Una marca tan estilosa como letal. El modo de vida de 007 es el sueño, más o menos oculto, de muchos hombres y, por qué no, de casi toda mujer: emoción, cacharros, romance con segura expectativa de sexo... y mucho porte. Naturalmente, no les vamos a decir que se guarden una Beretta en el bolsillo, o que traten de destruir un volcán. Pero se puede hacer un poco por vivir como James Bond en nuestra vida cotidiana.
El tabaco
Si fumamos, que sea habano (por cierto: James no fuma desde tiempos de Pierce Brosnan) y cuando hay que ir de cóctel, una buena camisa a medida hecha en Turnbull & Asser dejará a las chicas Bond en estado de shock.
El coche
El BMW ha paseado el palmito de 007 en un buen puñado de películas noventeras, y quién puede decir algo contra la tecnología alemana (quizá la OCU). Pero el muy inglés Aston Martin DB5 recuperado en las dos películas dirigidas por Sam Mendes (o cualquier sustituto de vanguardia, como el casi espacial DB10 de Spectre) es el verdadero icono de la saga. Ya saben, un hombre y su coche.
El relax y el ocio
Llega la hora de relajarse. Un lujoso balneario, la ópera, o incluso unas copas en algún bar urbano en algún lugar del mundo. O qué diablos, el casino Carlovy Vary en la República Checa, que en Casino Royale (2006) hacía las veces de Montenegro. La mejor versión del bingo imaginable, sin embargo, la encontramos en Diamantes para la eternidad (1981), la última encarnación oficial de Sean Connery, ambientada casi totalmente en Las Vegas. Allí nos esperan el Hotel Hilton en el Boulevard Sur, o la mítica Freemont Street: donde tiene lugar la persecución de coches. Y la excelente y vanguardista casa de montaña diseñada por Frank Lloyd Wright, donde Bond tendrá que deshacerse de dos letales y sexys trapecistas.
Para románticos y urbanitas
El Bond realista antes de Craig fue el de Timothy Dalton. En Alta Tensión (1987) el mozo británico se paseaba por el desierto de Ouarzazate en Marruecos, donde era acogido por los talibanes (y de aquellas aguas, estos lodos). Un destino romántico capaz de bajar las defensas a cualquier chica Bond, papel que en aquella desempeñó la delicada Maryam d'Abo. Si somos algo más urbanitas, tenemos Tánger relativamente cerca, de modo que por qué conformarse.
Numerosos destinos
Como le ocurrió a La espía que me amó (1977), el Bond más canónico de Roger Moore. Rodada en Bahamas, Escocia, Canadá, Cerdeña…y Egipto, donde el equipo del filme echó el resto en la gran Pirámide de Keops, en Gizeh, la mayor y más maravillosa de las construcciones egipcias, y escenario de una de las peleas más recordadas de toda la saga: el gran enfrentamiento de Bond con el invencible Tiburón (Richard Kiel).
En Tailandia
Aunque la más exótica y soleada de todas las aventuras de Roger Moore fue El hombre de la pistola de oro (1974), donde el agente intentaba atrapar al mismísimo Christopher Lee y a un pequeño remake de Felipe González, Hervé Villechaize, que aquí conocimos de la mano de Gurruchaga. Atención al escenario, la isla de Phan Nga Bay, en Tailandia, apodada como ‘La isla de James Bond’ desde que tuvo lugar el rodaje; aunque tampoco podemos olvidarnos del hotel Península en Hong Kong, un verdadero y absoluto clásico de Puerto Victoria.
En Islandia
Si lo nuestro es el frío, vámonos hasta Panorama para matar (1985), que da inicio en el blanquísimo glaciar Vatnajökull en Islandia. Un paraíso para los aventureros más intrépidos y también el glaciar más largo del país. Está situado al sudeste de la isla, cubriendo más del 8% de su superficie, proporcionando todo tipo de oportunidades para el esquí. En el prólogo de la película representa a Siberia, donde James Bond es perseguido en helicóptero por un grupo de villanos rusos. Pero no se vayan todavía: en Muere Otro día (2002) el pueblo de Hofn vuelve a representar a Siberia, esta vez el lago Jökulsarlón, uno de los más hermosos y a los pies del Glaciar Breidamerkurjokul. Allí, como imaginan, tiene lugar la célebre persecución de coches, donde Pierce Brosnan se encargaba de destrozar otro Aston Martin ¡invisible!.
En Italia
Pero antes de irnos, regresemos al Viejo Continente y las películas de Daniel Craig. En la poco celebrada Quantum of Solace (2007) Bond recalaba en Siena, donde tenía lugar una espectacular persecución por los tejados de la ciudad toscana que culminaba en la competición hípica de el Palio. El 2 de julio se corre el Palio di Provenzano (en honor a la Virgen de Provenzano) y el 16 de agosto el Palio dell'Assunta (en honor a la Virgen de Assunta). Y esto es sólo una muestra de lo que ha hecho y recorrido el agente al Servicio Secreto de su Majestad. Y ahora, contesten: pese a los problemas y las heridas, ¿quién no querría ser él?
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