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Los 7 imprescindibles de los Ancares

Entre el noroeste de León, el oriente de Lugo y el suroeste asturiano sobreviven como detenidos en el tiempo algunos de los valles más auténticos del país. Cuentan que hace siglos sus habitantes formaron una comunidad única, prácticamente sin contacto con el resto del mundo, superando los largos inviernos a base de imaginación y organización. Por eso toda la zona de los Ancares acabó convirtiéndose en un extraordinario escenario de mitos y leyendas. 

Aquellas tierras eran una especie de fin del mundo marcado por el difícil acceso a sus montañas, que se levantaban como una frontera natural para quienes no querían arriesgarse a adentrarse en los profundos valles de la zona. Sin embargo, quienes lograban penetrar en la comarca aseguraban no haber visto jamás un lugar parecido: valles inmensos salpicados por las construcciones de la zona, conocidas como pallozas; bosques de castaños, hayas, robles, tejos, avellanos y chopos que parecían no terminar nunca; una fauna de lo más variada en la que se mezclaban águilas reales, halcones peregrinos, liebres, lobos, nutrias e incluso osos.

Lo mejor de aquellas tierras con tanto de mágico es que no solo no han sucumbido a los efectos del turismo de masas sino que mantienen gran parte del encanto de esos tiempos en que vivían apartados del mundo. Aunque ahora el acceso es relativamente sencillo, aún se respiran parte de las tradiciones y costumbres de astures, galaicos y celtas. Hay infinidad de formas de disfrutar de esta zona declarada Reserva de la Biosfera por la UNESCO en 2006, pero para no saltarse lo fundamental, os dejamos nuestra lista de imprescindibles. ¡Buena ruta!

Las pallozas

Es uno de los principales signos de identidad de la comarca de los Ancares. Se trata de construcciones en forma circular de entre diez y veinte metros de diámetro, con paredes de piedra y cubiertas por un tejado cónico, la mayoría de las veces elaborado con tallos de centeno. En ellas convivían personas y animales, sobreviviendo juntos al duro invierno. Podréis verlas en toda la zona, aunque algunas de las más famosas son las de El Cebrero, en los Ancares lucenses, las de Balouta, el último pueblo de la provincia de León fronterizo con Asturias y con Lugo, o la de Canteixeira, en el valle de Balboa, una de las más antiguas de toda la comarca.

Caminatas por los valles

Como casi cualquier lugar, la mejor manera de conocerlo es recorriéndolo sin prisa y, a ser posible, haciendo algún tramo a pie. Aquí además contáis con el aliciente de que estaréis rodeados de una imponente naturaleza. Aunque encontraréis webs con algunas rutas tanto en los Ancares leoneses como en los Ancares lucenses , las mejores caminatas no están señalizadas, así que es buena idea preguntar a los vecinos de la zona para que os indiquen el camino.

El castro de Chano

En el Valle de Fornela, concretamente en el municipio de Peranzanes, se encuentra una buena sorpresa para los amantes de la arqueología: uno de los castros mejor conservados de toda la península. En él vivieron astures entre el siglo I antes de Cristo y la primera mitad del siglo I después de Cristo. Estas viviendas podían alcanzar hasta 5,5 metros de diámetro y la única posibilidad de luz procedía de la puerta, ya que no tenían ventanas.

Villafranca del Bierzo

Seguramente es una de las localidades más conocidas de la zona, en parte por estar incluida en el itinerario del Camino de Santiago francés. Situado entre los valles del Burbia y de Valcarce, rodeado de naturaleza, es una opción para los aficionados al patrimonio monumental. Entre los imprescindibles está la iglesia de Santiago, un templo romano de finales del siglo XII. Es el único lugar, junto a la catedral de Santiago, donde se pueden ganar las Gracias Jubilares: en caso de que algún peregrino no pueda concluir su camino hasta Santiago por enfermedad o accidente, siempre que haya recorrido la distancia mínima se le abre la Puerta del Perdón para que gane las Gracias Jubilares. Tampoco hay que perderse el barrio de los Tejedores, el antiguo hospital de peregrinos, la colegiata, el castillo... Para un largo paseo sin prisa.

Balboa

Este municipio ubicado a los pies de la Sierra de los Ancares es un buen punto de partido para conocer lo más auténtico de la zona. A él pertenecen 17 pueblos distribuidos a lo largo del Valle de Balboa, recostados en las laderas de las montañas, en los que se mantienen tradiciones y formas de vida de antaño que conviven con algunas iniciativas de desarrollo agro turístico. Además de las visitas de rigor al castillo de Balboa y la iglesia de Santa Marina, de origen románico, si pasáis por allí a finales de junio o julio no podéis perderos dos de los eventos más populares de la zona: la noche Celta, en San Juan, y el Festival Balboa Reggae, que este año va por su sexta edición.

Piedrafita do Cebreiro

En los Ancares lucenses se encuentra esta localidad situada a casi 1.100 metros, la más alta de toda Galicia. Durante siglos fue la principal puerta de entrada a Galicia, por lo que se erigió como uno de los municipios más importantes de la zona. La vía romana que conducía a Triacastela desde Astorga daría paso después al camino medieval que llevaba a Santiago. A Piedrafita pertenecen una docena de pueblos muy característicos de la comarca donde también abundan las pallozas que merecen una de esas visitas tranquilas.

A la mesa con un botillo

Si salís de los Ancares sin haber disfrutado de su famoso botillo, tendréis que volver en otra ocasión porque es casi un pecado no probar uno de los platos más antiguos de la gastronomía de esta zona. Se trata de una pieza elaborada con distintos tipos de carne de cerdo -carrillera, costilla, rabo...- condimentada con especias, pimentón, sal y ajo y ahumada con leña, que se sirve normalmente acompañada de chorizo, patata y berza. Un plato contundente de los que obligan a una buena siesta en toda regla después.

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