Barrera natural entre la meseta castellana y Andalucía, Sierra Morena ha sido escenario de batallas decisivas como la de las Navas de Tolosa, la de Bailén o la de Baécula. Tierra de bandidos, en el año 1786 se abrió el paso de Despeñaperros, un paso que entrañó ya en aquella época numerosas dificultades técnicas, pues la geografía no acompaña.
En Otoño, Despeñaperros se transforma. El rigor estival deja paso a lluvias generosas que alimentan arroyos de montaña y reverdecen el campo. Cuando en Despeñaperros huele a tierra mojada el ciervo entra en celo: llega el momento de la berrea, siendo muy fácil escuchar sus bramidos incluso desde la carretera.
La vegetación cambia después de la siesta veraniega: la hierba vuelve a crecer y los árboles de hoja caduca cesan su actividad fotosintética, preparándose para el parón invernal. Para disfrutar de sus más de 1.000 especies vegetales y comprender este espacio natural, os proponemos tres enclaves fundamentales:
Cueva de los muñecos. Desde el cerrado Ecomuseo El Aprisco, tenemos dos opciones. Por un lado si lo que queremos es sacar la fotaza de los Órganos, es obligado seguir el sendero hacia el Cerro del Castillo, desde donde tenemos una imponente vista. Por otro lado si lo que queremos es conocer el rico patrimonio íbero de Despeñaperros, nos acercaremos a la cueva de los Muchachos. Ambos senderos discurren por un monte de encinas, enebros de gran que parte desde un centro de interpretación clausurado en el camino a Aldeaquemada.
Barranco de Valdeazores. En el km 245,5 de la antigua N-IV, arranca este sendero que nos permitirá una rápida incursión al parque a pie de la carretera. Poco menos de siete kilómetros nos muestran la rica variedad de paisajes de Despeñaperros, conformada por grandes repoblaciones coníferas y vegetación mediterránea. como remate al paseo veremos los restos del Castillo de Castro Ferral, escenario importantísimo en la batalla de las navas de Tolosa.
Río de la Campana. Si lo que queremos es merendar y echar una buena siesta, el lugar más indicado es el área recreativa de la Aliseda, muy popular en la zona y donde la sobra de los alisos nos garantiza durante el verano un punto de frescor extra. Aquí surge un senderito de algo menos de un kilómetro que nos despejará para seguir ruta.
Cascada de la Cimbarra. Siguiendo la carretera de Aldeaquemada y ya fuera del parque natural, merece la pena acercarse a esta cascada natural, clasificada como paraje natural, que consiste en un salto de agua en la roca caliza de aproximadamente 40 metros que en otoño, con las lluvias se hace espectacular. Un lugar estupendo para un picnic.
Hoy en día, cuando el tráfico a través de Despeñaperros es mucho más simple gracias al poder de la ingeniería civil, os propongo ir en contra corriente. No sólo merece la pena ir por el trazado antiguo, ya sin camiones y sin tráfico intenso para hacer una parada y descubrir este espacio natural único que va más allá de los Órganos, ahora invisible desde la carretera general.
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