Lago de Sanabria (Zamora)
Da nombre a uno de los parques naturales que merecen una de esas visitas en las que hay que dejar el reloj en casa. En medio de una vegetación exuberante en la que abundan los cañones, las cascadas y los bosques se encuentra el mayor lago natural de la península ibérica y uno de los lagos glaciares más grandes de Europa, además de una veintena de lagunas que dibujan una postal de película. En este lago, y en el pueblo que según la leyenda quedó sepultado por él, Valverde de Lucerna, situó Miguel de Unamuno su obra, San Manuel Bueno, mártir. Un imprescindible para los fans del turismo natural, sin aditivos.
Lagos de Covadonga (Asturias)
Seguramente son los lagos más famosos de España, y se han ganado a pulso su buena fama: en un entorno alucinante, en la parte asturiana de los imponentes Picos de Europa, se encuentran los lagos Enol y La Arcina, ambos de origen glaciar. Una imagen de la virgen de Covadonga está sumergida en las profundidades del primero, cuentan que para proteger a todos los que allí se acercan pero en especial a sus tocayas, las Covadongas. Para ver el de La Arcina hay que subir un poco más arriba, a unos 1.100 metros, donde no es raro encontrarse con algún que otro rebaño de vacas pastando en sus alrededores. También hay un tercer lago más pequeño, El Bricial, pero únicamente tiene agua durante el deshielo. Si pasáis por la zona procurad hacer hueco para ver el Santuario que se esconde entre las frondosas montañas del monte Auseba, camino de los Lagos. Allí, excavada en las rocas, se levanta la Santa Cueva. Todo un espectáculo para no perderse.
Lagunas de Ruidera (Ciudad Real y Albacete)
Hay quien se sorprende de que este Parque Natural que inspiró a Miguel de Cervantes en varios pasajes de El Quijote no esté hasta la bandera de turistas siendo un extrardinario rincón lleno de cascadas y manantiales de aguas turquesas que parece sacado de una especie de paraíso. Pero esa es parte de la gracia: a pesar de tener muchísimo potencial como reclamo turístico, todavía se puede descubrir tranquilamente sin hordas de gente alrededor. Se encuentra en el Alto Valle del Río Pinilla, sirviendo de límite entre Ciudad Real y Albacete, y si tenéis tiempo para recorrerlo con calma estáis de suerte: podéis elegir entre nada menos que 15 preciosas lagunas, el pantano de Peñarroya, la famosa Cueva de Montesinos, el Castillo de Peñarroya, el Castillo de Rochafrida... ¿Un imprescindible? Más bien, unos cuantos: la laguna de San Pedro, el salto de agua llamado El Hundimiento, la laguna del Rey... Y podríamos seguir un buen rato.
Lago San Mauricio (Lérida)
Aparece en centenares de imágenes del Parque Nacional de Aigüestortes y Lago de San Mauricio, y es que aunque este parque tenga reclamos para dar y tomar, su lago es uno de los más impresionantes. Se sitúa en el fondo de un circo de origen glaciar formando una estampa de las que se quedan grabadas en la memoria. Pero este lago no es el único de la zona: en el parque hay en total casi dos centenares de lagos de distintas profundidades, tamaños y color. Algunos, intercomunicados entre si por saltos de agua y enlaces naturales. Por eso los amantes de los lagos encontrarán aquí un regalazo que merece la pena conocer.
Laguna Fuente de Piedra (Málaga)
No es un lago sino una laguna, y tan especial que si encontráis hueco para pasar por allí no os arrepentiréis. Palabra. Se trata de la laguna más extensa de Andalucía -tiene nada menos que 1.400 hectáreas- y su secreto para situarse en los primeros puestos del ranking es que acoge la mayor colonia de flamencos de toda la Península Ibérica y la segunda en importancia de Europa. El entorno es muy diferente al que podéis encontrar en el resto de los lagos de esta lista, pero también tiene su punto: se extiende a lo largo de un paisaje cubierto de campos de olivo y cereal que forman una imagen muy característica de esta zona. Otro ejemplo de que no hace falta irse muy lejos para disfrutar del turismo en estado puro.
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