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Flandes en bici: 4 rutas para 4 estilos

En Flandes, el ciclo-turista es un tipo al que se mima como se merece. En primer lugar, porque hay alrededor de 300 hoteles, campings y albergues adaptados para bicicletas -lo que significa que están a una distancia máxima de 5 kilómetros de una ruta ciclista-. Y que ofrecen alquiler de bicis, además de aparcamiento para ellas, kits de reparación, mapas... 

En segundo lugar, porque es una región muy agradecida, incluso para los novatos. También está plagada de carriles bici que discurren entre la campiña y las ciudades. La montaña más elevada de la región flamenca sólo alcanza los 287,5 metros. Ya sólo queda elegir una ruta según tu perfil. ¿Bohemio? ¿Familiar? ¿Un friki de la cerveza? ¿Exquisito gourmet? Hay sitio para todos.

Para bohemios: ruta de Damme

Es la preferida por los viajeros con algo de románticos y mucho de bohemios. 40 kilómetros que comienzan en el pueblo literario de Damme, cerca de Brujas, y serpentean por caminos de pólder hasta Lissewege. Una de las partes de la ruta más atractiva es cuando se atraviesa el puerto de Zeebrugge y la vieja lonja de pescado para después volver por el pueblo de Oostkerke. Para los que sólo quieran pedalear un rato, también es posible hacer el camino directo entre Brujas y Damme o Lissewege (7 kilómetros siguiendo el canal). Mucha paradita romántica, con arrumaco tranquilo.

Para toda la familia: ruta de los castillos

Seguramente esta es la ruta que cuenta con más adeptos porque el entorno merece mucho la pena: desde la bicicleta se divisan una decena de castillos rodeados de abundante vegetación que hacen de la ruta un viaje de cuento. Por eso les gusta tanto a los más pequeños. Se sale desde el parque de Schoten, cerca de Amberes, y en total son 41 kilómetros que si se hacen muy cuesta arriba se pueden dividir en dos días.  Un niño cansado es un padre/madre liberado, y aquí se cumple esta máxima.

Para los amantes de la cerveza: ruta de los trapenses

Donde hay una iglesia, suele haber un bar. A lo largo de sus casi 50 kilómetros atraviesa molinos, castillos, la abadía de Westmalle y, por supuesto, la fábrica de esta cerveza trapense. Todo sin salir de la provincia de Amberes y empapándose del ambiente de los monjes que producían esta buenísima cerveza. Para los que además de verla y olerla quieran probarla hay una ruta reducida con la que evitar percances etílicos sobre pedales. Cuidado con la policía, aquí se controla a los ciclistas.

Para gourmets fans de las hortalizas: ruta de la endivia

En Flandes a la endivia se la conoce como el oro blanco, y tiene hasta una capital por derecho propio: Kampehout, cerca de Bruselas, en el Brabante flamenco. Allí se encuentra precisamente el Museo de la Endivia, además de la gran lonja de subasta -a la que es todo un espectáculo asistir-. La ruta sale del alucinante parque de Bloso, en Hofstade (entre Bruselas y Malinas) y recorre alrededor de 39 kilómetros. Los restaurantes cercanos a la ruta son un buen lugar para tomar fuerzas.

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