Si habéis viajado solos un 14 de febrero a un destino como París, sabréis de lo que estamos hablando: al girar la cabeza en el avión para observar a vuestros compañeros de viaje, muy probablemente os deis cuenta de que el número de pasajeros sería par si no fuera por vosotros. La ciudad romántica por excelencia se prepara para acoger a decenas de miles de parejas. Y aunque los solteros no tienen prohibida la entrada, es fácil que se sientan como bichos raros paseando por calles llenas de corazones, ramos de rosas y otros símbolos de ‘amor eterno’ que por alguna razón no acaban de renovarse.
Fue la excusa perfecta para que en ciudades como Nueva York nacieran las llamadas fiestas Anti San Valentín: decenas de locales abrían sus puertas a quienes preferirían hacer vudú al santo de los enamorados antes que festejar su día. Hay quien veía en esas celebraciones un pelín de despecho, y por eso los anti románticos de pura cepa no acaban de sentirse cómodos en ellas. Si sois de esa especie, hay otros buenos planes que te reconciliarán con el mundo recordándote que ser soltero es una opción igual de estupenda o más que la contraria. Y ni siquiera hace falta irse muy lejos. ¡Buen fin de semana anti San Valentín!
Ruta en Fuente Dé
En el listado de ‘cosas que hacer al menos una vez en la vida’ nunca estaría de más incluir una larga caminata por uno de los parajes más espectaculares de todo el país disfrutando de montañas, hayedos y rozando las nubes camino de El Cable.
Se trata de la ruta que parte del teleférico de Fuente Dé y llega a los Horcados Rojos para regresar de nuevo al mismo punto del que se partió. En total, menos de 12 kilómetros de disfrute que saben bien a solteros, emparejados, recién divorciados y demás estatus civiles. Pero si hubiera que establecer un ranking, la ruta solitaria seguramente se llevaría más puntos: que sea uno mismo quien marque el ritmo, parándose a disfrutar del paisaje en donde le plazca y el tiempo que le parezca, no tiene precio. Un imprescindible para los que disfrutan, y mucho, de su propia compañía.
Aprendiendo surf en Fuerteventura
Es uno de esos planes que, aunque también se pueden hacer en pareja, gana en solitario. Y no, no nos referimos a aquello de que cabalgar sobre las olas es una experiencia casi mística que no se puede compartir con nadie. La cosa es más simple: cada uno tenemos nuestros tiempos de aprendizaje, y resulta mucho más cómodo que esos tiempos no tengan que adaptarse a los de nuestra pareja.
Si sumamos a eso que en los surfcamps se acaba socializando más de lo habitual, en especial si vamos sin acompañante, la balanza se inclina a favor de una escapada solitaria. Pero nos estábamos dejando lo mejor: un entorno como Fuerteventura no necesita de nada ni de nadie más que nosotros mismos para equipararse al paraíso. Un capricho que nos merecemos de vez en cuando. ¿Quién decía que los anti románticos disfrutaban menos de la vida?
Barcelona a pedales
En casi todas las grandes ciudades viajar solo es casi un plus: hay tanto que ver y hacer que no discutirlo con nadie puede hacernos ganar mucho tiempo. Barcelona no es una excepción, y además se puede conocer en bicicleta sin que tus gemelos sufran mucho por ello: es una de las mejores ciudades para los amantes de las dos ruedas no sólo porque no hay mucha cuesta contra la que luchar, sino porque también cuenta con una infraestructura diseñada para disfrutarla desde el sillín de una bici.
En esto tampoco hay discusión posible: montar en bici es cosa de uno. Y si no que se lo digan a esas parejas que sufren ‘descompensamiento de extremidades’: uno se siente obligado a bajar el ritmo para no perder al otro mientras este último llega a todos los semáforos con la lengua fuera dándole vueltas a eso de la compatibilidad. Además, para los nocturnos hay bastantes opciones en las que los singles siempre son bienvenidos.
Mimando el estómago en Madrid
Puede que sea casualidad, pero una de las citas madrileñas gastronómicas por excelencia se celebra precisamente en estas fechas, y nada mejor que una buena sesión de mimos al estómago para no echar de menos a nadie. Es una de las ventajas de los placeres del paladar: que se disfrutan tanto en compañía como solos (a veces, incluso más desde esta segunda opción). Gastrofestival ofrece además este año catas y rutas gastronómicas diseñadas para disfrutar con los cinco sentidos, actividades culinarias en galerías, museos, librerías o teatros, rutas de buenas tapas... Hasta un concierto de jazz con degustaciones o actividades gastronómicas en algunos mercados. Un buen plan donde nos bastamos y nos sobramos solos.
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