Fue la primera ciudad británica en hacer de la bicicleta un medio habitual de transporte, algo que ya dejaba adivinar los que este año se ha ganado por derecho propio. Bristol es la Capital Verde Europea y a ello consagra en 2015 numerosas iniciativas. Entre ellas, convertirse en la primera urbe del planeta con un árbol por cada niño.
Pero Bristol y su medio millón de habitantes no sólo viven de su impulso ecológico. La Universidad, la atmósfera desenfadada y el goteo continuo de festivales, manifestaciones artísticas y citas culturales la convierten en la ciudad más activa del suroeste de Inglaterra, una escapada ideal para un fin de semana alternativo donde el ocio nunca será corto: puede que toque un espectáculo de teatro a cielo abierto o una cita musical con decenas de conciertos o una exhibición de globos aerostáticos…
Graffitis por aquí y por allá
Además, esta ciudad tiene el privilegio de ser la cuna de Banksy, el famoso artista del spray que ha dejado su impronta en las fachadas, y de bandas tan imprescindibles como Massive Attack, Portishead o Triky, que dieron a luz el sonido Bristol. Con todos estos ingredientes, no hay joven que se resista a descubrir sus encantos. ¿A alguien le extraña que esté desbancando a Londres como el primer destino de los españoles para estudiar inglés?
Más allá de su vena trasnochadora, la que se agolpa en los clubs, pubs y bares flotantes del Harbourside -no hay que olvidar que Bristol fue una prestigiosa metrópoli portuaria- también hay hueco para los museos y los monumentos más serios: la Catedral medieval con un toque victoriano, la Biblioteca Central con su estilo del periodo Eduardiano, la sobria iglesia St. Mary Redcliffe… y el centro histórico en general, reconstruido casi por completo tras los bombardeos de la Segunda Guerra Mundial.
El icónico puente
También está Clifton, el barrio del noroeste, que en nada envidia a su vecina Bath en esplendor georgiano. Una apacible zona residencial con calles recoletas bordeadas de boutiques y cafés, donde se asientan las elegantes casas con jardín de la población más pudiente.
Pero si hay algo de lo que Bristol se siente especialmente orgullosa, esto es su Puente Colgante, icono de la ciudad, diseñado por el ingeniero Isambard Kingdom Brunel. Esta espectacular construcción que cruza la garganta del río Avon sobre un vertiginoso vacío, tiene la macabra reputación de ser un imán para los suicidas. Pero también es el lugar de encuentro de los jóvenes a la hora del atardecer. Desde el acantilado cercano o desde el hotel Avon Gorge, las vistas resultan apabullantes. Tanto, que el cine y la publicidad no dejan de retratarlo.
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