Destinos

Los lugares más contaminados de España

Todos los países tienen sus patios traseros. Lugares donde se guarda aquello con lo que no se sabe qué hacer. Toneladas de contaminantes que quedan almacenados a la espera de soluciones técnicas. ¿Controlados?  De momento, parece que sí, pero urge una solución definitiva para evitar la amenaza a nuestros espacios naturales, de los que tanto nos gusta presumir.

Si recordamos el desastre de Aznalcóllar, el principal temor -además de todo lo que se llevó por delante- es que los lodos tóxicos de la minería se quedaron a la puerta del mismo Parque Nacional de Doñana. Existen otros ejemplos, vamos a ver la punta del iceberg.

Empezaremos por el punto más contaminado y con solera: nos vamos al embalse de Flix, donde la electroquímica Ercros lleva vertiendo residuos tóxicos desde 1897. Esta fábrica se encuentra en pleno LIC Riberes i Illes de l'Ebre y aguas arriba del delta del Ebro, el humedal más importante de Cataluña.

En este último caso sí parece que se está procediendo a la descontaminación de los lodos, que pagaremos los españolitos, seamos o no accionistas de Ercros. Nos saldrá por 200 millones de euros para sacar lo que se estima en 700 millones de toneladas de lodos contaminados.

El lugar más contaminado de Europa, en Huelva

Otro patio trasero de la industria química se encuentra en la misma ciudad de Huelva, donde tenemos  las lagunas de fosfoyesos del polo químico. Desde los años 60 se producen fertilizantes, combustibles y gas natural en este enclave onubense, creando el punto más contaminado de la Unión Europea. También en esto hemos de ser los primeros. A poco más de 500 metros de la ciudad de Huelva se almacenan 120 millones de toneladas de fosfoyesos en la ría.

Este mismo enclave, donde residen 148.000 personas, es un punto “caliente” para la ecología. No en vano está protegido por numerosas figuras: es Paraje Natural, Reserva Natural, Lugar de Importancia Comunitaria y Reserva de la Biosfera. Y es que aquí los onubenses tienen por vecinos a numerosas especies animales como la espátula, en peligro de extinción, o el águila pescadora.

Bunkering en el Estrecho

Siguiendo nuestro periplo a los lugares más guarros del país y no lejos de allí tenemos el estrecho de Gibraltar, lugar de paso de alrededor de 100.000 buques al año, entre ferrys y mercantes provenientes del canal de Suez y de los puertos mediterráneos y europeos. Además del trasiego de petroleros en esta zona, esta súper autopista marina requiere lógicamente del repostaje de muchos de estos buques, mediante la técnica del bunkering, es decir, gasolineras en buques. A nadie se le escapa que con el enorme tráfico, el riesgo de accidentes es muy alto.

Según un estudio de la International Tanker Owners Pollution Federation, más del 40% de las mareas negras se producen durante operaciones de carga y descarga, incluido el bunkering, por diversos fallos de equipamientos, colisiones o incendios. Sucesos recientes como el del New Flame, Fedra o el Tawe son de los más famosos, pero hay otros muchos.

Esta súper autopista marina se lleva a cabo en el Parque Natural del Estrecho, lugar de paso y de numerosos cetáceos como ballenas piloto, delfines mulares, delfines listados, orcas y cachalotes que a diario tienen que esquivar el numeroso tráfico. Otros que también están cansados son los pescadores: cada vez que hay un vertido dejan de faenar.

Pesticidas cerca de ríos

Pero el Ebro también tiene más sitios “calientes”. En Sabiñánigo y entre 1975 y 1988 se producía lindano, un pesticida prohibido desde 1991 y que era utilizado entre otras cosas para luchar contra los piojos y también las plagas en los cultivos. El problema de este compuesto es que es bioacumulativo y que queda agregado a las grasas animales.

En Sabiñánigo se produjeron la friolera de 115.000 toneladas de residuos que se almacenaron en dos vertederos municipales sin grandes garantías. Se almacenan aquí benceno, clorobenceno y cloropenoles que podrían llegar a las aguas del río Gállego, uno de los principales afluentes del Ebro. Otras fábricas de estos componentes están en Barakaldo y Erandio, donde se almacenan 4.500 toneladas de producto y 80.000 toneladas de residuos mezclados con tierras.

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