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Christina Dodwell: La viajera solitaria

Cuando uno conoce a Christina Dodwell, no es fácil adivinar la apasionante vida de esta británica de aspecto sencillo y nada sofisticado. Sólo hay que hablar un poco con ella para darnos cuenta de que estamos ante una de las últimas grandes viajeras de nuestro tiempo, digna heredera de las viajeras de antaño.

Lo de Christina es pura pasión por largarse de casa. Lo hizo la primera vez en 1975 cuando decidió recorrer Nigeria en todo terreno, acompañada por una amiga y dos amigos. La aventura no empezó muy bien, pero fue el inicio de una larga vida viajera: una noche los chicos desaparecieron con el coche y quedaron las dos chicas abandonadas en medio de África Occidental, en una zona sin carreteras, con el equipaje a cuestas.

De algo tiene que servir ser mujer, y se las ingeniaron para conseguir un burro y cargarlo. Nuevamente se equivocaron y se encontraron en medio del desierto, pero los pueblos de la zona acudieron en su auxilio. Este fue el primer contacto de Christine Dodwell con la hospitalidad africana, que la llevó a enamorarse del continente y a seguir viajando durante 20 años por todo el mundo, en solitario y utilizando los medios de transporte más variopintos.

Aquel primer viaje africano llevó a las dos amigas hasta la República Centroaficana, donde la carretera se hizo intransitable. El río Congo vino en su auxilio: una vía natural y una canoa, no necesitaban más. Una vez en el río se dieron cuenta de que eran las únicas que utilizaban una canoa, pero lo comprendieron rápidamente: el río estaba lleno de peligros en forma de cocodrilos, de tormentas... Para su amiga fue más que suficiente para poner fin a la aventura y volver a casa. Para Christina fue el empujón que necesitaba para continuar el viaje, esta vez a caballo, su medio de transporte favorito desde entonces. Nunca buscó hoteles ni alojamientos convencionales pero la gente le ofrecía su casa y así, poco a poco aprendió sus costumbres e incluso logró protección en momentos difíciles.

Tras aquella larga aventura, Dodwell no ha parado de viajar, Durante 20 años ha recorrido África a caballo, en canoa o a lomos de camello, ha escalado volcanes en Siberia, ha hecho rafting con los guerreros de Papúa Nueva Guinea, ha viajado en canoa, ultraligero, camello, elefante o burro por Turquía, Irán, Liberia o Madagascar... y todo ello lo ha contado en sus libros de viajes, en series de televisión y en programas de radio.

Hay dos cosas que diferencian a esta incansable viajera de otros muchos que recorren el mundo: su enorme respeto por la cultura local de los lugares por los que viaja, y que siempre lo hace en solitario y con una extraordinaria capacidad de adaptación al medio.

A su familia nunca le extrañó el afán de Christina por ver mundo, porque de casta le viene al galgo: sus padres vivieron 25 años en Nigeria, donde nació ella y donde vivió hasta los 6 años y su abuela viajó a China en los años veinte y en aquel país creció la madre de Christine.

A esta intrépida exploradora de nuestro tiempo le ha pasado de todo, y lo cuenta en sus libros de viaje con ese humor que solo pueden exhibir los británicos: en Irán por ejemplo la acusaron de ser espía y la metieron en la cárcel, la han robado en muchas ocasiones y se ha visto en medio de situaciones complicadas, pero también ha aprendido mucho y cosa muy útiles: por ejemplo a desollar cocodrilos en Papúa Nueva Guinea, el lugar que esta viajera considera el sitio más misterioso del planeta.

Pero si hay un lugar que ha marcado la vida de esta viajera solitaria es Madagascar. Agregada mayor del Consulado de aquel país en Londres durante 12 años, Christina quedó fascinada por este lugar que parece fuera de las rutas naturales de los grandes viajeros. Recorrió durante años esa enorme isla del Índico y el contacto con sus gentes le llevó a crear en 1995 la Dodwell Trust, una ONG destinada a que la gente local participe activamente en el desarrollo sostenible de su zona y sea capaz de generar riqueza propia para, luego, reinvertirla y ser autosuficiente.

En estos momentos, Christina Dodwell continúa viajando pero su principal ocupación es formar a los próximos exploradores: en la Dodwell Trust hay voluntarios, profesores de inglés, por ejemplo, que también son viajeros y que a la vez enseñan un idioma a los niños malgaches.

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