La más reciente apertura en este sentido ha sido la del restaurante Banzai, uno de los más valorados en Madrid, dentro del espacio del Microteatro sevillano. Ubicado en José Gestoso número 3, en la famosa plaza de la Encarnación (conocida como la de las setas, en pleno centro), el edificio donde se erigía el antiguo comercio El Pavo Real acoge ahora tanto al restaurante, que cuenta con las dos primeras plantas, como a las salas de microteatro, donde además también se realizan talleres, microdanza, micromúsica, presentaciones de libros, etc.
Esta atractiva oferta cultural en versión micro, a la que ya está acostumbrado el público local, se completa y complementa con su nuevo restaurante, el Banzai sevillano de Alejandro Casado. “Aquí he puesto en marcha las tapas japonesas, me apetecía hacerlo desde hace tiempo pero en Madrid no funcionaba y aquí me he dado cuenta de que o tienes tapas o no eres nada”, responde a Marabilias.
Comida japonesa basada en California
Alejandro, autodidacta y loco amante de la cocina japonesa que desde pequeño le inculcó su padre, tiene dos Banzai (el primero lo abrió en 2009 y el segundo en 2012) que presumen de estar entre los diez mejores restaurantes japoneses de la capital. ¿Cómo lo ha conseguido? Con visión, supo lanzarse en el momento oportuno al mundo de la gastronomía –pese a venir de la industria discográfica– y con ese punto diferente que asombra al que prueba sus platos. El reto es encontrar alguien que se quede indiferente después de su Tempura Tigre. Imposible.
“Lo que tengo claro es que nuestra inspiración de comida japonesa está lejos de la tradicional, está basada en la que se hace en California. Tiendo a huir del término fusión, porque lo que hago es buscar inspiración en distintas cocinas y tendencias y adaptarlas a la cocina japonesa”. Y por eso en su carta hay macarradas como el nigiri a la cubana, que recrea el sabor del arroz a la cubana en un bocado de nigiri –loncha de plátano frito, solomillo, huevo de codorniz y un poco de tomate–, influencias de la cocina nikkei, de la española y occidental y, básicamente, de todo lo que pille.
Su idea era abrir un tercer restaurante en Madrid, pero el boom hostelero ha hecho que le resulte imposible encontrar un local a su medida. Un día unos amigos le hablaron de la posibilidad de hacerse con el espacio del bar del Microteatro de Sevilla. Fue, lo estudió y se quedó. “Me pasé el verano yendo y viniendo para testar los japoneses que había allí, a ver, sobre todo, la aceptación de esta comida que no es fácil. Noté que la demanda era importante, vi la oportunidad y además, el local es muy bueno. Está muy bien ubicado y ya el tener encima la experiencia del microteatro me hizo que me tirara de cabeza”.
“Un parque de atracciones”
Para Alejandro pasar la noche entre el Banzai y el Microteatro de Sevilla es como “un parque de atracciones”. “Es muy interesante, como cliente me lo planteo: ceno y después o antes puedo ver unas obritas, me puedo subir con la copa… Es una vuelta de tuerca divertida al momento salir y copa de siempre que ya aburre”, nos explica.
El plan es perfecto y cómodo. En un mismo espacio obtienes lo necesario para una noche sevillana moderna y diferente. Un japonés a la última que además de platos sirve tapas, microcultura (de jueves a domingo) y la posibilidad de tomar unas copas. Todo en pleno centro de la ciudad, junto a las ya –visita imprescindible– Setas de la Encarnación cuya terraza ofrece unas vistas geniales de la ciudad y junto a muchos otros locales con encanto de la ciudad para continuar la fiesta.
Es complicado errar cuando pides en Banzai (puedes sentarte en mesas en las dos plantas, también altas con taburetes, y en la terraza a pie de calle), pero mi recomendación es que te dejes llevar por la larga carta de rolls –los que asegura Alejandro que no nos encontraremos si viajamos a Japón– en la que puedes elegir, por ejemplo, entre uno crujiente como el Soy Gree o flambeado como el Churr’n roll. Ponte a flipar con los nigiris especiales y la creatividad unida al producto de calidad, y no te olvides, me repito, de la Tempura Tigre (no es de tigre, no se confundan que el camarero nos ha avisado del error de muchos, es de langostinos tigre de Sanlúcar de Barrameda). Ahí es nada. La suave salsa que los recubre es un picante vicio confesable.
Lo último en cultura y lo último en gastronomía maridan en Sevilla con naturalidad, el toque picante de Banzai juega con la seducción de las artes escénicas de las distancias cortas. Funciona.
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