Con su estilo, tan discutido por sus competidores e imitadores, Josep Pedrerol ha cambiado la forma de hacer periodismo deportivo en España. La fórmula de su éxito es sencilla. Se trata de juntar en un plató de televisión a un grupo de periodistas y exfutbolistas que discuten sobre el deporte rey sin tapujos ni límites ni elitismos, como discutiría cualquier cuadrilla de amigos en cualquier bar de España. Siempre, por supuesto, con la eterna, irreconciliable y pasional tensión entre los seguidores del Real Madrid y el Fútbol Club Barcelona como leitmotiv. O sea, como reconoce el propio periodista, su programa nocturno repite un Madrid-Barça cada noche. Y esto atrapa y emociona a los espectadores de todo tipo y condición. Solo hay que meterse en twitter a partir de las doce de la noche de domingo a jueves para comprobar la legión de seguidores de Punto Pelota, antes, y El chiringuito, ahora.
No es que no sea relevante que entre los tertulianos habituales haya forofos como Tomás Roncero o Carme Barceló. Precisamente la presencia de estos antagonistas que no se pondrían de acuerdo ni en el color de una amapola y que jamás criticarán a sus equipos provoca que miles de personas no puedan irse a la cama sin ver el programa. Rara vez durante el espacio se analizan a conciencia detalles futbolísticos de carácter técnico. Por ejemplo, sin ir más lejos, tras la justa victoria del Atlético de Madrid sobre el Barça en la Champions, más que dolorosa para un servidor, por cierto, no se trata de centrarse en la maravillosa defensa de los atléticos o en la táctica empleada por Simeone. Aunque ambos asuntos se mencionen, toca dedicar casi todo el tiempo del debate a la crisis del Barça, la desaparición de Messi, los errores del Tata Martino o la comparación con el Madrid. Es decir, la polémica pura y dura. Justo lo que hoy comentarán millones de españoles en sus trabajos y en sus visitas a sus tabernas predilectas.
Tras salir de Intereconomía, el periodista se llevó su forma de hacer televisión a Nitro y puede que en unos días tenga que mudarse a otro canal.
Antes del innegable éxito de Punto Pelota ya existían los debates futbolísticos en los medios, por supuesto, sobre todo en la radio. Había espacios más divertidos y otros más sesudos. Pero no eran tan frescos, tan vibrantes, tan surrealistas como los edificados por Pedrerol, sus colaboradores y su equipo de periodistas y técnicos. El ritmo alocado, la controversia permanente, los personajes delirantes, las discusiones absurdas, el guión roto en mil pedazos, los vídeos sin mesura y, sobre todo, esa sensación de que puede ocurrir cualquier cosa inesperada conforman un espectáculo de más de dos horas que capta la atención y desata la emoción del espectador. ¿Por qué ocurre esto y no lo contrario? ¿Por qué la audiencia no aborrece algunas características que a priori serían aborrecibles? Por la mera identificación con los argumentos de los tertulianos. Ese es todo el misterio.
Cambios de muda
Tras la abrupta salida de Pedrerol de Intereconomía, muchos periodistas, algunos con mezcla de alegría y deseo, dieron por muerta la fórmula de Punto Pelota. En un mes, el presentador se llevó su forma de hacer televisión a Nitro, ya con el nombre de El chiringuito. Y su audiencia le siguió masivamente. Puede que ahora, en pocos días, tenga que mudarse a Neox u otra cadena de Atresmedia por la reordenación de la TDT. Pero no es difícil pronosticar que el periodista que se hizo famoso en los palcos de los estadios cuando trabajaba en Canal Plus volverá a arrastrar a sus fieles. El público no solo le quiere, sino que le necesita. Aunque sea, como en la mayoría de seguidores del Barça, para enfadarse por la evidente mayoría de tertulianos madridistas.
A Pedrerol le han llovido los ataques en infinidad de ocasiones y por múltiples motivos. Algo lógico en este país cainita, envidioso y cruel con quien triunfa. Más, si es que es posible, en el gremio periodístico, ese de los egos desbocados y las puñaladas constantes. Y más entre los periodistas deportivos, tan acostumbrados al endiosamiento y a confundir su función de informar con su intención de influir. Si soporta todos estos navajazos y no traiciona las claves de su éxito, Pedrerol seguirá reinando en las noches deportivas.
Apoya TU periodismo independiente y crítico
Ayúdanos a contribuir a la Defensa del Estado de Derecho Haz tu aportación