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Juego de Tronos: ¿séptima y última temporada?

¡ALERTA SPOILER!

Volvemos a Juego de Tronos. ¿Qué por qué? Fácil, porque esta semana alcanzamos el ecuador de su sexta temporada y todo apunta a que la séptima será su última y definitiva. Por ello parece que todas las piezas han comenzado a alinearse sobre el tablero. Pero, ¿qué tipo de piezas? Y sobre todo, ¿eso es bueno o malo a tanta distancia del final?

Que Juego de Tronos, ya sea en forma literaria o en la pequeña pantalla, se esfuerza en sorprender es algo que ha quedado fuera de toda duda. De hecho, la palabra sería incluso “impactar”, sobre todo en lo emocional. Este pasado fin de semana lo hizo con la muerte de uno de sus personajes más queridos, el taciturno y gigantesco sirviente Hodor. Todo sea dicho, los momentos que rodean el destino final de este personaje han sido algunos de los mejores hasta la fecha de la cada vez más controvertida serie.

Así pues, la revelación acerca del verdadero significado de su apodo ha sido sobre todo un shock para los que disfrutamos de la serie en imprescindible VO. Ese “Hold the door!” que quedó grabado en la mente del joven mozo Wylis y que quedó acortado sin saber que supondría también el presagio de su muerte habla también de su relación con Bran Stark, ahora él también un chaval bregado por la vida, pero sobre todo de los peligrosos poderes mentales de éste, involuntarios o no. Aunque ahora que sabemos que Bran es capaz de cambiar el pasado, muchos se preguntan si lo de jugar con las líneas temporales (conste que por ahora sólo existe una especie de ciclo causal, sin que llegue a cambiar el presente) no acabará desembocando en la reversibilidad de ciertas tramas “incómodas” para los guionistas. O por aclararnos: si a partir de ahora no resultará demasiado fácil salir de ciertos charcos narrativos tras separar la serie de TV de los libros… porque recordemos que ni el sexto ni el séptimo aún están escritos.

Y si eso fuera así, ¿cuál sería el problema? Quizá es un contingente muy ruidoso de fans de los libros de George R.R. Martin, pero últimamente arrecian las críticas sobre la supuesta previsibilidad de la serie. Por un lado puede achacarse esto al habitual backlash derivado de la extrema popularidad de todo aquello que entra en el imaginario colectivo de la cultura pop, pero por el otro nosotros no podemos evitar sentir que estas acusaciones son tremendamente injustas, argumentos de espectadores más ávidos del shock y la sorpresa fácil que de mantener una lógica y una coherencia narrativa. Sí, momentos como la decapitación de Ned Stark (¿recuerdan? Quizá la primera gran sorpresa de la serie) o la Boda Roja nos impactaron de una forma primaria, pero también es cierto que debemos llegar a un desenlace que cierre de forma satisfactoria un gran número de subtramas abiertas. Casi tantas como facciones en disputa.

Por eso entendemos que se critique el hecho de que la serie parezca haber vuelto a la casilla de salida: el difunto Jon Nieve ya no es tan difunto, la esclava sin ejército Daenerys vuelve a ser libre y a contar con otro puñado de fieles, Arya la ciega ha recuperado la vista, Ser Jorah ha vuelto con los suyos, etcétera, etcétera, etcétera…

Aún así, y si nos fijamos bien, esas supuestas repeticiones surgen con la idea de crear contrastes con situaciones pasadas: el paseíllo de Cersei vs la salida triunfal entre llamas de Daenerys, el nuevo y misterioso espíritu del “dios” Nieve y, sobre todo, la antaño caprichosa Sansa convertida ahora en valerosa guerrera. Es como si fuera el momento de que todos los personajes principales regresen a sus posiciones, todos cambiados, la mayoría de algún modo fortalecidos (porque aunque Bran ya no vuelva a caminar tampoco es difícil imaginarlo a lomos de un dragón), para emprender la batalla definitiva contra ese enemigo común, los Caminantes Blancos de los que cada vez se conoce más de su origen.

Ahora bien, también es cierto de que la serie nos recuerda continuamente que “todos los hombres deben morir”, lo cual anticipa que quizá queden varias sorpresas y que muchos de esos finales no sean felices. Por ello quizá le debemos un voto de confianza a los guionistas y showrunners, al menos por haber mantenido unos continuos notables estándares de calidad durante más de 70 capítulos.

Si al menos llegamos al final de la sexta temporada con el mismo nivel con el que empezó, el desenlace final que promete la séptima será todo un reto a todos los niveles, tanto para sus creadores como para los espectadores. Y más aún para George R.R. Martin, a quien curiosamente después de tantos años parece haberle devorado su propia creación.

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