora su aspecto y elasticidad.
También es ligeramente estimulante, por lo que ayuda a combatir el cansancio y el estrés, a la par que es un buen laxante, aunque si su consumo es muy excesivo puede convertirse en astringente. En este sentido, al acelerar el metabolismo y favorecer el tránsito intestinal, puede ayudar a perder peso.
Por otro lado, recientes estudios señalan el consumo de kéfir como un aliado para reducir los síntomas de la intolerancia a la lactosa en adultos, ya que su composición es muy diferente a la de la leche normal. Y es que, algunas de las bacterias del kéfir ayudan a romper la enzima lactasa, que es la necesaria para digerir bien los lácteos.
Entre sus propiedades también se encuentra un gran aporte de vitaminas y minerales, sus efectos antiinflamatorios, antibióticos y antifúngicos; no obstante, no debe usarse como sustituto de un tratamiento médico, sino incorporarlo a una dieta sana y equilibrada y un estilo de vida saludable.
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