Al menos desde los noventa, a los presidentes del Gobierno les ha interesado mucho, acaso demasiado, el negocio de las televisiones. Y en esta sociedad mediática y mediatizada Zapatero, ese hombre repudiado hoy hasta por su propia sombra, no podía ser menos. Ahora hace ocho años el entonces jefe del Ejecutivo decidió hacer un regalo a sus amigos Miguel Barroso, José Miguel Contreras, Jaume Roures y otros: La Sexta.
Desde que existe, la cadena no ha salido de su trinchera ideológica. La Sexta, pronto rebautizada malignamente por algunos como La Secta, ha sido, es y será el terreno de la izquierda española. Bueno, al menos de una izquierda concreta. Sin tapujos ni ambages, todos los programas de la cadena, sin excepción alguna aunque haya alguno que vaya de objetivo, están condicionados por la ideología del canal y de su público potencial. Esto no es bueno ni malo, solo es así. Negarlo es absurdo, simplemente. Aquí nos gusta el libre mercado y es bueno que cada empresa haga lo que le venga gana. Con el único límite, claro está, de no mentir a la audiencia. Es el campo, siempre resbaladizo pero garante del pluralismo, de la interpretación libre de los sagrados hechos.
No siempre con la ideología se gana dinero. Y en los estertores del zapaterismo quedó claro que el negocio de La Sexta, como cualquier asunto económico gestionado o impulsado por el expresidente, no iba a ser rentable. Y ahí apareció Lara, ya inaugurado el rajoyismo, para absorber el canal con el beneplácito y la ayuda del Ejecutivo. Antena 3 mutó en Atresmedia y ahora el empresario catalán tiene una tele de centroderecha y otra de centroizquierda. No deja de ser curioso que un gobierno del PP haya salvado a La Sexta de una posible desaparición y resulta paradójico que Marhuenda y Wyoming, siempre a tortas, tengan el mismo jefe, pero como todos somos pura incoherencia, tampoco podemos sorprendernos ni dar lecciones.
El éxito y fama de sus periodistas no es bueno ni malo, pero es erróneo considerarlos representantes de un periodismo objetivo, porque tal cosa no existe
De las dos cadenas ahora hermanas, la que hoy nos interesa por su cumpleaños sigue en su trinchera porque esa es su naturaleza y cambiarla sería matarla. Ahora la cadena explota las figuras de sus tres grandes estrellas: El Gran Wyoming, Ana Pastor y Jordi Évole, convertidos en algo así como la santísima trinidad del periodismo de izquierda. Siguiendo con el argumento anterior, la fama y el éxito de estos tres comunicadores no son buenos ni malos, pero sí sería nocivo no utilizar el apellido 'de izquierda' al referirse a ellos y considerarlos como representantes de un periodismo pretendidamente objetivo, único e inigualable, cuando a estas alturas sabemos que tal cosa no existe.
En estos años se ha criticado mucho a La Sexta porque hay quienes consideran que es incoherente con su presunto progresismo que todas las presentadoras del canal posean rostros esculturales cuando no es así en el caso de los presentadores, con García Ferreras y el citado Wyoming como ejemplos de que la belleza no es necesaria en esa televisión si eres hombre. Por el contrario, hay quienes defienden que la apuesta de La Sexta va en contra del machismo precisamente porque sus presentadoras (Mamen Mendizábal, Helena Resano, Cristina Saavedra, etc) demuestran con su trabajo diario que no son solo caras bonitas o bustos parlantes, sino grandes periodistas. Ahí lo dejo. Opinen ustedes. Pero quizás la mera existencia de este debate es lo verdaderamente machista.
Lo mejor de La Sexta es que en estos años no ha hurgado en determinadas basuras en busca de la audiencia.
Lo mejor de que La Sexta no salga de su trinchera ideológica es que nunca en estos años, y eso es de agradecer, ha hurgado en determinadas basuras que otras cadenas utilizan para ganar audiencia. La tentación rosa ha perdido una batalla frente a la información y el análisis (por sesgados que sean) y las series y las películas. Además, en los últimos tiempos, La Sexta ha apostado por programas más que interesantes, variados y de calidad como Pesadilla en la cocina, Encarcelados o La Sexta Noche, casi todos ellos con audiencias crecientes. La respuesta del público, sobre todo entre los jóvenes, y la pertenencia a uno de los dos gigantes del duopolio que controla la televisión en España hacen prever una larga vida a la cadena.
Como decíamos, el canal celebra estos días su aniversario. Este martes con una fiesta en un conocido local de Madrid a la que un servidor no pudo asistir por motivos de agenda, que diría alguien importante. Eso sí, mis fuentes en el sarao aseguran que hubo cachondeo y diversión y sorpresas a raudales. O sea, noche guerrera. Una lástima no comprobarlo in situ. Para acabar, solo se me ocurre felicitar a La Sexta, a todos los que en ella trabajan y proponerles un lema que casa bien con su historia, aunque no sé si le gustará a su dueño: "orgullosos de ser de izquierdas".
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