El Pentagrama
Más conocido popularmente como ‘El Penta’, éste es uno de los ‘obligatorios’ si eres un amante de La Movida madrileña. Hasta el grupo Nacha Pop le dedicaba unas palabras en uno de sus hits parades, La chica de ayer. Abierto desde 1976, fue una de las ollas donde se empezó a cocer este movimiento entre copa y copa y tema y tema, consiguiendo ‘que la gente se pudiera amar’. Está situado en la calle de la Palma número 4, haciendo esquina con la Corredera Alta de San Pablo.
Vía Láctea
Otro de los imprescindibles en la ruta para revivir la nocturnidad ochentera. Con una decoración que pretendía evocar entonces los bares musicales de Nueva York, pero sin estar pensado para el baile estrictamente -aunque si alguien se arranca/ba, bienvenido sea-, no sonaba la música propia del momento. Ni sigue haciéndolo, porque si entonces eran rarezas lo que se pinchaba, hoy el repertorio encaja más con los denominados oldies. Calle Velarde número 18.
Sala El Sol
Al parecer, tras pasar a tomarse unos tragos y calentar la voz por los dos locales anteriores, grupos como Radio Futura, La Unión o Alaska y Los Pegamoides, continuaban la juerga en la sala El Sol, donde incluso actuaban alguna que otra vez. Actualmente es una de las salas que más conciertos organiza por su solera -nunca mejor dicho-, su escenario con cierto halo íntimo y su buena acústica. También organizan sesiones en calidad de discoteca como la de El Fabuloso, que traslada allí su música todos los viernes añadiendo a su nombre la palabra ‘Club’. Calle Jardines número 3.
Chapandaz
En la zona de Moncloa, abrió sus puertas en 1971. Lo más destacado son sus paredes rocosas a modo de cueva y la Leche de Pantera, elaborada con ginebra, ron, leche, menta, canela e ingredientes secretos; configurando un sabor que te hará revivir directamente el sabor propio de la agitación de La Movida, cuando ya lo comercializaban. El ambiente se ha renovado mucho, ya que funciona, pero sobre todo entre grupos de jóvenes y extranjeros que vienen por la curiosidad de beber en los grandes formatos en los que sirven los copazos. No obstante, está bien para el primer trago. Calle Fernando el Católico número 77.
Café Ruiz
En una línea mucho más intelectualoide, también se halla el Café de Ruiz. Muy alejado del canallismo de los anteriores, pero no por ello menos importante en aquel burbujeo cultural que se inició en 1980. Ideal para concluir nuestro itinerario e intentar aplacar la resaca con la que acabaremos, ya que más bien tiene estética de cafetería refinada en la que saben bien cómo servir los cócteles. Se encuentra en la calle de Ruiz número 11.
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