Toda revolución que se precie acaba siempre en decepción. Al igual que los muchachos de Mayo del 68 descubrieron que bajo los adoquines no había arena de playa y los esclavos del Zar acabaron siendo esclavizados por otros amos, en Cataluña muchos han descubierto que tras "la revolución de las sonrisas" la independencia prometida está más lejos que nunca. De esa frustración, hormigonada por la realidad y evidenciada por la propia división del independentismo, emanan los comportamientos deplorables como el que tuvo que sufrir una periodista de Telecinco en el aniversario del 1-O.
Esa informadora solo estaba haciendo su trabajo. Pero unos cuantos 'indepes' enfervorizados, con su furia avivada por la decepción, escupieron, insultaron y zarandearon a la periodista casi en directo. La agredieron con una barbarie desaforada hasta que tuvo que abandonar la cobertura que intentaba llevar a cabo. Los frustrados gritaron "fascistas" o "mentirosos" y, por supuesto, profirieron a coro ese lema que hace fortuna entre los CDR y sus mariachis: "Prensa española, manipuladora". Las imágenes son esclarecedoras. No hay justificación ni comprensión posibles para algo así.
De la lata a los gritos
En el vídeo hay muchos detalles tan impactantes que despertarían a un oso hibernando. Lo más llamativo, al menos para quien esto escribe, es la actitud de una joven que toma parte en el escrache. De pelo y pantalón negros y chaqueta marrón, con el preceptivo amarillo en el estampado de la camiseta también oscura, la muchacha se acerca por detrás y rocía a la informadora el contenido de una lata de refresco.
Después, esa misma individua, envalentonada, se acerca al oído de la periodista y grita con los ojos desorbitados: "Puta Españaaaaaaa". Por si su 'interlocutora' no la ha escuchado bien, repite desgañitándose: "Puta Españaaaa". Una imagen y unos gritos que producen escalofríos. ¿Cómo sabe esta mujer tan enfadada que la periodista está "manipulando" si es imposible que la escuche con tanto ruido?
La paradoja es que no es difícil imaginar a cualquiera de los que increparon a la periodista un domingo cualquiera, en una barbacoa con familiares y amigos, ya lejos del nerviosismo de la manifestación, relajados y cerveza en ristre -esta vez para bebérsela-, comentando con total tranquilidad (y desfachatez) a sus afines eso de que "la prensa española miente y manipula" cuando denuncia la tensión y la división existentes en Cataluña. Quienes generan la tensión y participan activamente de la división después denuncian a la prensa como "manipuladora" porque informa al respecto.
No entienden nada
Lo cierto es que aquellos que actúan como esa joven que rocía bebidas y grita "puta España" tienen un grave problema con la democracia. No han entendido nada. No se dan cuenta de que su legítima aspiración independentista queda manchada por completo, herida de muerte, precisamente por actitudes como estas. No comprenden el daño que hacen a sus propios intereses.
No entienden, en suma, que su libertad empieza donde acaba la del otro. No logran aceptar que si la "prensa española" les parece "manipuladora", solo pueden aspirar a no consumirla. Su único boicot posible es cambiar de canal y buscar en otro sitio una información con un sesgo más cercano a sus ideas. También pueden, por supuesto, expresar su desacuerdo con la prensa mediante protestas, carteles o tuits, porque están en su derecho, pero sin violencia, lejos de este camino de las latas y los insultos.
Es lógico creer firmemente, y de hecho aquí insistimos en ello, que TVE manipula a favor de los gobiernos de turno. Hay argumentos de sobra. Está fenomenal discrepar de su línea y sus decisiones editoriales. Pero no se puede acosar así a sus periodistas. Ni a ningún otro informador de cualquier medio, por más que creamos que su forma de abordar y narrar la realidad perjudica a tal o cual causa. Este respeto tan elemental es lo que nos diferencia de la selva.
Sin embargo, hasta en los rincones más oscuros hay esperanza. Porque en esas mismas imágenes que comentamos aparecen otros 'indepes' que actúan de forma diferente, ya que reprenden a quienes acosan a la periodista y tratan de protegerla. Algo es algo en medio de semejante delirio. Por suerte, la gran mayoría de independentistas catalanes que acuden a manifestaciones no se comportan como escrachadores con la prensa. Pero hay unos cuantos que sí.
Habrá más agresiones
El problema de fondo no es que Laila Jiménez fuera acosada así. El problema es que no es la primera ni la segunda ni la tercera vez que ocurre. Este mismo 1-O otra periodista de Televisión Española fue acosada cuando estaba en directo. Otra informadora de la cadena pública recibió una pedrada en la cabeza durante la última Diada. Ese mismo día otros dos trabajadores de Antena 3 fueron agredidos. Ya se está convirtiendo en costumbre impedir que los periodistas hagan su trabajo colocando esteladas delante de la cámara.
Una de las constantes de estos escraches contra los periodistas y, por ende, contra la libertad de todos en Cataluña es que en ellos participan no pocos jóvenes imberbes. O sea, habrá más informadores escrachados. Pero, más allá de vaticinios, cabe preguntarse cómo es posible que esa joven, una persona cualquiera, con sus rutinas y sus afectos y sus anhelos, acabe en una manifestación vertiendo el contenido de una lata sobre una periodista y gritando "puta España" fuera de sí frente a las cámaras. La respuesta, para mí, apunta a los ideólogos de esta revolución fallida.
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