Ahora existen un sinfín de ofertas especiales y asequibles que nos permitirán alejarnos del mundanal ruido, el “vía crucis” laboral y dedicarnos ese relax que necesitamos y que hace tanto nos prometimos. El fin de semana puede ser todo lo apasionado o tranquilo que el consumidor desee. Si a esto lo unimos un poco de historia, la elección es perfecta.
Balneario Villa de Olmedo
Ya no quedan aquellos grandes bosques de olmos, pero Olmedo tiene clase. Sus murallas, sus iglesias y sus monasterios le dan un aire señorial, que es la envidia de la zona. En lo que era el monasterio de Sancti Spiritus -fundado en 1128 por Sancha, la hermana de Alfonso VII de León- se construyó una maravillosa instalación que es el refugio más inesperado que podemos encontrar en esta zona de Valladolid.
El hotel ofrece todos los servicios de un cuatro estrellas, pero es el convento mudéjar que lo acoge lo que aporta la clase y ese sosiego que buscamos... Porque el balneario, ubicado en torno al claustro original del siglo XII, es tan rico en contrastes como en sensaciones. Tratamientos orientales, para parejas, para madres, para problemas circulatorios o de estrés… hay diversas experiencias termales según las necesidades de cada cual y del tiempo del que dispongamos. Todo allí está dispuesto para el descanso, y se nota.
Balneario Caldas de Luna
En plenas montañas de Castilla y León se encuentra la fronteriza villa de Caldas de Luna, un ambiente rural plácido y apacible muy cerca de Asturias. Su balneario está a la altura de las circunstancias, con todas las prestaciones y una completa gama de tratamientos medicinales, que han convertido la localidad en un inesperado oasis en las montañas.
Aquí apetece que llegue el invierno. Esa sensación de estar apartado del mundo y mimado por toda clase de masajes nos hace llevar el regreso a la oficina de otra manera. Barros del mar Muerto, chocolaterapia, masajes anticelulíticos y peelings, todo ello con habitaciones apartadas del mundanal ruido y vistas a las cordilleras. En Caldas sus verdes parajes nos permiten sacar el excursionista que llevamos dentro. Incluso se pueden alquilar bicicletas.
Hotel Termal Burgo de Osma
La fachada de acceso ya nos dice que estamos en un lugar muy especial. Burgo de Osma es tierra de matanzas, vinos y buena vida. Su balneario es una prolongación de este gusto por las cosas buenas. Este hotel balneario de Burgo de Osma en Soria se erige sobre la universidad de Santa Catalina, un conjunto del siglo XVI de cuatro estrellas por fuera... y también por dentro.
Su patio de 1.500 metros cuadrados de piscinas termales hace el resto, junto a la gran cantidad de programas diseñados especialmente para nuestro placer y gozo de los sentidos, perfectamente adaptables a nuestras necesidades, tiempo y presupuestos. La carta de masajes anima a quedar se unos días.
Palacio de Salinas
Siempre impone la llegada este lugar. Su aspecto de casona aristocrática tiene un cierto punto anacrónico. Esos grandes salones, sus suelos marmóleos y la colección de recuerdos expuestos al público lo convierten en un lugar especial. Aunque son necesarias algunas renovaciones, aquí se siente la historia de una clase pudiente castellana, que tenía a Medina de Campo como un buen lugar para tomar las aguas.
Las aguas que corren por las planicies de Medina del Campo fueron declaradas de utilidad pública en 1893, y están consideradas como unas de las más fuertes en cuanto a mineralización en Europa. Y bien podrían serlo también los 80.000 metros cuadrados de jardines, que nos permiten rematar el tratamiento con un buen paseo y alcanzar este clímax de sosiego a escasa hora y media de Madrid. El hotel tiene todos los servicios y ese estilo lujoso y sereno que nos permite cambiar de ambiente y desconectar, si es que conseguimos salir del agua.
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