Es Trull
El tópico no está reñido con el buen gusto. Fachadas blancas, muros de piedra desnudos, colinas verdes y vistas impresionantes del emblemático casco histórico de Ibiza hacen de Es Trull un lugar único en la isla. Un encantador hotel rural situado en la finca Can Palau y rodeado de almendros, olivos, algarrobos, pinos e higueras que impregnan el aire del olor de los bosques mediterráneos. El hotel está compuesto por 2 suites y 8 habitaciones dobles, todas ellas con salón, desde las que se pueden contemplar unas magníficas vistas, tanto de la ciudad antigua de Ibiza, Patrimonio de la UNESCO, como de las playas más cercanas y de la Isla de Formentera. El regalo perfecto para uno mismo.
Can Correu
Pasan los años, pero el lugar mantiene su espíritu. Can Correu fue pionero en eso que ahora se llama turismo rural. Es una casa ibicenca donde da gusta refugiarse cuando explota la primavera. Una docena de pequeñas casitas se integran en torno a la vivienda principal, enlazadas con toda clase de plantas y arbustos. Esa sensación de amplitud de cada habitación y esa mezcla de los balines, lo rústico y lo tecnológico es perfecta… Su piscina y el bosque que rodea todo el conjunto pone ese toque distinto que anima al cliente repetir una y otra vez.
Can Lluc
Su arquitectura no engaña. Un oasis de paz y naturaleza en el corazón de Ibiza. Situado en Sant Rafel, en un valle en pleno corazón de la isla, nos encontramos con este hotel, situado en una finca que mantiene todo el encanto de la Ibiza rural. La antigua casa de labor del abuelo de los actuales propietarios ha sufrido una transformación espectacular para llegar a ser en la actualidad un confortable hotel rural en plena naturaleza con un toque de lujo distendido. Can Lluc se encuentra muy bien comunicado por carretera a escasos 10 km de la ciudad de Ibiza y de las mejores playas.
Es Pins
Abrió Juan Sala. Corría el año 1971. Ahora sigue su hijo José y algunas cosas se mantienen, como el gusto por unos buenos embutidos y por una sobrasada deliciosa. No nos va a sorprender por el diseño, ni por la puesta en escena, pero siempre es una buena solución para comer en el interior de la isla. Todo el mundo habla de su pan, sobre todo el que lleva semilla de anís y con un alioli espectacular. Además presumen de hacer platos de matanzas siguiendo el recetario tradicional de la familia, como el Frito de cerdo y el Arroz de matanza.
Ca’s Milá
Lástima de Ca’s Milá busque tanto negocio con eventos y bodorrios. Sus arroces y sus pecados son un buen referente en cualquier época del año. Esos pulpitos, esos calamares sólo son rivales de esos arroces que ayudan a pensar en el bañito después de la siesta en Cala Tarida... Toni y Rafa saben hacer las cosas.
Atardeceres
Tienen algo de mesiánico. Al oeste de la capital buscamos Sant Josep. De los cinco municipios de Ibiza, éste es el más extenso y donde se encuentran dos de los grandes atractivos de la isla: el Sa Talaia y la Reserva Natural de Ses Salines. Sin embargo la imagen más conocida de esta zona es en la que aparece el islote de Es Vedrà, que Mike Oldfield utilizó en la portada de Tubular Bells III. No es raro que el músico sea uno de los muchos famosos que han escogido el sur de Ibiza para vivir.
Cala d’Hort
Cada uno tiene su opción personal. La Cala d’Hort es visita obligada al atardecer, cuando los islotes de Vedradell y Es Vedrá son el telón de fondo de este paraje mágico y repleto de leyendas. Por aquí se encuentra la Torre des Savinar, Sa Pedrera o Atlantis, punto famoso por sus figuras esculpidas en piedra. Una especie de santuario de las emociones más sencillas.
Una mirada de altura
No hay que dejar sin visitar Sa Talaia, el monte más alto de Ibiza, con 475 metros y desde cuya cima se puede apreciar casi toda la isla, incluso desde aquí es posible practicar el parapente y el ala delta, una oportunidad como ninguna de sobrevolar este rincón del paraíso.
Arquitectura
Las iglesias pitiusas son otro un buen motivo para acercarse a la Ibiza más rural y escondida. La mayoría de estos edificios fueron construidos en el siglo XIV en las diferentes zonas en las que los conquistadores catalanes repartieron la isla. Algunas de las más antiguas son las de San Antoni de Portmany, en cuyo tejado se instalaron cañones para defenderse de los enemigos, y la de Nuestra Señora de Jesús, donde aún se conserva la piedra en la que se descargaba la dinamita y un interesante retablo recientemente restaurado.
Todavía quedan opciones más personales. Hay que meterse en lo más profundo de esta zona para descubrir rincones de inigualable belleza, manantiales, torrentes, flores bellísimas y autóctonas, Los aficionados a las aves tienen un objetivo, el halcón de Eleonor o la gaviota de Audoin.
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