-¿Qué tengo? -dice nuestra protagonista con su sonrisa inigualable.
-¡Llamadaaaaaaaaaaa! -gritan enfervorizadas, desatadas, entregadas a la causa las gargantas del público.
Es solo uno de los mil y un momentos de excitación suprema que nos regala cada tarde en Televisión Española la buena de Toñi Moreno, presentadora del polémico Entre todos. Luego continúan los instantes de pasión, pero no quedan risas, sino que todo, absolutamente cada detalle, se convierte en lágrimas caudalosas. Ahí tienen a la conductora, con sus muecas y ademanes lacrimosos. Y ahí tienen, en cada sobremesa, unos cuantos casos de terribles desgracias o tragedias, con personas generalmente respetables que necesitan dinero. ¿Y cómo se combate la desdicha de los afectados en la cadena pública? Mendigando pasta a los espectadores con continuas apelaciones a la solidaridad. Obviamente, se apuesta por la caridad pura y dura mientras se aparca cualquier debate sobre la justicia, los derechos o las ayudas que realmente necesitan los participantes en el programa. O sea, la perversión absoluta del servicio público.
No obstante, como ya ha habido varios colectivos que han denunciado la existencia de este espacio y han exigido su eliminación, aquí nos centraremos en analizar a la buena de Toñi. En algún medio extranjero han dicho que es una presentadora "hipervitaminada". Un hallazgo calificativo que se quedó corto. Los esfuerzos que cada tarde hace la buena de Toñi por conseguir que los protagonistas, el público en el plató y los espectadores en sus sofás se pongan a llorar son inauditos, sobrehumanos, impagables. Tanto es así que la buena de Toñi percibe 1.400 euros por cada programa. Aquí nos gusta el libre mercado y no criticaremos a la buena de Toñi por su salario porque la culpa es, en todo caso, de quien decide pagárselo. Cuando se lo reprochan, ella se defiende con cierta razón, pese a la riada de críticas en su contra. Dame pan y dime tonto.
La buena de Toñi resulta insuperable en su papel lacrimógeno, pero la duda estriba en saber qué ocurrirá con su personaje en el futuro
A pesar de algún tic machista que abochornaría a una cabra, la buena de Toñi es algo así como una mezcla entre Heidi crecidita y Espinete drogado. Acostumbrada a interpretar su papel durante años en Canal Sur con un programa similar (ojito, que hay denuncia por plagio), la buena de Toñi resulta insuperable. No puedo imaginar a otra presentadora más lacrimógena. Ella es la lágrima hecha carne. La duda estriba en saber qué hará la buena de Toñi cuando algún cráneo privilegiado decida, por fin, acabar con Entre todos. Canal Sur primero y TVE después han cincelado un personaje que tendrá difícil encajar en otro papel. ¿Recuerdan la pescadería de Torrente 1? ¿Acaso dudan que esos personajes tan carpetovetónicos, tan costumbristas, tan cutres, tan reales llorarían desconsoladamente viendo el programa de sobremesa de La 1? Ahí, entre ellos, su público potencial, y no entre todos nosotros, es donde, a mi juicio, la buena de Toñi encontraría asiento perfecto.
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