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Cinco escapadas rurales para desconectar del mundo

Puede que cuando nos hablen de desconectar de la rutina diaria nos venga a la cabeza la imagen de una playa caribeña, con arena blanca y agua transparente, mojito en mano. Pero para olvidarnos del estrés, coger un avión a la otra punta del mundo no es la única opción. Hay auténticos paraísos a la vuelta de la esquina a los que ni siquiera les hace falta una playa para ser completamente perfectos. Se encuentran en plena naturaleza, rodeados de montañas, y aunque resulta fácil acceder a ellos, están  lo suficientemente alejados de los grandes núcleos urbanos como para ignorar atascos, prisas y estrés. Un auténtico regalo para los amantes de lo auténtico con el que renovar energías sin dejarse un dineral. ¿Quién decía que con la cuesta de enero se acababa el disfrute?

Ruta del Cares

Es uno de los rincones preferidos por senderistas tanto novatos como veteranos: 11 kilómetros de paisajes espectaculares que transcurren entre los pueblos de Caín (León) y Poncebos (Asturias). Precipicios, cuevas y puentes de vértigo recorren la llamada Garganta Divina, que ha sido tallada literalmente entre las rocas de las montañas. Desde Puente Poncebos se puede seguir caminando o coger el funicular que lleva hasta la pequeña aldea de Bulnes, en el corazón de los Picos de Europa. Una apuesta segura con la que conocer uno de los rincones más mágicos de España.

Parque Nacional de Ordesa y Monte Perdido

En la comarca de Sobrarbe, en el Pirineo central de Huesca, se encuentra este parque que acoge los valles de Ordesa, Pineta, Gargantas de Escuaín y el Cañón de Añisclo. Allí nos esperan en esta época del año cornisas nevadas, cascadas, desfiladeros, bosques de hayas, pastos colgantes, lagos... Una especie de paraíso de película con multitud de paisajes que cambian con cada estación. Las opciones para dormir van desde albergues y refugios hasta apartamentos y casas rurales pasando por campings y bungalows. Para todos los gustos.

Sierra de Espadán

Dicen que es un lugar que sorprende a quien lo visita por lo inesperado de su paisaje: montañas envueltas en olivos y pinos, frondosos bosques de alcornoques, y también tejos, acebos, castaños, avellanos, madroños... que discurren entre las cuencas de los ríos Mijares y Palancia. Otros alicientes de la zona son los 19 municipios que se levantan parcial o totalmente en este parque natural, entre los que destaca Ahín, donde aún se respira su pasado árabe y la historia de las conquistas y batallas que transcurrieron entre sus calles.

Sierra de Aracena y Picos de Aroche

Situada en el norte de la provincia de Huelva, esta es una de las escapadas rurales con más encanto del Sur de España. Además de los 28 pueblos por los que transcurre y que merecen una parada (algunos de los más visitados son Aracena, Alájar, Almonaster la Real, Cortegana o Aroche), la Sierra de Aracena es conocida por sus bosques de castaños, sus paisajes con choperas, pinares y eucaliptos, y por supuesto, las centenares de encinas que crecen prácticamente en todo el territorio. Pero además, resulta relativamente fácil divisar buitres negros, águilas calzadas, culebreras, perdiceras y reales o cigüeñas negras. Imprescindible probar una ración de buen jamón ibérico de bellota antes de marcharse a casa.

Lagunas de Neila

Desde Neila o Quintanar de la Sierra, en la provincia de Burgos, se accede a este Espacio Natural Protegido enclavado dentro de la Sierra de la Demanda donde disfrutar de un conjunto de lagos formados en circos glaciares. El de la Laguna Negra, desde la que sale una gran cascada de agua, es el más grande y mejor formado de toda Europa. Un apunte para los amantes de la fauna: si mantienen los ojos bien abiertos, seguramente verán por allí perdices, lobos, ciervos, corzos o tejones entre otros animales que habitan la zona. Una bocanada de aire fresco para disfrutar de la naturaleza en estado puro.

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